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CRÍTICAS - CINE

Hojas de otoño (Fallen Leaves)

LA CELEBRACIÓN

El cine de Aki Kaurismäki se caracteriza por la inclusión de personajes principales solitarios y/o despojados, en busca de -o sufriendo por- amor. Con objetivos inciertos y una especie de redención, como en Le havre, o con objetivos más sencillos y precisos, como en Luces al atardecer o en esta misma y actual cuasicomedia romántica, Fallen Leaves.

El film va de dos personas que se encuentran. Son bastante parecidas entre si, solitarias, tímidas, y ambas fueron despedidas de sus respectivos trabajos. Ella es Ansa (Alma Pöysti), una repositora de supermercado que guarda para sí aquellos alimentos que están vencidos, conducta por la cual pasa automáticamente a dejar de pertenecer al establecimiento. En cambio, con Holappa (Jussi Vatanen) el tema es más complejo: todos sus despidos se deben a que es encontrado bebiendo alcohol en el trabajo, y por sus descuidos causa el deterioro de maquinaria de producción.

El relato transcurre en Helsinki, entre bares, karaokes y funciones en una sala de cine. La sintonización de un programa de radio nos pone en tiempo y lugar. Se hace referencia a la invasión rusa en Ucrania; un gesto de Kaurismäki ante cualquier tipo de guerra o enfrentamiento, y en cierta manera, una declaración.

Por otro lado, Fallen Leaves, deschava ciertos gustos personales del director, vinculados a la presencia de lugares y a la música y a nuestra querida Buenos Aires. Por detrás suena un tango de Gardel, y la capital de Argentina es la ciudad para darle nombre a un bar que regentéa Holappa. Tampoco falta la aparición de un restaurant, eje temático de The Other Side of Hope, o una visita al hospital como en The Man with No Past.

A la salida de una función de cine, Holappa pierde el papel donde escribió el télefono de Ansa, cuestión por la que pierden la instantánea y armoniosa relación que estaban comenzando. Sin embargo, hay un reencuentro, y situaciones mediante, Ansa lo invita a cenar a su casa. 

La atracción entre ambos es obvia, aunque se presente una relación trunca debido a varios obstáculos y torpezas; entre ellos, la existencia del alcohol. Ansa ha perdido a parte de su familia debido a esta adicción, y es por ello que en la cena/cita es escueta al momento de servir un aperitivo o digestivo.

Kaurismäki adoptó ya hace tiempo una noción propia de lo que es el cine, y por consiguiente se aferró a elementos con los que ha podido distinguirse en sus proyectos, como así también ser consciente sobre qué desechar. El director llegó al estado de crear con sencillez, lograr su cometido sin caer en golpes bajos, crear consciencia a partir de un simple programa de radio o entender que dos personas pueden encontrarse y unirse aún en situaciones personales adversas. Tambien dejó lugar a su crítica al cine de hoy; no considero que lo que muestre en pantalla sobre Jim Jarmusch sea admiración, sino lo contrario: un cine de zombies que encima inauguró previamente Cannes. A la salida del cine, como homenaje, y quizás algo criticable, están los posters de realizadores y films de su agrado. Quizás un cine con el que el realizador empatice. Desconozco el porqué de esta inclusión, más en un realizador de vuelo propio y de quien su obra no se distancia (sino es mejor) de todo aquello que quiso homenajear.

A esta altura, que exista el cine de Aki Kaurismäki es algo para celebrar.

(Finlandia, 2023)

Guion, dirección: Aki Kaurismäki. Elenco: Alma Pöysti, Jussi Vatanen, Janne Hyytiainen. Duración: 83 minutos.

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