(Argentina/ México/ Israel, 2015)
Dirección y Guión: Alexander Katzowicz. Elenco: Antonio Birabent, Ángela Molina, Nicolás Baksht, Paula Carruega, Nicolás Mateo, Tania Olhovich, Mijal Katzowicz, Arturo Ripstein. Producción: Alexander Katzowicz y Paul Gallinato. Distribuidora: Independiente. Duración: 91 minutos.
Los internautas del nuevo mundo.
Las nuevas tecnologías siempre cambian el comportamiento social. Así como los individuos se apropian de las herramientas, las herramientas también influyen en la percepción de los individuos del mundo, ya que mediante ellas intervenimos en ese mundo y lo transformamos. Internet Junkie es una película sobre la adicción, los trastornos, las obsesiones y algunas patologías asociadas al uso excesivo de Internet en la época moderna. El realizador Alexander Katzowicz utiliza las mismas para exponer la vida de sus personajes como seres anhelantes que construyen sus relaciones mediatizadas.
Las historias del film constituyen un triángulo de relaciones transitivas que recorren tres países: Argentina, México e Israel. Lo que une a todos los personajes es su imposibilidad de relacionarse cara a cara como consecuencia del abuso de la conectividad. Por un lado tenemos la historia de un falso Coronel en Buenos Aires que seduce a mujeres por Internet para robarles. Por otro tenemos a Lorena, una de las novias del Coronel, que habla en tiempo real a México a través de un chat con una amiga, con dos hijos adolescentes apáticos -encerrados en sus cuartos- que abusan de Internet. A su vez, el Coronel conversa y juega al ajedrez con un joven israelí fanático de las artes marciales que vive encerrado en la casa de sus padres. También podemos ver a una pareja que se envía constantemente videos y a una joven promiscua que para vengarse del mundo tiene relaciones sexuales sin protección con cualquier hombre que se le cruce para contagiarle el virus del Sida.
Lo que une a todos los personajes es la espera. Todos esperan que algo suceda, que un acontecimiento extraordinario los saque de su marasmo. La llegada del hombre perfecto, la entrega de la mujer sensual inaccesible. Los adictos intuyen o saben que sus vidas son un simulacro. Lorena no soporta su trabajo en una galería de arte, Caro se masturba por Internet para pagar sus estudios mientras su novio espera obtener el trabajo que cree merecer, el Coronel mantiene su red de mujeres seducidas mientras el joven israelí encerrado en su casa aterroriza a sus padres y espera que el mundo reconozca su talento.
El mundo es un lugar extraño y hostil para estos individuos, asimismo la tecnología funciona como un oasis que les permite encerrarse en sus miedos. El resultado es un mecanismo de aislamiento que fortalece sus prejuicios sobre una realidad de la que se sienten expulsados. En Internet Junkie solo vemos a sujetos que no quieren ni pueden mirar al otro y entablar una relación que no sea patológica.
Alexander Katzowicz analiza sin concesiones la realidad de una clase media atrapada en sus propias patologías, incapacitada de salir al mundo, viviendo a través de sus artefactos tecnológicos como extensiones ortopédicas de su cuerpo, de su conciencia y de su vida. La relación mediatizada del hombre post orgánico se convierte en una relación con la propia tecnología, ya ni siquiera con un otro. De esta manera, la otredad deviene artefacto en una burguesía atrapada por sus consumos.
Por Martín Chiavarino