La Campana (Argentina, 2010)
Dirección y Guión: Fredy Torres. Producción: Paola Amor y Florencia Fossati. Productora: Malón Cine. Elenco: Jorge Nolasco, Rocío Pavón, Lito Cruz, Mónica Ayos, María Fernanda Callejón, Carlos Kaspar, Juan West, Julián Howard. Duración: 78 minutos.
Sinopsis: Un pescador sale mar adentro escapando de sus emociones y se pierde, llegando a una zona denominada La Campana, un lugar mítico en donde el tiempo se detiene.
Demasiada agua
La información de prensa de La Campana promete una historia que aborda la mitología del hombre de mar y la figura del “desaparecido”, el que no regresa. Esta última ausencia está directamente vinculada a la existencia de un espacio mítico, mar adentro, en la que el navegante se enfrenta a un destino inexorable, colocándolo así en el lugar del héroe trágico.
Si bien la propuesta es tentadora y poco visitada por nuestra cinematografía por lo que saludamos la originalidad, no sólo no termina de cumplirse en cuanto a coherencia argumental, sino que esta última tampoco es acompañada por el planteo visual.
En la primera secuencia el conflicto aparece claramente. La disyuntiva (un hombre frente a una joven con futuro de bella mujer) a la que se enfrenta el héroe no tiene solución positiva (castigo público si accede a ella, castigo privado si la rechaza); de ahí la condición trágica. La Campana comienza con correctas actuaciones, fluidez visual que alterna planos de situación de bella fotografía y una banda de sonido que durante la totalidad del film tendrá una presencia superlativa y eficaz.
A partir del desarrollo posterior pareciera que la propia película estuviera atascada en el universo al que ella misma refiere; detenida comienza a diluirse, pues la multiplicidad de variables que se van sumando atentan contra la historia sugerida.
El puerto de Mar del Plata, los lazos fraternos en la vida costera y los vínculos entre las diferentes generaciones son invadidos por un contexto social que al ser introducido constantemente por la radio convierte a esta última en signo redundante y hasta molesto. Si agregamos las referencias al terrorismo de estado que impartía la dictadura militar en el presente de 1982 que plantea la ficción, el rol de la mujer en un mundo masculino y la lealtad del hombre con el amigo muerto, lo que sucede es que se abren tantas potenciales líneas interpretativas que se vuelve imposible para el espectador dejarse arrastrar. Como la marea que viene y se va, aparecen y desaparecen situaciones sin que se lleguen a profundizar sus recorridos, demasiados giros en la historia terminan pecando de inverosimilitud.
El bar del puerto o la Campana misma, podrían funcionar como metáforas de nuestra Argentina, Lito Cruz, en una profunda y sencilla actuación, podría operar como el oráculo revelador, el zurdo podría haber sido menos obvio y Moncho también. Sin embargo ninguno logra constituirse como tal, pues La Campana se detiene en sus buenas intenciones, no sólo argumentales sino visuales dado que la ficha técnica ostenta en su haber a Paola Amor, la responsable del montaje de Aniceto de Leonardo Favio, por la cuál fue acreedora del premio Cóndor de Plata en 2008. Esto deja en claro una intención de valorar la construcción del relato. Lamentablemente la proliferación de ideas atenta contra la unidad del film que si hubiera tomado sólo un puñado de ellas el resultado hubiera satisfecho tan solo con cumplir la mitad de lo que prometía. Recordando la lograda El Núremberg Argentino, primer documental de Fredy Torres, esperemos que la próxima producción nos brinde la decisión y profundidad que en el documental mencionado ha sabido demostrar.