La carrera del animal (73’), de Nicolás Grosso, con Julián Tello y Lautaro Vilo
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Varios son los films que aparentemente se dedicaron a homenajear a la gran Invasión de Hugo Santiago, Castro fue uno de esos ejemplos y La Carrera del Animal ahora pretende seguir los mismos pasos. A un joven lo persiguen entre varios, segmentadamente para inducir a tomar una decisión sobre el futuro de una empresa de la cual su padre ha dejado por alguna razón que no se da a conocer a la deriva, sus hijos son aquellos que contraen hereditariamente la tarea obligada de ¿elegir? el camino a seguir. Tomar una decisión con presiones no es tarea sencilla, más aun cuando los intentos del grupo imponente en algunos instancias trata al joven como si fuera un mesias, pretenden ser violentos, intrometidos, perseguidores, no dan calma ni espacio al menor.
Las acciones argumentales que ocurren implican actos improbables, idas y vueltas de guión para justificar una estética y puesta en escena, donde los distintos personajes presentados quedan al libre albedrío, irrumpiendo por momentos, desapareciendo en otros. Un film con un cuidado y atractivo visual, logra crear diversos climas inclusive en la estanquedad narrativa intencional.
