La Quise Tanto (Je l’aimais, Francia, Italia, Bélgica, 2009)
Dirección: Zabou Breitman. Guión: Zabou Breitman, Agnès de Sacy. Producción: Favio conversi. Elenco: Daniel Auteuil, Marie-Josée Croze, Florence Loiret Caille, Christiane Millet, Geneviève Mnich, Winston Ong, Olivia Ross, Antonin Chalon. Distribuidora: Impacto Cine . Duración: 112 minutos.
¿La quiso tanto?
La Quise Tanto es una película que no te deja tanto (valga la redundancia), no te deja ni mucho ni poco. Veamos por qué…
El argumento es sencillo: un hombre llamado Pierre pasa un fin de semana con sus nietas y la perturbada madre de estas. Poco a poco vemos cómo este hombre que resulta tan paternal con la joven madre empieza a tomar valor para contarle su historia de amor, y es en aquella charla que revivirá los recuerdos más importantes de ese amor, el verdadero amor.
La película, con una sinopsis como esa, tal vez abría un camino para que se desarrollaran las mil y una aventuras de los enamorados. Sin embargo, se queda con las posibilidad inconclusa. Acá el amor no enamora y el dolor no conmueve demasiado a los espectadores.
El guión es la adaptación de un libro que ha recibido muy buenas críticas. Pero falla en el traspaso al cine, el argumento queda con poca fuerza. Y creo que a uno no deberían quedarle dudas de que el protagonista “la quiso tanto”.
La película parece dividirse en dos films: en la primera parte es Chloe (Florence Loiret Caille) la que ocupa el centro de la atención. Luego cede ,casi por completo, su lugar a Pierre.
Pierre (Daniel Auteuil) al principio del film se hace querible. Es un hombre tranquilo y desarrolla bien el papel paternal. Pero nuestro cariño irá decayendo a medida que su papel va cobrando importancia con su historia..
Si bien el film tiene un buen comienzo, es decir, con un ritmo que parece que va a ir acelerándose a medida que la trama avance. Esta es una falsa expectativa que nunca es alcanzada. El halo de misterio que nos llena de preguntas al principio del film – y que por momentos parece que convertirán la trama en un film de suspenso- es resuelto repentinamente y la obtención de las respuestas nos son dadas de la peor manera: a través de las palabras de Chloe quien repentinamente nos escupe toda la información dejándonos en claro cuál es su situación y la relación que tiene con el, hasta el momento, coprotagonista.
A partir de allí nos queda claro que en todo momento parece subestimarse al espectador. Todo es lineal y transparente en el discurso de los personajes. Las imágenes sólo subrayan las palabras y a la inversa. La directora parece no haber encontrado el modo de narrar con imágenes. El protagonista dice lo que va a hacer y acto seguido lo hace. No se genera ningún tipo de intriga en el espectador. Se le da “todo cocinado”.
Casi no hay acciones que hagan avanzar la trama. Por momentos existe la esperanza de que la película tome más fuerza con alguna acción, giro inesperado o aparición de algún nuevo personaje. Pero la inacción del protagonista lleva a que nunca se concrete nada y uno tiene ganas de meterse en la película y darle un empujoncito a ese “hombrecito” tan inseguro. Pero no por ser cómplices o compinches de este, sino porque en algún punto resulta irritante tener un protagonista tan pasivo, un protagonista que “no se la juega”.
Lamento decir que no recuerdo ningún momento destacable en el film, tampoco encontré imágenes poéticas o diálogos sobresalientes.
Sin embargo, para darle un puntito a favor, debo decir que es una película que se deja ver. Creo que el primer cuarto de hora es el más atractivo. También me parece que hay varias escenas que quedan elevadas gracias a la música ,aunque las tomas por momentos se tornen largas en un tiempo que parece dilatarse demasiado.
Si bien la cinta no tiene sorpresas, una tiene la esperanza de un final con peso que corone todo el film. Pero vuelve a mí la idea de una adaptación de un libro que resulta fallida.
El final sorpresa nunca llega y la esperanza se desmorona al confirmar aquel presentimiento de que “el final ya estaba escrito”.
Por Marianela Maidana
Crónica de un amor
Chloe está devastada. Su marido la dejó por otra. Para ayudarla a recomponerse, su suegro la lleva a una cabaña en el campo durante un fin de semana. Una vez allí, entre whiskies y cigarrillos, le dice que lo que pasó fue, en definitiva, lo mejor que podía pasarle a ella y al marido. Para justificar su aseveración el hombre comienza a relatar su propia historia de amor prohibido, ocurrida veinte años atrás. En 1990 Pierre era un hombre de negocios que en uno de sus viajes conoció a la joven y bella Mathilde. Instantáneamente se enamoraron y comenzaron un apasionado romance a través del mundo, encontrándose en hoteles y paseando por exóticas ciudades. Pero justo cuando él estaba por dejar a su esposa por el amor de su vida, algunos factores pesaron más que el deseo de su corazón: la culpa, la lástima, la comodidad, los amigos, el barrio, la familia. Debido a esta tragedia sentimental que los destruyó como matrimonio, ahora Pierre y su esposa están muertos por dentro.
La Quise Tanto aprovecha todos los matices de esa extraña sensibilidad que exhiben los personajes de Daniel Auteuil. A lo que asistimos es al tardío florecimiento y el prematuro ocaso de la vida interior de una persona. Esta consigna se revela en cada gesto de Auteuil, en cada ralentí de la cámara, en cada línea de diálogo. Agobiado por el arrepentimiento y la melancolía, Pierre se tortura a sí mismo con aquello que pudo ser y no fue. Al recordar su única época realmente feliz, evoca el cuerpo de Mathilde -portador de una buena parte de la poesía del film- así como aquellas imágenes y sensaciones relacionadas con él: las pintorescas y multitudinarias calles de Hong Kong, las tardes de ensoñación en habitaciones de hotel, la ansiosa espera previa a cada reunión y las charlas sobre un futuro vacilante a la luz de las velas. Nada de esto volverá, salvo en la memoria, como el vestigio de un arañazo lleno de vitalidad que jamás cicatrizará.
Resulta muy difícil comprender por qué Pierre no dejó a su mujer para vivir su amor con Mathilde. A decir verdad, resulta imposible. No por cuestiones éticas o emocionales, sino porque la película nos empuja cada vez más hacia la perspectiva del protagonista y nos obliga a sufrir junto con él, sin dar tregua. ¿Por qué, entonces, Pierre no se animó? La respuesta, en este caso, podríamos buscarla nosotros mismos: ¿Acaso en el transcurso de la vida no tienen lugar decisiones inexplicables y oportunidades perdidas? Es así como La Quise Tanto interpela al espectador, de la manera más dolorosa, pero no por eso menos honesta.
Más allá de la palpable infelicidad que padecen los personajes, no se puede negar la visión optimista que, en su último instante, entrega la película de Zabou Breitman. Para ser felices, o al menos para que el arrepentimiento no nos corroa las entrañas, lo único que hay que hacer es respetar los designios del corazón, el único lugar donde habita la verdad. Tan sólo eso es lo que nos mantiene con vida.
Por Julián Tonelli