La trampa (Trap)

Prematuramente Newsweek calificó a Shyamalan como el “nuevo Spielberg” pero luego del éxito rotundo que significó Sexto sentido sus subsiguientes proyectos contradijeron tal afirmación. 

O sea, si Shyamalan comenzó como Spielberg (por más que sus dos primeros films fueron Sleeping with Anger y Wide Awake), digo “comenzó” porque fue el film con el que inició una carrera cinematográfica que captó atención de un público masivo y una vez llegada El protegido (primera parte de la trilogía completa con Fragmentado y Glass), uno de sus mejores films, en el que todavía se encuentran elementos del fantástico como en Sexto sentido, ya el recibimiento no fue el mismo. 

Luego vinieron Señales y La aldea, y esa noción del Shyamalan Spielberg comenzó a desvanecerse hasta finalmente desaparecer, de manera acelerada con la soporífera La dama en el agua. Y siguieron otras, mejores y peores, pero Shyamalan supo acaparar a un público cautivo de su cine, un cine que fue oscilando, que muchas veces no terminó de convencer y en cierta manera que también nos trampeó, específicamente con sus registrados “desenlaces sorpresa”.

Shyamalan nos trampea un poco de nuevo justamente con La trampa, pero la trampa en esta a diferencia de otras aparece en el comienzo del film. A apenas minutos del inicio ya sabemos quien es Cooper y a su vez también quien no es. Sabemos sobre su personalidad, sobre algo oculto y morboso, hasta sobre su dualidad, el doble. Cooper (no es más que una representación inversa del Norman Bates de Psycho, un psicópata denominado The butcher (el carnicero) que por una razón que el film se encargara de demostrar luego queda atrapado dentro del estadio o arena donde acompañó a su hija para ver un concierto de una artista pop denominada Lady Raven (interpretada por la hija M. Night, Saleka Shyamalan). El estadio está cercado, cerradas todas sus salidas, controladas por personal policial y del FBI tras tener el indicio que el asesino serial que ya lleva doce víctimas en su haber estaría presente en el concierto, un concierto organizado únicamente por esta razón y convenido con la artista.

Como todo film bien pensado sobre la figura del doble, está dividido en dos partes, dos puntos de vista, el del butcher y el de la popstar. Plagado de reminiscencias, símbolos y repeticiones, pero por sobre todas las cosas, poseedor de un ritmo cinematográfico ágil. 

Veremos la figura/símbolo del hogar en el escenario, esfinge fundamental que en el arco narrativo es el lugar en el que terminará el film, un hogar de la familia de Cooper, a su vez, en el que se presentará una de las revelaciones, quizás de las más vagas que el film posee y denota esa imperfección que lamentablemente se le escapa al director.

Hablando con Faretta, quien no es devoto de M.Night, surgió hacerle una mención sobre la autoconciencia. De mi parte destacaba bastante entusiasmado que hay de Hitchcock y De Palma en este nuevo Shyamalan, como una especie de mamushka que al ir por capas encontrabas indicios de particularidades de estos otros directores. Cooper es una especie de tío Charlie salido de La sombra de una duda y a su vez el Rick Santoro de Ojos de serpiente, atrapado en un espacio y opuesto (uno buscaba y a otro lo buscan), también está presente el detrás de bambalinas de Carrie, el detrás del escenario y la especialista en criminología que explica el perfil cual parte médico psiquiátrico como en Psycho y hasta la figura constantemente presente de su madre. ¿Es esto autoconciencia de la autoconciencia? Hábilmente Faretta contestó que no, esta se terminó con la labor de De Palma sobre el cine Hitchcock.

Shyamalan no es Spielberg, ni De Palma, menos aún Hitchcock pero es realmente muy bueno lo que hace, al menos en La trampa.

(Estados Unidos, Canadá, 2024)

Guion, dirección: M. Night Shyamalan. Elenco: Josh Hartnett, Ariel Donoghue, Saleka Shyamalan, Alison Pill, Hayley Mills, Jonathan Lagndon. Producción: Marc Bienstock, Ashwin Rajan, M. Night Shyamalan. Duración: 105 minutos.