La viuda de Clicquot desafía las expectativas desde el inicio al optar por un idioma diferente al francés, a pesar de la participación de Francia en la coproducción junto a Estados Unidos e Inglaterra. Este detalle no menor puede desconcertar a quienes esperaban un tratamiento más fiel al origen histórico de la protagonista, la célebre viuda del champán.
Sin embargo, la elección de rodar en inglés parece responder a una estrategia para atraer a una audiencia internacional más amplia, algo que, aunque entendible desde el punto de vista comercial, podría restar autenticidad a la historia que se pretende contar.
Haley Bennett, en el papel de Barbe-Nicole Ponsardin, (Clicquot luego de su matrimonio), aporta un tono romántico a su interpretación, por medio de una sensibilidad que en algunos momentos logra conectar con el espectador. En la mayoría de los pasajes se muestra comprometida con su rol, y su desempeño es lo suficientemente sólido como para llevar gran parte del peso de la historia sobre sus hombros.
Sin embargo, su esfuerzo no se ve correspondido por su partenaire, Tom Sturridge, cuya actuación se siente deslucida y carente de la química necesaria para complementar la intensidad emocional que Bennett intenta transmitir. Sturridge, lejos de elevar las escenas que comparte con la actriz, desentona de manera bastante severa, lo que genera una disonancia que debilita el impacto de las interacciones más cruciales entre ambos personajes.
El resto del elenco, afortunadamente, ofrece un soporte que ayuda a estabilizar la narración, y proporciona cierta credibilidad a las adversidades que enfrenta Barbe-Nicole. Estos personajes secundarios, aunque no sobresalientes, cumplen su función de manera competente, ofreciendo un telón de fondo adecuado para que la historia avance hacia su inevitable desenlace de éxito y reconocimiento.
La trama se despliega de manera predecible, siguiendo un esquema que cumple con las expectativas de este tipo de películas: escenas cargadas de romanticismo, momentos épicos que destacan la resiliencia de la protagonista, y la inevitable caída seguida de una redención emocional que culmina en su ascenso al triunfo.
A pesar de cumplir con los requisitos básicos de una película biográfica de época, La viuda de Clicquot no logra escapar, justamente, de la serie de clichés esperables que menciono arriba, y que le restan originalidad. Las escenas románticas, aunque bien ejecutadas, carecen de lo necesario para destacar en un género ampliamente explorado.
De igual manera, las secuencias épicas y los momentos de gran carga emocional se sienten ligeramente forzados, especialmente cuando la actuación se inclina hacia el melodrama. Este exceso, mal manejado en ciertas escenas, provoca que la película pierda parte de su fuerza, aún más cuando se recurre a gestos exagerados y diálogos que rozan lo artificioso.
Por lo demás, el film se mueve dentro de los márgenes de lo esperable, sin arriesgarse demasiado en su enfoque general. La película entrega lo que promete: una historia de superación y éxito personal, adornada con los elementos necesarios para mantener la atención del público.
Para cerrar, y como expresé al principio, la falta de química entre la dupla protagónica y el tratamiento algo superficial de algunos aspectos hacen que la película se convierta en una producción olvidable. En resumen, aunque La viuda de Clicquot cumple con las convenciones del género, se queda corta al intentar ofrecer una visión verdaderamente memorable de una figura histórica tan fascinante como la famosa viuda.
(Estados Unidos, 2023)
Dirección: Thomas Napper. Guion: Erin Digman. Elenco: Haley Bennett, Tom Sturridge, Natasha O’Keeffe, Cecily Cleeve. Producción: Haley Bennett, Christina Weiss Lurie, Joe Wright. Duración: 90 minutos.