Reseña a propósito de la reciente edición de Mayo Francés. La Cámara Opaca. El Debate Cine e Ideología, de Jean-Louis Comolli, Jean-Paul Fargier, Jean Narboni, Jean-Louis Baudry, Jean Thibaudeau, Marcelin Pleynet y Jean-Patrick Lebel. Emiliano Jelicié (Compilación e introducción).
Tras la caída del bloque soviético y la clausura de los procesos políticos de las revoluciones triunfantes, las jornadas de la revuelta estudiantil del Mayo Francés, la fracasada revitalización política del proceso socialista durante la Primavera de Praga en Checoslovaquia y otros procesos revolucionarios que habían calado en el imaginario político de izquierda, parecen hoy sueños de idealistas trasnochados aplastados por la realidad de un liberalismo impulsado por unos estados nacionales subastados por el Fondo Monetario Internacional.
A contrapelo de nuestro aciago presente, para los intelectuales de izquierda de las décadas del sesenta y setenta el Mayo Francés se convirtió en un punto de referencia para entender las nuevas revueltas y sus fracasos en una era en que la opinión pública se debatía acaloradamente en las calles, en los medios de comunicación y en cada rincón de los bloques de poder que ejercían su influencia en todo el globo.
Lo que convertía al Mayo Francés en un suceso tan interesante era la convergencia de las claras ideas teóricas del filósofo de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse, los lúcidos manifiestos situacionistas de Guy Debord y Raoul Vaneigem, las ideas de las vanguardias estéticas y la maduración de la rebelión de una juventud en la que se manifestaban tanto tendencias revolucionarias como reaccionarias, producto de las contradicciones de los acelerados cambios que la tecnología controlada por las empresas introducía en la sociedad.
En Francia, la importancia de las ideas marxistas y su revitalización por el apuntalamiento de la deconstrucción de Jacques Derrida y de las teorías estructuralistas de Jacques Lacan, Louis Althusser, Michel Foucault, Roland Barthes y Julia Kristeva, que buscaban las estructuras que codificaban los sistemas de significación de la sociedad, funcionaban como la punta de lanza de la necesidad de la izquierda de establecer los fundamentos de un análisis teórico de un cine intelectual producido por unos realizadores que a su vez eran críticos, como Jean-Luc Godard y Jacques Rivette.
Para actualizar estos debates políticos y estéticos, el realizador Emiliano Jelicié emprende en Mayo Francés. La Cámara Opaca. El Debate Cine e Ideología la compilación de algunos de los más importantes y representativos artículos de la polémica entre los críticos de las revistas de cine Cahiers du Cinéma, Cinéthique y La Nouvelle Critique y la revista de gran influencia de actualidad política y teórica, Tel Quel, durante los años posteriores al Mayo Francés.
En la introducción, Jelicié, director junto a Pablo Klappenbach del documental Ante la Ley: El Relato Prohibido de Carlos Correas (2012), incursiona en las posturas de cada una de las revistas para dar cuenta de los recorridos, las diferencias ideológicas y las interpretaciones de los críticos, marcadas por los enfoques teóricos y la necesidad de construir una praxis teórica que les permita realizar una crítica materialista y dialéctica del cine en tanto instrumento ideológico.
En la primera parte, La ideología como dispositivo, Jean-Louis Comolli, el director de Cahiers du Cinéma, desarrolla en dos textos titulados El rodeo por el directo una disertación sobre las pretensiones de algunos realizadores cinematográficos de captar la realidad sin lo que el autor denomina “la manipulación del documento”, en la búsqueda de la quimera de una transcripción de esa realidad sin las mediaciones de ciertos films de ficción. Comolli analiza también el cine directo a través del cine clásico soviético de Dziga Vertov, Sergei Eisenstein y Vsevolod Pudovkin, para así construir una tradición y definir la función y la norma de la manipulación en este tipo de cine alejado de las pantallas comerciales.
Por otro lado, Marcelin Pleynet y Jean Thibaudeau, directores de la revista Tel Quel, debaten con Cinéthique en Económico, ideológico, formal sobre la industria cinematográfica y la relación de la función de la cámara como aparato y la ideología a nivel histórico y político. Jean-Paul Fargier, el crítico de Cinéthique, emprende a su vez en El paréntesis y el rodeo, ensayo de definición teórica de la relación cine-política una distinción entre films socialistas, sociales, militantes y materialistas para pensar el lugar del cine en la lucha de clases y en la dicotomía idealismo/ materialismo.
En el final de la primera parte y el comienzo de la segunda, Jelicié traduce un texto de Comolli y Jean Narboni en colaboración, Cine/ ideología/ crítica, en el que los directores de Cahiers du Cinéma antagonizan con las posturas de Cinéthique y establecen por un lado, categorías para los films con el fin de provocar una ruptura ideológica en los sistemas de representación de las clases dominantes, y delimitaciones por otro lado, sobre las distintas funciones y tareas de la crítica en torno a estas categorías.
Para cerrar los debates de la primera parte, el crítico Jean-Louis Baudry parafrasea a la vez que retoma el análisis y las definiciones teóricas del popular texto marxista Aparatos Ideológicos del Estado de Louis Althusser. En las definiciones y confrontaciones de Cine: efectos ideológicos del aparato de base, Baudry analiza -en base a la historia de las representaciones y del arte en Occidente- el lugar específico del cine a través del concepto de inconsciente de Freud y de las teorías del psicoanálisis para examinar al séptimo arte como un aparato psíquico que responde a los intereses de las clases dominantes, en uno de los mejores textos del libro.
Tras el interesante y lúcido artículo de Baudry, la segunda parte desarrolla el virulento debate entre Cahiers y Cinéthique a través de la segunda parte del texto de Comolli y Narboni y la contundente respuesta de Marcelin Pleynet, que utiliza todo su arsenal retórico para defender la necesidad de mantener el debate en términos más amistosos a la vez que ataca a sus detractores y reconfirma sus axiomas sobre el cine.
En la tercera parte, el realizador y crítico Jean-Patrick Lebel expone en cuatro textos publicados en La Nouvelle Critique la tercera posición en discordia, que desmitifica el estatuto ideológico de la cámara cinematográfica a través de su historización, analizando distintas herramientas teóricas de moda en la época como la deconstrucción, la noción de autor y las técnicas de montaje para teorizar sobre la posibilidad de un cine materialista y la especificidad del lenguaje cinematográfico.
La cuarta parte, La política de la crítica: escritos sobre films traduce varias extensas críticas que ejemplifican sobre las teorías expuestas en el libro a la vez que dan cuenta del tipo de films que los críticos analizaban, como la clásica Marruecos (Morocco, 1030) de Josef von Sternberg, la revolucionaria Mediterráneo (Méditerranée, 1963) de Jean-Daniel Pollet y Volker Schlöndorff, con textos del filósofo francés Philippe Sollers, o la impactante La Confesión (L’aveu, 1970) de Costa-Gavras.
Lo que La Cámara Opaca recupera con estos artículos es el ejercicio del debate, la pasión por la polémica y una visión teórica sobre el cine que hoy es inexistente. Los temores de que el ejercicio de la crítica se convierta en la descripción de un abanico de lanzamientos dentro de la oferta de la sociedad del espectáculo es hoy una realidad y la discusión es tan solo una espina en la vida del hombre unidimensional en el capitalismo triunfante.
Emiliano Jelicié, en este libro editado por El Cuenco de Plata en su colección de Cine, reinicia el debate como si un eterno retorno nos llevara nuevamente a pensar en la utopía que hace tiempo perdimos. Con este panorama de un debate tan distante que yace enterrado en las arenas del vendaval posmoderno, resurge la visión de los intelectuales de izquierda de las décadas del sesenta y setenta, que buscaban desesperadamente un nuevo punto de apoyo teórico para combatir por sus ideales contra un sistema económico, político y cultural que embotaba a la opinión pública y borraba las mediaciones que le permitían matizarla. Estas reflexiones sobre su experiencia los llevaron por el camino de la teoría crítica y hacia el marxismo y el psicoanálisis para desarrollar algunas de las teorías más importantes del séptimo arte, que aun hoy nos sirven para comprender el mundo y transformarlo.
Por Martín Chiavarino