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CRÍTICAS - CINE

Los amantes astronautas

El protagonista de Los amantes astronautas es un hombre rehén del amor desmesurado. Verano, la costa, un bosque, un grupo de amigos, cero responsabilidades. Pedro (Javier Orán), primo del dueño de la casa en la que pasará sus días de descanso, llega desde España después de un largo tiempo. En este esperado regreso, se reencuentra con Maxi (Lautaro Bettoni), a quien conoció en su infancia y no lo ve desde entonces. Cuando se entera que su ex novia está vacacionando cerca de donde se están alojando, Maxi le propone a Pedro que simule ser su novio para darle celos pero el juego se escapa de su control y el español termina enamorándose de su amigo. ¿Pero esta atracción viene solo de parte de Pedro? La relación de ambos amigos de la infancia se convertirá con el correr de los días en una sucesión de idas y vueltas, histeriqueos, chistes, complicidades, malentendidos, identidades, búsquedas, curiosidades, urgencias y decisiones que podrían cambiar todo en un instante y modificar la vida de ambos. 

Los amantes astronautas es una película sobre el deseo en el nivel más profundo que pueda imaginarse, por el cuerpo del otro y por un ideal de vida que siempre está lejos de concretarse. Pero más que nada es una historia sobre la aprensión y la (in)determinación. Las referencias cinéfilas (que van desde Stanley Kubrick a Critters hasta charlas sobre diferencias en los títulos locales de películas de los ochenta), los juegos, los pequeños secretos y los gestos invisibles son una excusa y el motor para el objetivo de Berger: arrojar interrogantes sobre las relaciones humanas y, más que nada, sobre la ausencia de responsabilidad emocional, aquí disfrazada de simpatía y mentiras consensuadas. Marcos Berger, aún repitiendo cuestiones con las cuales se lo ha criticado en demasía (la pulcritud, la hegemonía de sus actores y diversas discusiones extra cinematográficas), continúa demostrando que para construir su visión de amor debe volverlo terrenal, humano, errático. 

A lo largo de su carrera, el cineasta argentino ha creado un vasto y propio sistema donde los personajes podrían habitar cualquier película de su autoría sin ningún tipo de sobresalto. Esta unidad entre largometraje y largometraje conlleva una contradicción; Berger se maneja en sus mundos con total naturalidad y hasta provoca algo muy difícil en estos tiempos: cada una de sus películas parecen hechas sin la importancia que “merece” la práctica cinematográfica -esto dicho como un elogio- y sin esa carga de solemnidad que parece necesitar cada película. ¿El problema? El director de Ausente (2011), Taekwondo(2016) y Un rubio (2019), entre otras, se muestra demasiado cómodo en su zona de confort y las sorpresas narrativas, pero sobre todo formales, no existen como tales en un cine demasiado fiel a sí mismo.

(Argentina, España, 2024)

Guion, dirección: Marco Berger. Elenco: Ailín Salas, Javier Orán, Lautaro Bettoni, Iván Masliah, Mora Arenillas. Producción:Ángeles Hernández, Alberto Masliah, David Matamoros. Duración: 116 minutos.

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