Mi corazón solo sabe pedir
que no te vayas demasiado lejos.
Mis ojos ya están envenenados de tus ojos.
Es tarde para toda precaución.
Para toda vuelta a la cordura.
ME VUELVO CADA DÍA MÁS LOCA
Si bien se trata de una adaptación de la novela homónima de Ariana Harwicz, el equivalente más inmediato a Mátate, amor que llega a mi memoria es Una mujer bajo la influencia, pico de la filmografía de John Cassavetes y Gena Rowlands. En aquella película, el estilo de dirección de Cassavetes -una suerte de improvisación controlada, que tomaba los objetivos de la escena como punto de partida para desplegarla, amplificarla e incluso ponerla en jaque- dota al relato de una imprevisibilidad, una ambigüedad y una profundísima humanidad que permiten abrigar multiplicidad de lecturas. ¿Qué le pasa, realmente, a la Mabel Longhetti que interpreta Rowlands? ¿Está realmente enferma? ¿Es la suya una condición clínica, o es la medianía de su vida como ama de casa y madre que la oprime hasta el colapso? ¿Existe algo al borde de lo demoníaco en esa influencia que le impide a Mabel llevar una vida normal? ¿Cómo se puede hablar de amor cuando no podemos entender ni contener al otro, a pesar de nuestro mayor esfuerzo?
Cambiando nombres propios (en lugar de Mabel, estaría la Grace que interpreta Jennifer Lawrence), estas mismas preguntas caben en Mátate amor, pero la película que las plantea no podría ser más distinta. En lugar de la espontaneidad de Cassavetes está el nervio de Lynne Ramsay, directora que -a juzgar por sus anteriores películas- parecía el maridaje perfecto para la prosa fracturada y sórdida de Harwicz. Lamentablemente, muy poco funciona.
Mátate, amor es una película de actores, en el peor de los sentidos posibles: una suerte de vulgarización de la estrategia cassavetiana, que interpreta la búsqueda de espontaneidad como un compendio de destrezas, que eventualmente serán llamadas “riesgos”, que cosecharán nominaciones y, eventualmente, premios. La mayor parte de estas acrobacias quedan a cargo de Jennifer Lawrence que, efectivamente, no le teme a nada y entrega una actuación muy en línea con la de Mother!, aquel despropósito al cual nos sometió Darren Aronofsky hace unos años.
Robert Pattinson, por otro lado, no podría estar más fuera de lugar. Frente al huracán de Lawrence, él pareciera razonar que más es más y lo vemos desorbitado, lívido, decidido a empardar a su volcánica compañera. El efecto en el espectador es de un agotamiento que deriva en apatía profunda, especialmente dañino en una película que procura movilizar emociones fuertes con respecto a la pareja, la familia y la salud mental.
La traslación de la prosa de Harwicz -que difumina los límites entre realidad, imaginación y delirio en una narración altamente subjetiva- al lenguaje cinematográfico tampoco resulta demasiado exitosa. El devenir es torpe, reiterativo y anticlimático; más que un relato, un compendio de escenas. Tal vez en busca de mayor cohesión, Ramsay adopta marcas del cine de horror (la mudanza a una casa con trágico trasfondo familiar, imágenes oníricas que expresan el estado interior de los personajes, el sexo como ansia devoradora) que permiten leer Mátate, amor como un relato de maldiciones en la tónica de Anticristo, otra película en la que Lars von Trier narraba la desintegración de una pareja. Si en Anticristo la cordura de la protagonista estallaba como consecuencia de la muerte del primogénito, en Mátate, amor estalla por su nacimiento. El primer año de maternidad trae muchos cambios, le advierten a Grace las mujeres que la rodean. ¿Será su estado parte de la locura aceptada por una cultura que obtura en las madres cualquier expresión de deseo?
La pregunta resuena con ecos de Tenemos que hablar de Kevin, que terminó de colocar a Lynne Ramsay como una de las estrellas brillantes del firmamento cinematográfico. Allí, Tilda Swinton padecía también las consecuencias de la maternidad, el peso de haber engendrado otro ser que le resultaba insoportablemente ajeno. Años después, Lynne Ramsay insiste en esa novela que se escribe con tinta y leche, como postula una de las pocas imágenes en las que Mátate, amor logra condensar sentido.
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(Reino Unido, Estados Unidos, 2025)
Dirección: Lynne Ramsay. Guion: Lynne Ramsay, Enda Walsh. Elenco: Jennifer Lawrence, Robert Pattinson, Nick Nolte, Sissy Spacek. Producción: Andrea Calderwood, Justine Ciarrocchi, Jennifer Lawrence, Thad & Trent Luckinbill, Martin Scorsese, Molly Smith. Duración: 118 minutos.








