UNA BESTIA COHERENTE
“Soy una bestia coherente. He traicionado a todos, incluso a mí mismo”. Benito Mussolini ha dejado de ser un joven periodista, agitador socialista, fundador de las revulsivas y ultraviolentas Fasci Italiani di Combattimento para empezar su derrotero político ya en el Parlamento en la Italia de entreguerras. Sonríe socarrón y se vislumbra como un hombre poderoso. Quiere ingresar en los manuales de historia. Lo que seguramente no se imaginaría sería el final que le tendría preparado su destino.
Narrada a lo largo de ocho episodios de sesenta minutos de duración, dirigida por Joe Wright –Orgullo y prejuicio (2005), Expiación, deseo y pecado (2007), Anna Karenina (2012), La hora más oscura (2017) y Cyrano (2021), entre otras– y basada en la novela de Antonio Scurati, Mussolini: Hijo del siglo es un drama biográfico que cuenta el ascenso de Il Duce, desde sus comienzos hasta el asesinato del político socialista Giacomo Matteotti en 1924 y su discurso en el Parlamento el 3 de enero de 1925. Los primeros tres episodios ya se encuentran disponibles en MUBI.
Al comienzo, se muestran imágenes de la Segunda Guerra Mundial que terminan con el cadáver del inefable dictador golpeado por la ira popular comandada por los Partisanos hasta ser convertido en una masa amorfa irreconocible. “¿De que ha servido profanar el cadáver de Mussolini? De nuevo estamos aquí”, se pregunta una voz en off sugiriendo algo que la serie profundizará: los inevitables puentes que se tienden hacia un presente en donde el ascenso de las extremas derechas se expande a nivel mundial con epicentro en Europa.
Desde lo visual, es interesante cierta puesta en escena cuasi teatral –algo recurrente en la obra de Wright– en donde ciertas locaciones, sobre todo de los barrios periféricos de la Italia de comienzos de siglo XX, parecen escenografías. A esto se le suma el uso de colores fríos y apagados. Hay también cierta estetización de la violencia tarantinesca y un uso de la música fuera de tiempo, a lo Peaky Blinders, con melodías de rock, pop y electrónica, que vuelven más llevadera la narración. Algunos planos resaltan por sobre otros, como el de una granada que Mussolini agita y, cual revólver de Chejov, termina estallando en el primer episodio.
Otro recurso que llama la atención por su uso poco frecuente es la ruptura de la cuarta pared. En varias ocasiones Mussolini le habla a la cámara y blanquea sus anhelos con el espectador. Su deseo rabioso por alcanzar el poder. Su mentalidad sin escrúpulos. Sus ínfulas de superioridad. El anhelo por tener a Italia, y por qué no a toda Europa, capturada en un puño.
La actuación del joven y prometedor Luca Marinelli como el líder fascista es realmente admirable y merece un párrafo aparte. Logra una metamorfosis digna de un actor de método. Utiliza la totalidad de su rostro como una máscara dúctil dotándolo de una expresividad que logra distanciarlo por completo de su verdadero yo. En este sentido, es interesante como encarna otras facetas de su personaje. Como cuando lo vemos tocando el violín, con sus hijos o su amante, la inseparable Margherita Sarfatti (interpretada muy bien por Barbara Chichiarelli). Que no se confunda esto con humanizar al monstruo sino, más bien, con aquel planteo elucubrado por la filósofa alemana Hannah Arendt. Aquello que al cubrir los juicios de Nuremberg bautizó como la banalidad del mal.
Quizás lo más inquietante de todo esto no radique en la violencia despiadada de los camisas negra sino en aquella pregunta que sobrevuela en la mente de casi todo aquel que se proponga indagar respecto a lo ocurrido en tiempos de totalitarismos europeos: ¿Cómo fue posible que tanta cantidad de personas haya apoyado estos regímenes? La serie, al reconstruir en detalle el propio discurso del político, sus mentiras, sus estrategias maquiavélicas y la rosca parlamentaria, contribuye al intento por encontrar algunas claves. Y, por qué no, hacerlas dialogar con el presente.
Más allá de ciertos clichés y algunos subrayados más propios del director que de la novela de Scurati, la serie redondea un intento más que válido por acercar la historia reciente al lenguaje de las plataformas, estableciendo diálogos que intentan discernir lo incomprensible.
Director: Joe Wright. Guion: Stefano Bises, Davide Serino, Antonio Scurati (basado en M. Hijo del siglo, de Antonio Scurati). Elenco: Luca Marinelli, Francesco Russo, Barbara Chichiarelli, Benedetta Cimatti, Claudio Bigagli, Gabriele Falsetta. Producción: Lorenzo Mieli.