(Italia, 2015)
Dirección: Sergio Castellitto. Guión: Margaret Mazzantini. Elenco: Riccardo Scamarcio, Jasmine Trinca, Anna Galiena, Marina Rocco, Massimo Bonetti, Valentina Cenni, Massimo Ciavarro, Renato Marchetti, Eliana Miglio, Isabelle Barciulli. Producción: Marco Cohen, Fabrizio Donvito, Mario Gianani, Benedetto Habib y Lorenzo Mieli. Distribuidora: CDI Films. Duración: 102 minutos.
El amor rudimentario.
Los espectadores de corazón masoquista quizás recuerden a Sergio Castellitto por Un Loco Amor (Non ti Muovere, 2004), aquel sexploitation para el público mainstream -un tanto delirante a nivel dramático- en el que el conocido actor italiano atesoraba el rol principal y la dirección de la película, una jugada que no le salió del todo bien porque la que se robaba la propuesta era de hecho su compañera de reparto, Penélope Cruz. Como suele ocurrir en estos casos, pasaron los años y el señor trató de ampliar su abanico como realizador sin resultados positivos a la vista, situación que nos deja en el presente: en Nessuno si Salva da Solo (2015) pretende replicar el espíritu atribulado de aquel trabajo y para ello vuelve a convocar a su guionista habitual, nada menos que su esposa Margaret Mazzantini, logrando otro más de esos films fallidos a los que nos tiene acostumbrados el cine italiano reciente.
Precisamente el problema primordial del opus de Castellitto es esa ambición maltrecha que se extiende a gran parte de la producción cinematográfica contemporánea de su país, vinculada en esencia al deseo de recuperar el furor exuberante de las distintas generaciones del neorrealismo: a decir verdad, poco y nada queda del movimiento que entre la posguerra y la década del 80 nos regaló una infinidad de obras memorables, “tan grandes como la vida misma”. Salvo excepciones como El Capital Humano (Il Capitale Umano, 2013), los representantes del humanismo melodramático y exacerbado ya no alcanzan las cúspides de antaño y no pasan de ser un eco de mejores épocas e ideas mucho más revulsivas. Aquí la relación tortuosa de turno es la de Gaetano (Riccardo Scamarcio) y Delia (Jasmine Trinca), él un escritor/ guionista egocéntrico y ella una nutricionista anoréxica y algo ciclotímica.
Ahora bien, la historia retoma la lógica estructural de los flashbacks y flashforwards, hoy por hoy para hacernos atravesar las diferentes etapas de la pareja en función de un presente de separación consumada (el relato regresa intermitentemente a un encuentro culinario entre ambos para discutir los términos de las vacaciones de sus hijos) y un pasado que va desde la comarca luminosa hacia las tinieblas (por supuesto que los susodichos se siguen queriendo porque caso contrario no habría intercambios de reproches durante esa cena de lo más agitada, los que a su vez derivan en flashbacks “explicativos”). Entre los puntos positivos, no podemos obviar que las actuaciones de Scamarcio y Trinca son excelentes y que nuevamente las interpolaciones musicales suman a la intensidad de algunas escenas, destacándose el uso dado a Jersey Girl de Tom Waits y Tower of Song de Leonard Cohen.
Si bien aquí no tenemos una violación como “detonante” de la pasión y la carga sexual es más conservadora que en Un Loco Amor, las similitudes están a la orden del día y abarcan un sinnúmero de detalles en torno a la inestabilidad emocional del dúo y los típicos dilemas de los géneros involucrados: mientras que él de a poco pierde el interés para con sus hijos y empieza a mirar a otras mujeres a puro egoísmo y estupidez, ella se vuelca hacia la histeria y deja aflorar los temores que ocultaba en pos de mantener un manto de piedad sobre el vínculo. Una vez más Castellitto se propone analizar las contradicciones y el carácter más rudimentario de los lazos afectivos desde la tradición pomposa de aquel cine italiano que reinó en la cartelera internacional, no obstante lamentablemente vuelve a construir una epopeya del corazón tan tosca y superficial como el “amor trágico” que pretende retratar…
Por Emiliano Fernández