Hay una gran duda sembrada: ¿Es No existen treinta y seis maneras de mostrar cómo un hombre se sube a un caballo una película o acaso un ejercicio ensayístico que podría presentarse en una clase o un congreso? Si dejamos de lado la variable de la etiqueta, lo que encontramos como sustancia es una trama detectivesca que parte de una frase, la del título. El primer capítulo nos ofrece un material de archivo perteneciente a películas del gran director Raoul Walsh, un hombre que empezó en el cine mudo con cortometrajes (casi todos perdidos) y llegó hasta el declive del cine clásico, más bien hasta esa transición entre la época de oro de Hollywood y su renacimiento en los 70. Dentro de esa primera parte las imágenes muestran a hombres (en su mayoría) subirse a caballos para luego pasar a hombres y mujeres que entran a lugares. La repetición de los planos es un ejercicio de inducción para alcanzar un argumento sobre la frase de “no existen treinta y seis maneras…” que ¿había? pronunciado Walsh. La segunda parte se ocupa de ello.
Para el capítulo dos aparece una voz en off terriblemente nasal y muy distractora del propio Zukerfeld, que narra desde una estructura personal un camino para hallar, en cierta forma, la etimología de lo dicho por Walsh. Atraviesa un texto de Cozarinsky publicado en un libro editado por el BAFICI, pasa por ediciones de Cahiers du Cinema y otras revistas francesas de cine menos conocidas hasta poder dar con el entrevistador que extrajo de Walsh, más que la frase, la idea de que hay solo una manera de mostrar cómo un hombre entra a una sala o su variante, la de subirse a un caballo. Si bien el recorrido es simpático por tratarse de una pesquisa periodística para encontrar una fuente y reconstruir el origen de la frase, lo de Zukerfeld opera en un sentido probatorio de la hipótesis de Walsh que funciona de la siguiente manera: lo que se pregunta en la segunda parte tiene su respuesta en la primera. El director usaba el concepto tanto para los personajes que entraban a un lugar como para aquellos que se subían a un caballo. La faceta formal de la segunda parte se limita a poner en pantalla transcripciones de lo dicho y capturas de las revistas mencionadas. En ese minimalismo se advierte la duda sobre qué tipo de obra acabamos de ver, y de la misma manera en la que se resuelve el misterio sobre la frase de Walsh también podríamos aventurar un razonamiento similar para encontrar la respuesta.
© José Tripodero, 2020 | @jtripodero
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Dirección: Nicolás Zukerfeld. Guion: Nicolás Zukerfeld, Malena Solarz. Producción: Juanse Alamos. Duración: 63 minutos.