Emilia Pérez es un film bizarro, pero extraordinario en todos los sentidos. Primero su director Jacques Audiard, francés, que había ido por primera vez a México hacía 42, y quedó prendado y enamorado de su cultura, pero sobre todo de ese espíritu lúdico (con sus kermeses, sus ferias y plaza de toros) y a la vez del culto a la muerte que los mexicanos llevan como un ADN desde la época precolombina. Por eso decidió rendir un homenaje a ese mundo exótico que había conocido y que se había prometido a sí mismo no olvidar.
La historia la tomó de un personaje secundario de la novela de Boris Razon, “Écoute”, que era un narcotraficante llamado El flaco que quería cambiar de sexo. Como no estaba desarrollado en el relato, él decidió darle la oportunidad de resucitar.
Primero Audiard pensó en hacer con ese material una ópera, tal vez a la manera de “La Ópera de Tres Centavos” de Bertolt Brecht que fue una obra rupturista para la época que supo combinar y articular humor, música y crítica a una sociedad en decadencia.
Emilia Pérez de Audiard posee todos esos ingredientes de la pieza de Brecht, pero en un mundo diferente en el sentido que en aquellos momentos todavía no se hablaba del transicionar (cambiar de sexo) y los narcotraficantes no estaban en su apogeo. Había otro tipo de bandoleros que eran los mendigos nucleados en cofradías.
Emilia Pérez es también una película rupturista ya que no se la puede conectar con las estructuras propias de la comedia musical, porque no lo es. Posee un poco de esta y también está ligada al género grotesco ya que sus personajes en cierto modo lo son. También en ella existe una crítica a una sociedad cuyos valores están trastocados y es decadente.
La historia podría encararse como un melodrama, pero tampoco lo es, por eso es maravilloso el híbrido fílmico que logró Jacques Audiard. A semejanza de la “La Ópera de Tres Centavos” su protagonista escapa de la muerte por un “deus ex machina” (por obra de Dios), en este caso por un cirujano que lo transforma de hombre en mujer.
Jacques Audiard había hecho su debut inglés con The Sister Brothers, ganadora del León de Oro en Festival de Cine de Venecia, Luego la Palma de Oro en Cannes por Dheepan, y fue reconocido con mayor impacto internacional por su película nominada al Oscar Un prophète.
Aunque son varios los géneros que abarca su narrativa, en el caso de Emilia Pérez se basa en la redención, la cual se da a causa del sacrificio extremo de su protagonista, que busca una transformación total, aunque el espectador no sepa bien por qué, si porque quiere realmente ser mujer o porque quiere escapar de la muerte o la cárcel. Audiard deconstruye a sus personajes con singular maestría hasta alcanzar un punto del que no pueden regresar, para luego construir su vida con un nuevo destino.
Lo interesante de Audiard es que resulta un experto en entretejer en un canavá una combinación de tonos, géneros y tópicos atrayentes, como en el caso de Emilia Pérez. Cuadro por cuadro en este film no sólo cambian las imágenes sino también los colores, la arquitectura de la escena y el punto de vista, que gira siempre hacia espacios opuestos, provocando una transición alocada de las secuencias.
Lo curioso de este film, rodado íntegramente en estudios y locaciones de París, es que haya logrado crear un clima tan mexicano, en el sentido lúdico, como en el de la violencia generada por los cárteles de narcos que cada año incrementan su poderío y que generan múltiples desapariciones de personas ya sean de otro cártel o inocentes víctimas que el azar puso en su camino, o mujeres que venden a los proxenetas. En él es posible encontrar el sabor y el espíritu de ese México que combina lo autóctono de los nativos, con picardía del mestizaje y la insolencia del blanco.
La trama de Emilia Pérez se relaciona tangencialmente con cierta realidad (aunque la idea haya surgido de otro personaje) que se relaciona con la vida de Amado Carrillo Fuentes: “El señor de los cielos”, que en 1993 había sido sometido a una reconstrucción facial y una liposucción que le costaron la vida. El médico colombiano y sus ayudantes que realizaron la operación aparecieron muertos en Acapulco. Pero aún existen dudas de su muerte y hay versiones que lo ubican viviendo con su familia, primero en Chile y luego en Mar del Plata, Argentina, y que colabora con la DEA.
La historia de Emilia Pérez comienza con Rita (Zoe Saldaña), una abogada que defiende a hombres maltratadores y déspotas, que aunque le gustaría hacer otro tipo de trabajos, éste le proporciona suculentas ganancias. Al ser tan conocida en el medio de los malandrines es convocada por un violento narcotraficante llamado Juan “Manitas” Del Monte, que le ofrece una enjundiosa suma de dinero para que consiga a un médico israelí que le realice una operación de cambio de sexo.
Poco tiempo después en Londres vuelven a reencontrase Manitas convertido en Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón, la primera mujer transexual ganadora a la mejor interpretación femenina en Cannes) y Rita, a la que le solicita que inicie los trámites para regresar a su país, y llevar a Jessie (Selena Gómez), su mujer e hijos que estaban en Suiza.
Al retornar a México, Manitas, convertido en Emilia se presenta como una tía que desea vivir con ellos. La transición de Manitas-Emilia será pasar de la violencia a ser la benefactora de una ONG que rescata y se ocupa de mujeres maltratadas y victimas de femicidio. No obstante bajo esa apariencia benéfica aún surgen por momentos la violencia en Manitas, una dualidad que cohabita con ella y que en cierto modo posee un parecido al doctor Jekyll y el señor Hyde. En Emilia conviven dos identidades, como las dos caras del dios romano Jano, con características únicas y que afloran en cualquier momento, especialmente en sus ataques de cólera, aunque quiera ocultarlas.
Otra de las estrategias del realizador, fue iniciar el film con Rita, un personaje secundario, tirando por tierra todas las explicaciones de cómo escribir un buen guion que sostiene que el personaje que aparece primero es el protagonista. Éste, que es Emilia, y aparece mucho después. En un juego casi peligroso trastoca el orden establecido por la convención, pero logra que el resultado sea excelente.
Jacques Audiard consiguió no sólo crear una película completamente atípica sino que la dotó de actores y equipo técnico de idiosincrasias diferentes: Zoe Saldaña y Selena Gómez de Estados Unidos, Karla Sofía Gascón de España, (curiosamente en toda su carrera en el género de la telenovela, había interpretado papeles de hombre y sólo en tres películas incluyendo Emilia Pérez fue rescatada como mujer), Adriana Paz de México, Edgar Ramírez de Venezuela y Mark Ivanir de Ucrania.
Damien Jalet de Bélgica, el coreógrafo que había trabajado con Madonna creó cuadros coreográficos recreados y muy bien ambientados en las ferias y las danzas populares de distintas regiones de México como el Jarabe Tapatío de Jalisco o la Guelaguetza de Oaxaca entre otras. Las canciones con estilo opereta con letras de la cantautora y actriz francesa Camille, Virginie Montel francesa, se ocupó del vestuario creando para ello un nuevo lenguaje para diseñar sus modelos con telas y colores fuera de los códigos establecidos.
Además de Netflix otra de las empresas productoras fue Saint Laurent Productions, una filial de la reconocida casa de moda de Alta Costura francesa que produjo también proyectos de Pedro Almodovar, Gaspar Noé, Jean–Luc Godard, Wong Kar Wai, entre otros.
En Emilia Pérez las imágenes en sí mismas son explosivas y a la vez muy discretas, apenas sensibles, pero actúan. Dicen del aislamiento de un ser replegado en sí mismo. Hablan sobre la transformación. La más importante la de Emilia, pero todos los personajes permutan y eso les permite o les da lugar a una segunda vida, a una nueva realidad de ser.
(Francia, Bélgica, 2024)
Guion, dirección: Jacques Audiard. Elenco: Zoe Saldana, Karla Sofia Gascón, Selena Gomez, Adriana Paz, Edgar Ramirez. Producción: Jacques Audiard, Pascal Caucheteux, Valérie Schermann, Anthony Vaccarello. Duración: 132 minutos.