¡Cuantas series que aparecieron o reaparecieron en estos días! Es como darse una especie de panzada, de banquete; empacharse con el tarro de dulce de leche hasta tocar el fondo con la cuchara. Aunque vieron cómo es esto, cuando uno se embucha tres o cuatro canapés al hilo, el gusto del quinto ya medio que se amalgama, por eso a veces hay que ir dosificando el entusiasmo para poder ganar algo de perspectiva y, como quien dice, limpiar el paladar. Pero, una vez que nos engullimos el sorbete de limón, ya se puede tomar carrera y volver al ruedo como si de un festín romano se tratara.
Por mi parte anduve degustando heavy, así que conviene armar una lista. Vayamos haciendo memoria:
1-Volvió The Big Bang Theory con un capítulo bastante potable. Una nueva boda entre Leonard y Penny, aderezada con la venida de ambos padres del novio, encarnados por Judd Hirsch y Christine Baranski, dos ENORMES. Buen capítulo que abre la décima temporada con promesas interesantes.
2-Netflix subió Luke Cage. De esto no puedo decir nada, porque el primer capítulo me aburrió tanto, pero tanto, tanto, que no pude ni siquiera encarar el segundo de la fiaca que me provocaba. El universo Marvel es perfecto en Daredevill, pero los dos spin offs, Jessica Jones y Luke Cage, no están a la altura. En esta última, el protagonista está tan mal dirigido, que se la pasa barriendo y ni siquiera apoya la escoba en el piso. Hay tantas incongruencias, tantas cosas que no cierran de guion, que resulta de visión cuesta arriba y con mochila de acero.
3-Netflix subió también los primeros 10 capítulos de la segunda temporada de The Ranch. La serie no es buena, pero tiene algo diferente. De cualquier manera, esta temporada ganó algo de calidad respecto de la primera. Yo la vivo como una especie de placer culposo. Pero le reconozco una búsqueda, una intención de hacer algo con toques distintos y por fuera de la plantilla de la comedia de situación tradicional. Lo más difícil de digerir es Ashton, pero todos lo queremos mucho.
4-Llegó Divorce, la nueva producción de HBO y Sarah Jessica Parker. En principio me decepcionó un poco, pero conforme transcurrió el capítulo de media hora, entendí algo bastante copado: hay una especie de compromiso con la naturaleza doble de la mujer casada. Una mirada bastante despiadada acerca de lo complejas que podemos ser y de los dilemas que enfrentamos. Aun así la serie chorea mucho. Hay una vuelta al hogar en tren de la protagonista, después de estar con su amante, que es un robo a mano armada de Infidelidad (Unfaitful, 2002), de Adrian Lane, pero con distancias kilométricas en términos de performance actoral. La Parker es muy limitada y no se esfuerza en transformarse en algo distinto. Mismo pelo, mismo maquillaje, botox, cara medió rígida… No ayuda. Uno no puede más que pensar en que otra actriz sería mejor para el rol. En cambio, Thomas Haden Church la rompe en millones de pedazos. Una buena, vamos a ver cómo sigue todo. Por ahora no me hace ilusión alguna.
5-Y finalmente: Westworld, de Jonathan Nolan, basada en la película del 1973 de Michael Crichton, que me recontra partió la bocha. Arranqué viéndola sin demasiado entusiasmo. Tres amigos en los que confío se habían entretenido, pero no habían quedado satisfechos, así que le entré sin demasiada expectativa y muy relajada. Así y todo, el primer capítulo me fascinó.
Lo vi en la madrugada del lunes, y al mediodía volví a mirarlo con el Chuchi. Y después, por supuesto, nos echamos al coleto el segundo. El show, sobre un parque de diversiones que involucra a robots replicantes, que poco a poco van tomando conciencia, está plagado de exquisiteces. Y aunque algunos podrían argumentar que el tema de la inteligencia artificial ya ha sido demasiado visitado, yo le veo una deliciosa mítica borgeana a la serie y creo que se yergue como la narrativa que encara las posibles formas de esclavitud del futuro y como la naturaleza humana las percibe. Hay algo de El Señor de las Moscas, hay algo de Inteligencia Artificial (AI, 2001), hay algo de Blade Runner (1982), algo de Pinocho y algo tan primario y básico como Pigmalión en el argumento que se entreteje complejo, elegante y sutilmente rítmico. Me gusta muchísimo.
Es la única de todos los estrenos que verdaderamente me conmovió, que me movilizó, que me parece que tiene verdadera voluntad de belleza detrás. Y creo que vale la pena engancharse y esperarla semana tras semana. Después de todo, cualquier cosa con Ed Harris y Anthony Hopkins como mínimo se las trae. Harris, como el jinete negro, no puede más de perfecto.
Sí, este año fue muy prolífico. Títulos como The Night Of, Vinyl y Stranger Things vieron la luz para alegría de todos. Series con mucho seso detrás, con inspiración verdadera y profunda. Y ahora, con Westworld, podemos decir sin lugar a dudas, que el postre del año viene bien cargadito y voluptuoso., rico y bueno. Lleno de alegría y belleza.
Como siempre, es bueno saber qué les pareció a ustedes. ¡Escriban!
Laura Dariomerlo / @lauradariomerlo