Pelléas et Mélisande
Dirección musical: Emmanuell Villaume. Dirección de escena: Olivia Fuchs. Producción: Teatro Colón (basada en la producción de la Holland Park Ópera, Londres, 2010). Música: Claude Debussy. Libreto: Maurice Maeterlinck. Diseño de Escenografía y Vestuario: Yannis Thavoris. Coreografía: Claire Whistler. Reparto: Markus Werba, Anne Sophie Duprels, Marc Barrard, Kurt Rydl, Fabiola Masino, Vera Cirkovic, Mario De Salvo, Sebastiano De Filippi. Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Prensa: Teatro Colón.
Tragedia del amor prohibido, Pelléas et Mélisande, recorre diversos tópicos: lo viejo frente a lo nuevo (o la juventud frente a la vejez), las generaciones y la filiación, el poder impotente frente a lo inevitable, las múltiples facetas de lo femenino y lo masculino.
La escenografía mínima de ningún modo significó carencia. Aprovechamiento máximo de los artefactos diseñados por Yannis Thavoris, artefactos que con su presencia constante perecieron insinuar lo inapelable. Geometría simple, líneas bien definidas, planos inclinados con perspectivas contundentes, fueron muy bien explotados por Olivia Fuchs y por un elenco que supo valérselas con las incomodidades que el marco les presentaba (por caso, Anne Sophie Duprels debió cantar dentro de un anillo vertical mientras ella misma lo hacía rodar). La puesta recoge el espíritu simbolista del maridaje entre Debussy y Maeterlinck. Sin ser la interpretación para nada neutra, la pluralidad de sentidos estuvo siempre presente. La misma materia siempre ahí, a la vista, supo ser arroyo y bosque, y fuente y habitación, y el viejo y opresivo castillo, y balcón, y gruta, y lecho de vida y de muerte.
Un cuerpo de baile figurante hilvanó con grandes aportes dramáticos las diversas escenas. Utileros útiles a la confección de la trama y del escenario. Este recurso fue vital para mantener el espesor constante de la obra. No hubo momentos escénicos diluidos, ni cuando el canto se ausentaba, ni ante el más puro silencio (puede que recuerde mal, pero si no equivoco el momento, hubo un silencio en el cambio de escena del cuarto acto que fue estremecedor).
La voz de mando de la obra la tuvo el imponente Arkel de Kurt Rydl, que en cada intervención se abrió paso inundado la sala de autoridad. Marc Barrard consiguió que su Golaud evolucione acertadamente a lo largo de la obra (ternura, ira desbordada, arrepentimiento) con un buen desempeño vocal (la segunda escena del segundo acto, clave en la transformación del personaje, fue excelentemente abordada). Fabiola Masino ofreció un exquisito Yniold (juro que por momentos en verdad parecía un niño).Y Anne Sophie Duprels. Con ella hasta el segundo círculo del infierno. Con ella, cuyos ojos, por momentos, podrían dar lecciones de inocencia a Dios y cuyo trabajo podría dar lecciones de muchas otras cosas. La evolución de la femineidad de Mélisande se hace carne de modo superlativo. Lo que busquen en una mujer, en una artista al servicio completo de la obra.
Si Markus Werba no convenció fue sólo por contexto. Tuvo un maratónico despliegue, pero su impostación fue tal vez excesiva, aunque logró generar una presencia constante y bien definida. Posiblemente la mayor ovación se la llevó Emmanuell Villaume con su dirección orquestal, que si bien fue muy expresiva cabe decir que por momentos no se atuvo a las intenciones de Debussy respecto de la revalorización de la poesía, cuando las voces se perdían en la intensidad de la música.
Debussy y Maeterlinck realizan una obra sutil sin rimbombancia y sin exabruptos. La versión que nos ofrece el Teatro Colón le hace justicia, una versión en la que nada de lo que sucede es insignificante.
Teatro: Colón – Cerrito 628
Funciones: martes 9, viernes 12, martes 16 y miércoles 17de agosto a las 20.30 hs.
Entrada: desde $120. (Cazuela y Tertulia de pie $40, Paraíso de pie y Galería 2º lateral 3ª fila $30).