“Qué hago si ya me cansé de mí misma?”*
En cualquier caso, se trata de una mujer poderosa
Junto a su equipo técnico, Gabriela González Fuentes apela a las fases más comunitarias del cine en esta obra sobre Rita Segato, autora contemporánea con los discos de vinilo y más vigente que ellos. Estos pasajes mechan todas las versiones que Segato ha sido en lo público, muestran sus mayores espontaneidades. Cuando es “más ella”, no hay máscaras ni sitios de residencia válidos. El día a día de la escritora incluye también la presencia de los sonidistas o camarógrafos en el plano. La misma Gabriela aparece, unas veces para preguntar, otras para afianzar complicidades. Así va comulgando la mirada de la realizadora y el quehacer de su protagonista.
Para mostrar todas sus caras, la vemos despeinada, cuidando sus atuendos cuando va a eventos, conversando con sus dos hijos, cantando en una plaza con su marido, o en una entrevista sobre sus libros. Lo intuimos, y se habla sobre esto durante el documental: ningún nombre ni las acciones ni apariencias bastan para hacerse a la idea de quién es alguien.
Ante tal flexibilidad, en el maleable montaje de Guillermina Chariglione no haría falta la Rita hablando sobre el exilio y su apoyo hacia Gabriela. Tal escena, ocurrida en medio del candor en un concierto en Tilcara, redunda en algo que ya ambas autoras transmiten durante otras escenas. Las grabaciones de Ernesto Carvallo, hijo de la escritora, son otro de los mayores ejemplos de familiaridad.
A propósito de esta, un momento con Ernesto y otro con Jocelina Segato perduran por todo lo que significa vincularse. Ambas escenas enfrentan, a través del diálogo y la puesta en escena, las diversas perspectivas de Rita como mamá y las de sus hijos como individuos. Con el primero ella, sentada frente a él, divaga entre múltiples temas: emigración, estudios, las abuelas como aliadas en la crianza, y el rol de los hijos. En el diálogo de ellas, ubicadas casi una al lado de la otra, narran interrumpidamente un recuerdo alrededor de la pintura “Primeros pasos” de Antonio Berni. Hay tanto amargura como jocosidad en la falta de correspondencia de sus versiones e interpretaciones de la misma.
Así, en tales escenas, donde lo memorable es sinónimo de lo casero, son claras las complejidades de cada identidad a la par con la cámara tambaleante. Aquella se escurre entre el cansancio, la gracia, el tiempo libre y la vida dedicada a reflexionar la existencia. Por fuera de lo intelectual, la estructura propuesta en la película reorganiza qué ocurre a modo creativo, dentro, muy dentro, de cada organismo maternante.

*La pregunta la hace Rita a la cámara, entre tierna e incómoda, al final de este conjunto de retratos entre viajes geográficos y de ingenio.
(Argentina, 2025)
Guion, director: Gabriela González Fuentes. Duración: 82 minutos.
 
								 
															 
				







