Entre el melodrama y la desconexión
Romper el círculo aborda temas sensibles como la violencia doméstica y las relaciones tóxicas, parece estar más enfocada en el drama superficial que en una reflexión seria sobre la complejidad que estos asuntos demandan.
En el marco de los acontecimientos actuales y el creciente interés por un tratamiento cuidadoso de temas relacionados que, en paralelo y de manera inesperada, se convirtieron en tapa de todos los portales, el enfoque adoptado resulta no solo problemático, sino también simplista y, en última instancia, fallido, que ni siquiera es posible avalar por las buenas intenciones.
Una adaptación que no encuentra su lugar
La novela original de Hoover gozó de gran éxito, pero adaptar este tipo de historias al cine requiere más que la traducción directa y casi caricaturesca de sus elementos. En este caso, la película cae en la trampa de tratar un tema grave de manera casi infantilizadora, restándole la seriedad que merece.
Por momentos parece hecha para encajar en el molde de los dramas románticos de televisión y no para confrontar la profundidad emocional o el trauma que afecta a sus protagonistas. Esto provoca una desconexión palpable entre lo que el público espera de una historia de este tipo y lo que realmente recibe en pantalla.
El tratamiento de los personajes, desde su diseño hasta su evolución, está lejos de ser convincente. Las situaciones de violencia que atraviesan, y que deberían ser el núcleo de la historia, están presentadas de forma trivial y revisadas de forma demasiado ligera.
Las tensiones que, entiendo, tenían como objetivo primario resonar con fuerza en el espectador, terminan pareciendo forzadas y hasta artificiales, como si estuvieran tratando de cumplir sin ganas con un guion en el que las emociones fluyen de manera inorgánica. El rompecabezas de lo que se ve parece escrito por un equipo de autores de Corín Tellado y alguien salido de un concurso del Reader’s Digest. Por supuesto, y lo pienso a medida que desgrano la idea, esto puede deberse también a una elección surgida desde el proceso de edición final.
Este enfoque puede funcionar en el mercado de origen, donde la novela tiene una gran base de seguidores, pero difícilmente puede captar la atención del público local, que podría percibir la desconexión entre la representación de un tema tan serio y la realidad. Me atrevo a decir aùn más: es complicado pensar que la película tenga una larga duración en cartelera fuera de ese contexto, a no ser que sea sostenida artificialmente por presión comercial.
El elenco es uno de los puntos más débiles de la película. Si bien Lively ha demostrado su capacidad actoral en otros proyectos, en este caso no logra imprimirle a su personaje la complejidad necesaria para que la audiencia se conecte con su situación. Su interpretación se siente superficial, incapaz de profundizar en las emociones más oscuras que intenta transmitir sin éxito.
Párrafo aparte para Baldoni, quien se reservó el papel del neurocirujano Ryle Kincaid, (personaje que en la novela es central), y despliega una actuación torpe y desentonada, más cercana a la parodia que a una representación seria de un hombre atrapado en sus propios traumas; que conste en actas que esta descripción tiene que ver con la idea que hace del propio guion, y no la idea que me hago al respecto en base a lo observado.
Ojo, que esto no termina acá. La elección de Baldoni como actor principal parece más una decisión derivada de su rol como productor y dueño de los derechos desde 2019, que una cuestión lógica basada en su capacidad interpretativa. Resulta difícil creer en él, puesto que luce incómodo, como si tomara consciencia de lo poco convincente que es su imagen de neurocirujano exitoso, e incluso intentan una broma al respecto en medio de los diálogos.
El dolor visual de verlo apretado en su camisa como si estuviera a punto de transformarse en una versión malograda de Hulk solo añade un toque cómico no intencionado, lo que debilita aún más la seriedad de la historia.
El resto del elenco también falla en elevar la calidad general. Las actuaciones secundarias se asemejan a las de un culebrón promedio o una producción hecha para Hallmark, sin la profundidad o el carisma que uno esperaría de una película destinada a la gran pantalla. La falta de química entre los actores principales y secundarios es notoria, y esto afecta gravemente la credibilidad de las relaciones que se representan en la película.
Una trama que pierde el rumbo
Aunque la historia sigue los eventos principales de la novela, lo que se intenta contar no logra darle el ritmo adecuado para que las instancias de cada acto mantengan el interés del espectador. La película sufre de una notable falta de lucidez narrativa.
Las escenas se suceden sin verdadera conexión emocional, lo que hace que el desarrollo de los personajes parezca apresurado y con limitada justificación. La falta de un enfoque claro sobre cómo manejar la representación de la problemática que es, teóricamente, la problemática central, hace que la estructura tambalee constantemente entre el melodrama barato y una desconcertante superficialidad.
En su intento por mantener un tono accesible, el relato se convierte en un despropósito que trivializa el sufrimiento de sus personajes, transformando lo que vendió desde el libro que le sirve de inspiración como un ejemplo de resistencia y superación, en una especie de fábula romántica ejecutada de manera confusa.
Las decisiones narrativas, que quizás buscan apelar a una audiencia más amplia, terminan traicionando el mensaje de la historia, y el resultado es una producción que no logra conectar ni emocional ni intelectualmente con el público.
Conclusión
El film tenía el potencial para ser una película más o menos relevante, pero se pierde en su tratamiento superficial de temas graves y en interpretaciones que no logran capturar la esencia de lo que se narra. Aunque la película puede hacer eso en los fans de la novela, aquellos que buscan una representación más seria y matizada del tema principal probablemente salgan decepcionados. En el contexto local, en el que las representaciones de estos temas son más necesarias que nunca, Romper el círculo se siente como una oportunidad perdida.
(Estados Unidos, 2024)
Dirección: Justin Baldoni. Guion: Christy Hall. Elenco: Blake Lively, Justin Baldoni, Jenny Slate, Brandon Sklenar, Amy Morton. Producción: Christy Hall, Jamey Heath, Blake Lively, Alex Saks. Duración: 130 minutos.