El único final feliz es la muerte
Ocho años pasaron desde que RKSS (el colectivo de directores canadienses conocido como Roadkill Superstars, compuesto por François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell), estrenaran su opera prima, la genial Turbo Kid, y unos cinco desde su siguiente película, Summer of 84. Después de tanto tiempo y con tan buenos antecedentes, Wake Up resultó un film muy esperado tanto por el público como por la crítica.
El argumento es harto sencillo: un grupo de activistas ambientales, Gen Z, ingresa a un centro comercial como acción política, pero serán salvajemente asediados por un guardia de seguridad que no les dará respiro. Al igual que en Turbo Kid, se demuestra la potencia de una idea simple bien ejecutada.
Wake Up es visualmente cautivante. Además de tener planos increíbles, combina una buena paleta de colores sin caer en el preciosismo: define a fuerza de sangre y se aferra a los patrones de un slasher “de ley”. En ese sentido, son destacables los métodos que utiliza el grupo para aniquilar al guardia y viceversa. En ciertos pasajes podemos disfrutar incluso de una planificación perversa para las ejecuciones que nos recuerda a aquellos bocetos dibujados por el coyote en la caricatura del Correcaminos, o también a Mi pobre angelito.
El objetivo de los activistas es la de destruir el “Home Idea”(1) porque arruinó económicamente las pequeñas tiendas de la zona, pero, ante todo, porque su política medio ambiental es una farsa.
Ante la posibilidad de lanzar una diatriba contra la deforestación de las grandes compañías, la película no avala la veracidad de la historia de los manifestantes. En ningún momento se nos intenta convencer sobre las políticas ambientales que toma la empresa, por lo que no se apela a nuestra ética. Ciertamente como espectadores solo vemos a un par de locos que insisten en la culpabilidad de la tienda y no nos queda otra que creerles. Por otro lado, el sanguinario guardia (Turlough Convery) tampoco nos propone la empatía con su punto de vista a través de cuestionar el extremismo de los jóvenes. Este hecho resulta un acierto porque el filme aparta valores y razones a cambio de la invención y la perversidad en la matanza.
La lógica del gato-ratón es explicitada rápidamente y subrayada por dos cuestiones básicas. El guardia se nos declara cazador aficionado, con lo que podemos intuir que este evento no se resolverá con un llamado a la policía ni con un par de paredes garabateadas. Por otra parte, los militantes portan vivaces máscaras que evocan animales y reafirman este marco de cazador-presa.
Asimismo, el recurso del disfraz también es un acierto de doble naturaleza. En lo visual, resaltan durante el rodaje y dan lugares a planos muy disfrutables, y por otro lado, permite la economía de lo simbólico. Esto quiere decir que los miembros del grupo no deben desarrollar un carácter sino que los animales de la máscara hablan por sí mismos, al tiempo que permite no detener el ritmo de la película y de la sangre.
Una incursión rápida, brutal e imperdible.
1: “Home Idea” está básicamente emulando a las cadenas de muebles, Ikea. El reconocimiento por parte del espectador es inmediato. La película no fue rodada allí, pero da esa indiscutible impresión.
(Francia, 2022)
Dirección: RKSS. Guion: Alberto Marini. Elenco: Turlough Convery, Benny O. Arthur, Charlotte Stoiber. Producción: Laurent Baudens. Duración: 90 minutos.