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Festivales - SITGES

#SITGES2025 | Gaua

LA NOCHE COMO ESPACIO SIMBÓLICO 

“La narración, que durante tanto tiempo floreció en un ambiente artesanal —en el campo, en el mar y en la ciudad—, es en sí misma una forma artesanal de comunicación. No se propone transmitir el ‘puro en sí’ de la cosa, como una información o un reporte. Más bien sumerge la cosa en la vida del narrador para luego poder recuperarla de él. Así, la huella del narrador queda adherida a la narración, como la del alfarero a la superficie de su vasija de barro.”
Walter Benjamin

 

El folclore como matriz cultural de un pueblo 

Una de las enseñanzas fundamentales legadas por Claude Lévi-Strauss, padre de la antropología estructural, es la necesidad de comprender las leyendas y mitos en tanto construcciones sociales significativas. En El totemismo en la actualidad (1962), afirma: “Se comprende, pues, que las especies naturales no son elegidas [en el folclore] porque son ‘buenas para comer’, sino porque son ‘buenas para pensar’ (bonnes à penser)”. Esta célebre afirmación revela que los elementos del folclore —animales, espíritus, lugares sagrados— funcionan como signos dentro de un sistema cultural estructurado. A través de ellos, una comunidad elabora conceptos complejos sobre el orden social, la naturaleza, la vida y la muerte. 

En consecuencia, el folclore posee una estructura lógica y coherente, análoga a una gramática, cuyo análisis permite desentrañar las matrices de pensamiento y los elementos identitarios de una cultura. En una línea argumental convergente, el antropólogo Clifford Geertz hace alusión a las “redes de significación” como entramados simbólicos que otorgan sentido a la experiencia humana. Desde esta perspectiva, el folclore no es un simple repertorio de narraciones heredadas, sino una práctica viva que cada generación reinterpreta, manteniendo su vigencia en el imaginario colectivo.

 

El advenimiento de Gaua (la noche) 

Paul Urkijo Alijo, prolífico cineasta vasco, ha manifestado en su obra un notable interés por el imaginario mitológico de su tierra, ya sea proponiendo una visita al infierno en Errementari (2017), o un viaje a las huestes de Carlomagno en Irati (2022). En su más reciente propuesta, Gaua, nos introduce en una hipnótica travesía hacia un auténtico aquelarre.

Resguardada por la oscuridad del bosque, la película desarrolla una narrativa profundamente arraigada en el folclore vasco del siglo XVII. La estructura del filme adopta inicialmente el molde del cuento medieval: seguimos a Kattalin (Yune Nogueiras), una joven que escapa a la espesura tras haber envenenado a su marido (Xabi López). Víctima de las imposiciones sociales y de un matrimonio forzado, Kattalin encuentra libertad y afecto correspondido en otra joven de su aldea (Erika Olaizola). Su huida representa un acto de insumisión frente a una existencia que percibe como vacía de sentido. En el bosque, se encuentra con un grupo de mujeres que también buscan preservar su autonomía, y quienes le ofrecen refugio con una condición: relatar una historia de terror. 

Sobre esta base, Gaua adopta una estructura clásica de relatos entrelazados: tres historias autónomas enmarcadas en una narrativa general. Este recurso recuerda al viaje en Los cuentos de Canterbury, de Chaucer, o la peste en el Decamerón, de Boccaccio, que operan como relatos-marco desde los cuales emergen ficciones independientes. En este caso, las narraciones introducen figuras del imaginario vasco como el cura Mateo Txistu o la criatura Gaueko. 

Estas historias se distinguen por su cuidada factura visual y un diseño sonoro envolvente, que sumerge al espectador en atmósferas oníricas e inquietantes. La incursión de Kattalin en el bosque actúa como umbral hacia lo desconocido, un espacio que, al mismo tiempo, perturba y seduce. El bosque, en efecto, se presenta como el espacio simbólico por excelencia de la iniciación: en su espesura se produce una muerte simbólica seguida por una resurrección, marcada por el resurgimiento de la libertad y el autoconocimiento, más allá de visiones binarias. 

Asimismo, los diálogos funcionan como un segundo marco narrativo que delimita, aunque de forma cada vez más tenue, la frontera entre el mundo diegético y el mundo narrado. Esta frontera se difumina progresivamente a lo largo del metraje, hasta fundirse por completo en un desenlace abierto, cuya interpretación principal remite a la liberación individual y a la afirmación de lo colectivo. 

No obstante, es posible advertir que la estilización poética del caos tiende, en ocasiones, a una cierta dispersión estética. Esta tendencia puede debilitar la cohesión narrativa general, especialmente en los pasajes en los que el simbolismo prima por sobre el desarrollo argumental. Aun así, Gaua logra consolidarse como una obra sugerente y profundamente comprometida con la exploración simbólica de la noche, el deseo, y la memoria cultural. 

(España, Estados Unidos, 2025)

Guion, dirección: Paul Urkijo Alijo. Elenco: Yune Nogueiras, Elena Irureta, Ane Gabarain. Producción: Ander Sagardoy Xabier Berzosa Ander Barinaga-Rementeria. Duración: 93 minutos. 

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