Soema Montenegro en Café Vinilo
Miércoles 14 de septiembre
Soema Montenegro: voz, guitarra, cuatro venezolano y caja.
Marcos Cifuentes: contrabajo. / Jorge Sottile: bandoneón y percusión. / Edu Herrera: guitarra.
Invitados: 1000hongos (Gustavo Nasuti en bombardino; Mariano Gamba en saxo y flauta traversa), Hari y Alejandra Ortis en voces, Gerardo Velikovski en batería, Javier Schirmo en piano, Carli Aristide en guitarra eléctrica, ronroco y efectos.
“Un día desperté y estaba cantando…la música se fue instalando y ella me trajo la guitarra, el canto y la poesía…me adoptaron, me transformaron, moldearon mis cuerpos y en alegría me siguen transformando”
Presentación de la placa “Passionaria”.
La Passionaria, o flor de la pasión, es una liana trepadora que puede llegar muy alto; en lo bajo, sus raíces pueden vivir muchos años y sus flores inundan con colores…eso mismo trasmite la voz de Soema…de la calma, el origen, lo ancestral, lo lírico y onírico, las invocaciones, el romance, el color y las texturas, todas distintas, amplias, llegando al kaos, al grito, a la demencia, siempre en armonía, encontrando en lo no convencional una manera equilibrada de expresar su maravilloso arte. Y no está sola, sus músicos adornan esos cánticos con magia pura, cada uno en su mundo, en su esencia, aportan belleza universal. Entre huaynos, milongas, fados, valsecitos, vidalas y chamamé. El público también cumple su rol, acá no somos simples espectadores, sino participantes de ese instante en el tiempo, guiados por Soema, haciendo eco con nuestras voces, logrando una atmósfera de comunión en el cafecito de Palermo.
Esa noche sonaron todas y cada una de las canciones del disco, hubo muchos invitados, ya que lo que querían trasmitir era el espíritu con que fue creado, así, tal cual había sido imaginado y materializado. Cada tema tiene su propia personalidad y fuerza; hubo milonguita: “La milonga de la ensoñada” donde abunda el timbre del bandoneón y la guitarra criolla de esta hermosa mujer. El bellísimo chamamé “Mi camalote”, acompañado del cuatro venezolano, el bandoneón, y su fulgurante poesía. “Colibrí” es una canción que explora diversos matices, mucho movimiento al comienzo para terminar con la voz y la caja, pasando por los sonidos mancomunados del bandoneón, el arpa de boca, la flauta traversa, las guitarras, y el contrabajo. Momento lúdico en “Molecularmente”, donde Jorge Sotile despliega una batería de instrumentos de cocina y los percute mientras Soema saca su lado más surrealista e interpreta unas letras acordes al instante.
La gente de 1000hongos subió a darle alegría, colores, sabores y mucho ruido a “Flores del Desierto” haciendo que el cuerpo se quiera mover al compás. También se lució el fado que interpretaron con Juanito el cantor, coproductor del disco. Hubo momentos esotéricos y sobrenaturales, de la mano de Soema, Hari y Alejandra, invocando a la Passionaria, voces improvisando, recitando mantras de energías femeninas. En todo momento se siente el juego, no sólo de la voz, los instrumentos varían sus matices, cambian el volumen, crean escenarios, sentimientos, se siente el regocijo de estar ahí, de que están conectados con ellos y con el momento presente. Su arte se extiende a la poesía, las letras son autoría de Soema y de los músicos. Sorprendida placenteramente fui al escuchar la Vidala que escribió Marcos Cifuentes, y que interpretó la cantante, acompañada del sonido de su contrabajo. Hubo bises, y un final pleno de caja, miradas intensas y la voz sanadora.
Café Vinilo. Gorriti 3780. Tel 4866-6510.
PD: La foto pertenece a Hernán Vargas