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Cine

Springsteen: Música de ninguna parte

Es interesante entender el tratamiento que Scott Cooper le ha brindado a este proyecto, otro más sobre una celebridad del mundo musical. Springsteen: Música de ninguna parte diferencia su estructura de los biopic sobre Bob Dylan o Robbie Williams (por nombrar las más recientes) en los que se daban a conocer a los personajes de raíz, desde sus comienzos. Dylan aparecía en escena al llegar a la ciudad de Nueva York como un extraño en un film lineal y muy bien estructurado, mientras que el de Willams se desprendía desde el propio nacimiento del personaje principal y la peculiaridad de utilizar a un mono para caracterizarlo, sumado a un sinfín de determinaciones creativas por demás originales.

SMDNP está basado en el libro de Warren Zane Deliver Me from Nowhere: The Making of Bruce Springsteen’s Nebraska y no intenta ser un biopic completo de The Boss (quien, a su vez, autorizó esta realización) sino solamente la representación de un retazo de su vida. Específicamente, entre 1981-1982, período en que Springsteen regresa a New Jersey al finalizar el tour tras el éxito de su disco The River. Era el momento en que Jon Landau (interpretado por Jeremy Strong), crítico de la Rolling Stone, se convierte en su productor y gran influencia artística, una especie de manager que entiende el padecimiento del cantante y se planta con firmeza ante todo requerimientos de ejecutivos del estudio Columbia Records, empezando por Al Teller (David Krumholtz).

El conflicto principal es que Springsteen se encontraba en un momento descripto como de “fragilidad mental”, “torturado” y con una notoria imposibilidad para relacionarse con otros, como Faye, una mesera (Ordesa Young), en quien recae la trunca faceta sentimental del film.

Jeremy Allen White (The Bear) es Springsteen en una muy lograda y convincente interpretación de la que no se espera espectacularidad más que algún acto musical, como el que interpreta la potente “Born in the USA”,; una manera para dejar contentos a fans, ya que la película va por otro lado, por un camino bien oscuro y con objeto de querer demostrar cómo puede generarse el proceso creativo de un músico,. En este caso en particular, la grabación de samples desde la cama de un dormitorio influenciado mientras mira Badlands, de Terrence Malick, en una TV y con una depresión certera.

El resultado de los demos se materializó en Nebraska, su placa grabada en cassette en cuatro pistas y trasladada a un master en vinilo. Un proceso inverso, de menor calidad al que debían aislarse materiales constituyentes de la grabación original y pasar por una “limpieza”. La calidad de grabación y postreproducción no sería la misma que si la hubieran grabado en un estudio, pero fue esa la intención de The Boss y la injerencia de Landau con una clara frase que marca en gran parte al film: “No habrá singles, no habrá tours, ni entrevistas: el álbum hablará por sí solo”.

Los indicios de la depresión de Bruce se intercalan a través de flashbacks en blanco y negro, una historia de violencia familiar y desapego. Su padre, Douglas (Stephen Graham, de Adolescencia), en cierta manera puede compararse al padre de Williams en Better Man, no por la competitividad con el pequeño Bruce (Matthew Anthony Pellicano Jr.) pero sí por causa del alcoholismo, lo que le impide todo tipo de relación más que el acompañamiento a ver La noche del cazador, de Charles Laughton, en varias ocasiones; un largometraje protagonizado por Robert Mitchum, con una performance que inspiró a Springsteen para las letras de varias de sus canciones.

Cooper, quien ya había trasladado la vida de un músico a la pantalla en Loco corazón, logra con Springsteen: Música de ninguna parte una propuesta muy personal y respetuosa de The Boss. No se detiene en el jolgorio del éxito ni en intentar realzar la acción con los temas musicales más conocidos del autor. Que el film se enfoque en tan sólo un tramo de la vida del cantante es una decisión acertada y que se celebra.

(Estados Unidos, 2025)

Guion, dirección: Scott Cooper. Elenco: Jeremy Allen White, Stephen Graham, Odessa Young, Paul Walter Hauser, Jeremy Strong, Gaby Hoffman. Producción: Scott Cooper, Ellen Goldsmith-Vein, Eric Robinson, Scott Stuber. Duración: 120 minutos.

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