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CRÍTICAS

Temporada Alta : Mi gran obra – España

Creación y dirección: David Espinosa. Producción: EL LOCAL EC. /CAET, con la colaboración del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Ayudante de dirección: África Navarro. Música y sonido: Santos Martínez – David Espinosa. Espacio escénico: David Espinosa – Air maquetas y proyectos de arquitectura. Interpretación: David Espinosa – Cía. Hekinah Degul.  Prensa: Marisol Cambre.

Porque lo único que nos hace pequeños, es la incapacidad de soñar.

A partir de las vanguardias teatrales se han dado debates por los cuales la investigación se preguntaba si existe teatro sin texto, si existe sin actores o si existe teatro sin público. Para no extendernos y alejarnos de lo que se trata con Mi gran obra, resumiremos que más allá de opiniones diversificadas, en un cúmulo general de las de teóricos e investigadores de las artes escénicas de todo el mundo: definitivamente puede existir teatro sin texto, de ninguna manera hay teatro sin público y en general se coincide en que tampoco hay teatro sin actores. Esto se basa en la definición de teatro, por la cual este arte es el interpretativo del ser humano, que relata una historia (literatura dramática) a través de las herramientas de su cuerpo y emociones (arte del actor).¿ Pero qué pasa si asistimos a una representación sin actores, que relata una historia a través de muñequitos que miramos con larga vistas, pero en donde los muñequitos son movidos en vivo por un actor/director? Sucedería por momentos la clasificación de teatro de títeres. Sin embargo no hay un carácter que se le forje a cada muñequito para componer un personaje, y allí se aleja del trabajo del titiritero.

¿Qué es entonces, Mi gran obra? ¿Es teatro, es una performance, artes visuales? Los investigadores y críticos escénicos no tenemos por qué coincidir en las definiciones, quien suscribe la clasificaría como artes performáticas / visual. Pero que algo como esto ocurra en el 2016, que en la actualidad los artistas aún puedan inventar géneros, habla de las posibilidades infinitas del arte y mínimamente un nivel creativo muy interesante por parte de su creador. Algunos podrán decir que la realización es facilista. Muñequitos como de cotillón o de maquetas, industriales, no realizados a mano, que son pegoteados un poco acá y allá, de repente bañados en arroz, poniéndolos entre palmeras y una lata de Coca Cola, jugando con un poco de surrealismo y el ‘’object trouve’’ que encontramos en numerosas exposiciones de arte contemporáneo. Pero hay una poética continua minuciosa e inteligente, desde el pre inicio del espectáculo, inclusive y hasta su final, que derrumba esta tesis.

Entramos a una antesala y vemos una valija con el título de la obra: ‘’Mi gran obra’’. Un pequeño bus amarillo y algunos muñequitos diminutos. Se nos explican algunas reglas para poder ver el espectáculo. Y se nos exponen incluso contenidos políticos importantes. Estos se refieren a la problemática de los teatristas independientes, en particular los directores creadores, a la hora de hacer teatro, respecto de los costos de producción. Se nos mencionan – no de forma casual – las clases sociales, por las cuales unos integrantes del público estarían por sobre otros en las gradas alrededor de una mesa como de escritorio, con el fin de poder observar cómodamente, con catalejo, lo que allí se expondrá. Y es que toda la obra estará representada a una escala de 1 a 87. Lo que el director plantea es qué pasaría si uno no tuviera las restricciones de presupuesto y ya que estamos, ni aún las edilicias, para crear con libertad plena.

Pero así como la carencia de ella, el exceso de libertad también podría ser angustiante. Y es quizá desde ese lugar, desde lo pequeño que es el ser humano en un universo que desconocemos casi por completo y que, por si fuera poco, encima se sigue expandiendo, que la obra muestra en el relato la fragilidad de la vida; la pequeñez en relación al espacio y ante los otros; el poder; el abuso; lo ridículo de lo estructurado, y la sensación de que hay como ‘’un dedo de Dios’’ que puede destruirlo todo. Y así el arroz que cae porque nos casamos puede no parar hasta matarnos. Y una lata de Coca-cola aparece representando a la potencia más compleja del mundo.

Pero están los artistas y el amor, también está el sexo, los animales y los espectáculos, que hacen que todo este viaje valga la pena, a pesar de la muerte.

Teatro: Timbre 4 – México 3554

Funciones : 6 de Febrero.

calificacion_3

Por Natasha Ivannova

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