Hace algunos Festivales de Mar del Plata atrás, presencié la Masterclass que brindó Susan Sarandon. En realidad se trataba más de un diálogo abierto con el público que una clase magistral. Llegué un poco tarde porque había empezado antes, dado el entusiasmo del público presente. Me perdí a Tim Robbins, su marido, que también dio una charla. No me acuerdo prácticamente una sola palabra de lo que dijo, a excepción de la respuesta que le brindó a una actriz anciana. La misma le dijo:
“Sra. Sarandon, mi nombre es China y soy actriz (ovación), y le quería hacer una pregunta; ¿cuál es el lugar que ocupan las actrices mayores de 50 años en el Hollywood de hoy en día?”
Sarandon, que ya estaba bastante cansada de preguntas farandulescas, se quedó muda. En parte, porque estaba asombrada que esa anciana, a la que le costaba un poco caminar y pararse, recibiera una ovación digna de un cantante frente a su público con cánticos (olé, olé, olé, China, China) y aplausos; en parte porque la pregunta era muy buena y la agarraba desprevenida. Su respuesta fue más o menos así:
“No hay mucho lugar. Cuando la mujer cumple los 60 queda estancada en roles secundarios de madre y/o abuela. Cada vez hay menos lugar y menor desafío para las mujeres mayores, sin importar lo que hayan hecho en el pasado”.
En Larry Crowne, Tom Hanks y Julia Roberts, deben luchar contra el paso del tiempo. Hace 17 años atrás eran figuras vigorosas, enérgicas, seductoras, irresistibles. Últimamente, a pesar de seguir siendo los artistas mejor pagos de Hollywood, no pueden luchar contra lo predecible. Cuando uno pierde años, la experiencia no cuenta como tal y deben dejarle lugar a las nuevas generaciones.
Es muy irónico, por eso que un proyecto que los reúna a ambos parta justamente de uno de ellos. Hace 17 años, contratar a ambos en una comedia romántica podría haber dado por resulta un éxito absoluto. Hoy en día, están viejos. Repiten fórmulas que funcionaron bien y quedan anticuados, pero justamente, Hanks es tan autoconsciente de ello y enfrenta tan honestamente este desafío que no le importa el “que dirán” y concreta una película personal, una visión sobre los prejuicios sociales y hacia la edad, en la que no desea generar un debate o reflexión profunda. Solamente tira el tema sobre la mesa, sin demasiadas pretensiones, y entretener durante una hora y media.
¿Es tanto pecado eso? El personaje de Larry es el típico bonachón que ya ha hecho varias veces: mezcla de inocente y hombre medio, con mayores aptitudes de las que aparenta tener en un principio. Alguno crítico ha comparado su personaje con Forrest Gump, lo cuál me parece bastante errado. De hecho, Larry no es más que la versión estadounidense de Viktor Navorski, el personaje que interpretara en La Terminal (película que cada vez que la veo me gusta más).
Acá Larry lucha contra dos crisis: la de edad y la económica. Por un lado, tiene que demostrar que no por aceptar su edad debe rechazar las opiniones de la juventud, que a diferencia a lo que se muestra en otras obras, donde personas de cierta edad tratan de demostrar que tienen espíritu adolescente y salen perdiendo aprendiendo una moraleja, acá Larry acepta desde un principio su edad y no trata de ser joven en extremo, pero tampoco rechaza los cambios que el contexto (o sea, la banda de motoqueros que lo rodean) le brinda, y lo que es mejor, no se perjudica por ello. Por otro lado, cuando se queda sin trabajo, supuestamente porque no tiene los suficientes estudios para trabajar de… repositor en un supermercado, enseguida busca una alternativa. No se queda estancado, deprimido como Sr. Schmidt.
Si bien, Hanks adorna toda la vida de Crowne como si fuese un cuento de hadas, esta visión termina por ser más original justamente porque evade estos lugares o conflictos comunes. En perspectiva es muy interesante el contrapunto que hay entre Larry y el esposo de Merdeces (Bryan Cranston y Julia Roberts, respectivamente). El hombre medio que decide salir adelante a fuerza de voluntad y de aceptar sin cuestionamientos lo que pasa a su alrededor, y el seudo intelectual quedado, y (disculpen la vulgaridad del término, pero es el único aplicable), pajero.
Es muy interesante como el villano de la historia es tácito. Son los impedimentos que uno mismo pone a la hora de seguir adelante con su vida.
Y la metáfora de cómo Crowne debe superar los prejuicios para alcanzar “el sueño americano” puede aplicarse a lo que la película significa en la realidad hollywoodense. Es una obra que no se ata a ningún concepto de comedia contemporánea. Uno sale con la sensación de haber visto ese tipo de comedias que Canal 13 reproduce una y otra vez los fines de semana por la tarde. Esas comedias laicas, sin doble sentido, ni humor burdo o zafado.
Los críticos de hoy en día las ven como naif, anticuadas, pero lo cierto es que estas películas aplican fórmulas clásicas y cinematográficas que las películas del clan Apatow (también conocidas como Nueva Comedia Americana) no tienen. ¿Por qué? Porque se basan en conceptos televisivos.
Es cierto que la historia de Crowne no es para nada original y tanto Rodney Dangerfield en De Vuelta a la Escuela como Danny DeVito en Un Hombre Nuevo han hecho lo mismo hace 15 o 25 años atrás. Lo que pasa, es que en ese momento, este tipo de películas estaba de moda. Ahora no. ¿Y que?, se pregunta Tom Hanks. ¿Por qué no? ¿Que otra forma de llevar un mensaje que con el lenguaje con el que se siente más cómodo?
Hanks, acude a amigos y vecinos para demostrar que la edad no debe ser una contra para seguir haciendo comedia. Por eso, no solamente la pareja protagónica se muestra cómoda en sus respectivos roles, sino que una leyenda como George Takei (Hanks lo incluyó porque es un trekkie declarado, por esto mismo mete a un personaje presentando una monografía oral del tema) en un rol secundario pero maravilloso. Takei saca las mayores risas de la toda la película.
Es hipócrita no sentir al menos simpatía por Larry Crowne. Es como negar la nostalgia, admitir que los actores mayores de 40 o 50 años no tienen lugar en el cine contemporáneo. Inteligente y sencillo Hanks no apela a golpes de efecto, momentos lacrimógenos, sentimentaloides o golpes bajos. Humilla a los jóvenes actores dándoles roles secundarios menores que no terminan por ubicarse en el contexto del film.
Cuando salí, pensaba que el rol de Julia Roberts, podría haber sido interpretado por Meg Ryan, pero una amiga me recordó que la co equiper de Hanks en Sintonía de Amor y Tienes un Email, se ha puesto tanto botox que ha dejado de ser seductora. ¿Cuál es la diferencia con la Roberts? Que Julia al igual que Hanks aceptan su edad. Y eso es lo que le sirve como motor al actor/director para llevar adelante el proyecto.
A lo Nora Ephron o Penny Marshall, Tom Hanks convierte a su Larry Crowne en un film entrañable, que con el paso del tiempo se convertirá en un clásico vespertino de los fines de semana.
Acabo de acordarme de una frase que dijo Susan Sarandon en respuesta a la pregunta de China Zorrilla.
“Si una persona mayor de edad, quiere ser protagonista de un film, debe generarlo ella misma”. La cruda realidad.