Un Año Más (Another Year, Reino Unido, 2009)
Dirección y Guión: Mike Leigh Producción: Producción: UK Film Council Elenco: Jim Broadbent, Lesley Manville, Ruth Sheen, Peter Wight, Oliver Maltman, Imelda Staunton, David Bradley, Karina Fernandez Distribuidora: Distribution Company. Duración: 129 min.
Viendo la vida pasar
Estamos ante un film difícil de juzgar. Un Año Más es mucho más de lo que aparenta ser. Al verla, algún distraído pensará que es una película de esas en las que poco ocurre cuando, en realidad, escarbando dentro del film nos damos cuenta de que en el cine, muchas veces, la frase que reza “menos es más” se puede aplicar perfectamente.
En las dos horas diez de metraje, vemos un año en la vida de Tom y Gerry –no es broma, se llaman así-, una pareja mayor de clase media alta, que lleva una vida cómoda y acomodada, y cómo van ingresando y saliendo de su rutina diferentes personas, amigos, familiares, compañeros de trabajo, casi siempre en busca de algún consejo o palabra de aliento.
El guión de Mike Leigh es de esos que demuestran simpleza en relación a la construcción para terminar convenciéndonos de la real complejidad del asunto.
Un claro ejemplo es el de Lesley Manville, que interpreta a un personaje que adopta distintos lugares en la trama hasta convertirse prácticamente en un protagonista tácito del film. Sus entradas y salidas en plano marcan los momentos de mayor tono dramático implícito y explicito.
Otro gran acierto del guión es delinear a los personajes concisamente y en escasos minutos, con ejemplos de solidez envidiables; un ejemplo de esto es Ken, interpretado por Peter Wight, que sólo en un par de planos demuestra una marcada tendencia a los excesos y dejadez hacia su persona. Quizás el único personaje que se desdibuja, más por sobreactuación de la actriz que por problemas de guión, sea el de Karina Fernandez.
Las actuaciones, en su mayoría, son bastante correctas. Se destaca por sobre el resto Lesley Manville, en un trabajo muy cuidado y medido; su personaje se presta a ser sobrevalorada pero la actriz sabe caminar sobre esa delgada línea con mucho oficio. Un peldaño más abajo hay que destacar a la pareja de actores compuesta por Jim Broadbent y Ruth Sheen, que funcionan como la voz de la conciencia del resto de los personajes.
También hay que hacer mención especial a la dirección. El estilo clásico que utiliza Leigh a la hora de encuadrar acompaña correctamente el desarrollo del film, y así logra que su dirección no le robe protagonismo a la historia.
Es notable la decisión de mostrar miradas mediante primeros planos; principalmente cuando tres personas comparten un diálogo, siempre los escuchas son enfocados contrariamente a la obviedad de mostrar a quien está hablando. Las miradas de esta forma cobran una importancia primordial, donde el viejo dicho de “una imagen vale más que mil palabras” resulta ser la definición más acertada.
Junto a la lograda dirección, también cabe resaltar el trabajo de fotografía a cargo de Dick Pope, que funciona y se fusiona con el estilo parco que maneja el film en su realización. También es notable cómo logra transmitir las cuatro estaciones del año en las que vemos la vida de los personajes.
En conclusión, muchos juzgarán al film por su ritmo lento que roza lo cansino, cuando en realidad claramente esto esta trabajado desde el guión.
Por mi parte, debo reconocer que este estilo de películas no es el que más disfruto, pero sería necio no reconocer todos los méritos que tiene para mostrar de forma realista la vida de un grupo de personas y cómo el tiempo las afecta, por más que no lo parezca.
Ensayo sobre la Soledad
¡Y el cine ha vuelto! Algunos piensan que lo que diferencia al arte cinematográfico de las demás artes es la capacidad de impresionar con grandes paisajes, efectos especiales, en fin… ¡espectacularidad! Nos han acostumbrado a pensar, de hecho, que una película de cámara (en el sentido minimalista de la palabra) es en realidad… televisión. Si una puesta de cámara es sencilla y simple, vemos espacios urbanos “comunes” y la fuerza de la obra la llevan los actores, entonces estamos en una cruza de una novela televisiva y un melodrama teatral. De acuerdo, el western se debe disfrutar en pantalla gigante… pero hay que saber fotografiar un western. No es lo mismo Cowboys & Aliens que Erase una Vez en el Oeste o La Diligencia, por nombrar acaso los dos mejores ejemplos, de dos estéticas diferentes a la hora de encuadrar el género más antiguo del cine.
Pero sucede lo mismo con las películas de “actores, historias y personajes”. No es lo mismo una película de James L. Brooks que una de Mike Nicholls o Mike Leigh, por decir nombres de directores, que trabajan temáticas y estéticas similares. ¿En que se diferencian uno de otro? Los primeros planos.
Una vez, asistí a una ”Clase Maestra” que dio el GRAN director húngaro Itzvan Szavó en Mar del Plata, y dijo una verdad irrebatible: observar un rostro en pantalla gigante, sostener el plano, prestar atención a cada detalle, a cada gesto mínimo, el cambio paulatino de expresión… ¡eso es cine! Y sino, fíjense en como Nicholls, hombre de teatro, construye películas solo con primeros planos: ¿Quién le Teme a Virginia Woolf? o Closer. Dos ejemplos excelsos sobre el poder de sugestión de los primeros planos, el impacto que puede llegar a tener, el efecto de un primer plano sobre el rostro de actores verdaderamente expresivos. Claro, que una cosa era un primer plano sobre Richard Burton que uno sobre Jude Law, pero aún así, Nicholls es un maestro de esta estética.
Mike Leigh es mucho más íntimo, personal, autoral y sobre todo menos discursivo. Es capaz de convertir a una persona netamente “felíz” en alguien de amargura interna, que brinda felicidad para que el drama exterior no le afecte psicológicamente (La Felicidad trae Suerte). Lo que logró en aquella oportunidad con Sally Hawkins, traspasó lo admirable, para llamarse un milagro cinematográfico y algo similar sucede en el caso de Lesley Manville en Un Año Más.
La última película del director de Secretos y Mentiras, se centra en una matrimonio exitoso de clase media inglesa, Tom y Gerry (espectaculares Jim Broadbent y Ruth Green). Ambos representan un modelo a seguir en todo sentido. Tom es un ingeniero hidráulico respetado, Gerry, una psiquiatra sumisa. Los dos tienen una huerta y apuestan por un proyecto de vida ecológica. El tercer personaje que intercede entre ambos es Mary, una compañera de trabajo de Gerry, solterona cuarentona, charlatana y chismosa, que atraviesa un periodo de depresión debido a la ausencia de pareja. Trata de tapar dicha ausencia, comprando un coche que le traerá más problemas que alegrías. Tom y Gerry, a su vez, tienen un hijo de 30 años también soltero.
A lo largo del transcurso de este año que Leigh decide mostrarnos en la vida de Tom y Gerry vemos, los personajes que los rodean: un amigo borracho de Tom, su hermano austero, un sobrino rebelde.
Acaso lo más interesante de Un Año Más es justamente esto, como los secundarios, los que rodean a los supuestos protagonistas, van ganando participación y terminan siendo más ricos que la pareja, no por un descuido narrativo, sino por una elección del director de centrarse en lo que más le interesa hablar en esta obra: la soledad, y como la ausencia de “esa” persona o la rutina con “esa” persona pueden llevar a la depresión.
El film empieza de hecho, con un primer plano de la enorme Imelda Staunton en otro personaje introvertido. Una mujer que busca somníferos para salir de una profunda crisis depresiva. La vemos sola, durante 5 minutos frente a la cámara. Leigh da una clase maestra de dirección de intérpretes. La evolución que cada actor secundario, los cambios mínimos que efectúan en un plano secuencia fijo, que solo muestra el rostro es increíble.
Un Año Más es bellísima. No solamente la naturalidad de los actores, su delicadeza que desnuda cada capa íntima. La fotografía que se va modificando estación a estación, pero manteniendo un tono gris deprimente a lo largo de toda la historia es fascinante. Detalles de vestuario, escenografía y diálogos… que dicen tanto, pero a la vez, esconden comportamientos hipocráticos.
Leigh empatiza con esas almas en pena solitarias que vagabundean en busca de su pareja perfecta, pero que no logran encontrar, mientras tanto termina por defenestrar la fanfarronería de la clase media inglesa, y el sueño de familia tipo.
Películas tan delicadas, sutiles, meticulosas estéticamente, complejas en su sencillez como Un Año Más es difícil encontrar hoy en día en la cartelera. Riqueza cinematográfica en todo sentido.
weisskirch@asalallenaonline.com.ar
Con el sello de autor
Hay muchos films que intentan ser sumamente sofisticados, con tramas rebuscadas y guiones excesivamente confusos, pero en el caso del cine de Mike Leigh estas pretensiones no tienen lugar, con películas de un aspecto mucho más simple, pero que imanan una intensa complejidad que hacen de sus obras dignas piezas de un trabajo de autor.
Un Año Más, el nuevo film de realizador inglés, narra las diferentes circunstancias entorno a la vida de Tom (Jim Broadbent) y Gerri (Ruth Sheen), una matrimonio feliz que entabla diversas relaciones con personas de distintos estados de ánimo, ya sean su hijo, hermanos o amigos, los cuales se sostienen en ellos y en su buen pasaje sentimental.
A simple vista esta historia podría resultar un tanto convencional, pero Leigh resalta los hilos narrativos con una estructura muy bien alineada a través de personajes complejos y escenas intachablemente construidas con diálogos sublimes que forjan a que este drama congenie perfectamente con sus toques de humor y redondear un guión destacado.
Un Año Más se divide en cuatro actos, los cuales serán las estaciones del año, desde la cálida primavera hasta el estrepitoso invierno, que mucho de esto tendrá que ver con la psiquis de determinados personajes como Mary (Lesley Manville), la amiga de Gerri. Leigh maneja tan bien los climas y el tiempo narrativo que hace de las diversas situaciones un deleite cinematográfico.
Pero si hay algo que se destaca en el film son las actuaciones, desde los interpretes principales como Broadbent, Sheen y Manville que están impecables, hasta los que tienen pequeñas participaciones como Imelda Staunton, quién ya había trabajado con el realizador en El Secreto de Vera Drake. En todos estos resultados tiene mucho que ver el trabajo de Leigh que es un gran director de actores y un maestro de la puesta en escena, quién desarrolla un film muy teatral, con pocos escenarios, largas escenas de extensos y ricos diálogos donde predomina la explotación interpretativa, que sumado a la virtuosidad de la realización cinematográfica en cada plano, la obra mantiene un ritmo constante y llevadero.
Para concluir, Un Año Más es una obra muy destacada que demuestra que Leigh es uno de los mejores directores del cine inglés y que sabe como pocos retratar las distintas relaciones humanas como ya lo había hecho en La Vida Trae Suerte y Secretos Mentiras; y por sobre todas las cosas, con esta nueva película sigue manteniendo una autoría propia que es la que hace que su trabajo posea la trascendencia que tiene.
Por Tomás Maito