Aunque Gene Wilder ya tenía 83 pirulos, creo que todos nos sorprendimos con la noticia de su muerte. Mis viejos, que estaban acá de visita y que, tal vez porque nos criamos viendo sus películas lo consideraban como a un familiar, no lo podían creer. Incluso mostraron signos de estar indignados con la mala idea que tuvo el pobre de ir a morirse. Lo cierto es que todos estábamos como trastornados, aparte de tristes, con las nuevas.
Hace muchos tiempo que escribo para esta página a la que amo y que acaba de cumplir siete años, y estoy segura de que por algún lado hay una columna acerca de una de mis películas favoritas de Gene Wilder: Ciegos, Sordos y Locos. No sé si ahora es accesible, pero en todo caso no importa, porque voy a volver a hablar de ella aquí, junto con otras tantas maravillas que el tipo hizo y que ahora quedan como una especie de recuerdo flotante de una existencia riquísima, tanto en el plano profesional, como en el personal.
El tipo era una verdadera bestia, un genuino titán del espectáculo, con capacidades más allá de lo que muchos considerados genios en la actualidad, pudieran soñar. De formación disciplinada y amplia, no sólo era un “bendecido” como actor de comedia (tenía un timing originalísimo e inimitable) sino un gran director y tremendo guionista y escritor. Hará uno o dos años, me puse a ver un especial sobre su vida en YouTube y lo escuché hablar de su retiro, sus novelas, su laburo con Mel Brooks, su trabajo humanitario… En fin, sobre casi toda su carrera y su infinita capacidad de trabajo. Creo que lo que más me impresionó fue su profundo compromiso con la formación y la disciplina. Era un riguroso, un exquisito. Un hombre que sabía de lo suyo probablemente más que nadie. Un artista real. Y cuando digo la palabra “real” la uso en sus dos sentidos. Porque la casta del tipo era indudablemente Royal.
Repasemos algunos títulos que jamás serán olvidados, solo por el placer de enumerarlos y de quedarnos con la boca abierta, de ver de lo que es capaz una sola persona, cuando tiene esa cuota extra de universo, de Dios, de Chi adentro: Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate, El Joven Frankenstein, Una Chica al Rojo Vivo, Los Productores, Ciegos, Sordos y Locos, Todo lo que usted Siempre quiso Saber sobre Sexo y Jamás se Atrevió a Preguntar, Will and Grace, Luna de Miel Embrujada, Alicia en el País de las Maravillas, No me Mientas que te Creo, El Mejor Amante del Mundo, Locuras en el Oeste, Bonnie and Clyde…
Por supuesto en algunas fue solo actor, pero en otras fue director y guionista. Y todo eso más su vasto trabajo en teatro y su prestigioso legado como escritor.
Creo que jamás me ha desagradado en un rol. Es más, no creo que haya película de él que no me guste. Pero por supuesto tengo mis favoritas: Una Chica al Rojo Vivo, Ciegos Sordos y Locos, Willy Wonka y la Fábrica de Chocolates y, probablemente, El Joven Frankenstein, sean de esas que he visto una y otra y otra y otra y otra vez, tanto cuando era chica, como ahora.
Sus películas consuelan, reconfortan, llenan de luz el alma. Y no creo que nadie que quiera ser artista, que quiera ser cineasta, o actor, o escritor, pueda pedir algo más sagrado que eso. Es la bendición, el honor y privilegio más grande con el que alguien puede ser ungido.
Se nos fue Gene Wilder, pero cuánto nos deja para que podamos consolarnos. Cuánta maravilla creativa, cuánta dulzura. Creo que por pocos artistas siento tanto agradecimiento.
Desearle un buen viaje es poco.
¡Qué el espíritu del mundo te reciba iluminado querido genio! Y cada tanto, mandá una tanda de risas que se escuchen desde el cielo y por todo el mundo. A modo de broma, para dejarnos a todos con los pantalones en los tobillos.
Laura Dariomerlo / @lauradariomerlo