Nahin (Lili Farhadpour) sabe hasta donde arriesgarse. Por esto, ya jubilada como enfermera, confronta a la Policía de la Moral para defender a una joven, cocina para sus amigas y se anima a decirle a Faramarz (Esmaeel Mehrabi), un desconocido que ve en un restaurante, para que cenen juntos en casa de ella.
Ahora, ¿Es suficiente apelar al lado inevitable de la crueldad para el final? ¿Por qué no le permiten a estos protagonistas compartir más de sus vidas? La necedad en estas preguntas también connota la sensación revitalizante al terminar Un pastel para dos. De hecho, en el ritual de despedida Nahin muestra el resto de su fortaleza.
La crueldad representa acá el revés de la ternura. Y esta, a su vez, enmarca los hábitos que protegemos los seres humanos para tolerar las injusticias, las incomprensiones y las arbitrariedades, sean comunitarias o íntimas. En este contexto, cada decisión técnica o narrativa ofrece su revelación, su resultado conmovedor, y la incómoda espera frente a lo desafortunado. En el casting de este elenco, por ejemplo en sus fisonomías, la dulzura impera por encima de sus denuncias verbales – lo que hace la policía, los fallecimientos, lo invisible de la vejez.
Un gran tramo se ocupa de la alegría en el encuentro entre dos “personajes”. Las comillas son oportunas por mínimo dos razones. Por un lado, las actuaciones de los protagonistas facilitan la sensación de que estamos ante anónimos cotidianos reencontrando sus propósitos verdaderos –aquello la complicidad orquesta para hacer tolerables las injusticias.
Por otro, la sentencia del gobierno iraní la semana pasada en contra de los realizadores da cuenta de que la “ficción”, con todo lo que queramos desestimar porque “no es la realidad” o simplemente por parecer tierna, sigue siendo perturbadora para los poderosos.
Ya en Ballad of a White Cow (Ghasideyeh gave sefid, 2020), su película anterior, los correalizadores habían trabajado con esta protagonista y en una película más crítica hacia el sistema judicial en Teherán. Ahora el personaje de Farhadpour tiene mayor facilidad hacia el lado luminoso que entonces. Seguramente echar en falta un final igual de bondadoso se trate más de un anhelo arbitrario de quien escribe. Porque, como decía Farhadpour entonces, “lo más importante está bajo tierra”. Y así terminan los hombres relevantes en las vidas de estas mujeres, enterrados sea por “causas naturales” o por “errores gubernamentales”. Mientras Nahin, Mina, y nosotros con ellas intentamos conseguir sentido, el goce poderoso de la vejez pone en escena reflexiones entre comidas, jardines, música, bailes, películas viejas y miradas desoladas.
(Irán, Francia, Suecia, Alemania, 2024)
Guion, dirección: Maryam Moghadam, Behtash Sanaeeha. Elenco: Lili Farhadpour, Esmaeel Mehrabi, Mansoore Ilkhani. Producción: Etienne de Ricaud, Peter Krupenin, Gholamreza Moosavi, Behtash Sanaeeha, Christopher Zitterbart. Duración: 97 minutos.