Un nuevo mundo.
Los films sobre individuos con súper poderes ya nos tienen acostumbrados a continuaciones y sagas que se retroalimentan y se reciclan una y otra vez con resultados cada vez más mediocres y con grandes altibajos. A pesar de esto, la saga de X-Men ha sido una de las pocas que mantuvo el interés y la calidad de las propuestas a nivel narrativo en la mayoría de las entregas cinematográficas sobre el intrigante universo mutante de la editorial de comics Marvel.
La tercera película de la nueva saga de X-Men se sitúa en los años ochenta y gira alrededor del conflicto entre los humanos y los mutantes en medio de la década final de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La trama remite a un clásico enfrentamiento del cine fantástico entre un semi Dios de grandes poderes y los X-Men en su etapa de formación.
Tras ser traicionado cuando estaba migrando de cuerpo durante un ritual en el Antiguo Egipto, En Sabah Nur (Oscar Isaac), el primer mutante conocido por el hombre que gobernó la tierra, despierta en los años ochenta del siglo XX para destruir a la civilización y esclavizar a los sobrevivientes de la humanidad. Para esta tarea el mutante milenario selecciona a cuatro colegas de su raza, que representan a los cuatro jinetes del apocalipsis bíblico, para acompañarlo en su lucha contra los falsos dioses que la humanidad adora en la época moderna.
A su vez, Erik Lehnsherr (Michael Fassbender) es desenmascarado por la policía polaca cuando salva a uno de sus compañeros en una fábrica y tras perder a su familia regresa a su identidad mutante de Magneto y a su plan original de destruir a la humanidad, esta vez junto a su nuevo aliado, En Sabah Nur. Mientras tanto, Charles Xavier (James McAvoy) continúa convocando mutantes con su proyecto educativo para jóvenes con poderes especiales. Jean Grey (Sophie Turner) y Scott Summers (Tye Sheridan), quien después se convertirá en Cyclops, se conocen en el campus del profesor; Storm (Alexandra Shipp) es descubierta por En Sabah Nur robando en las calles de El Cairo y así el susodicho la ayuda a mejorar sus poderes; mientras que Raven (Jennifer Lawrence) rescata mutantes por todo el mundo e intenta contactarse con Xavier para ayudar al enfurecido Magneto.
La recuperación de la moda de los ochenta funciona a la perfección con múltiples referencias a la cultura de la época haciendo hincapié, por supuesto, en la música y en los peinados, agregando de esta manera dinamismo a la narración y profundidad a los personajes a través de la construcción estética.
X-Men: Apocalipsis consigue entretener con un relato sólido basado en las historias del clásico comic norteamericano y sin embotar los sentidos con batallas innecesarias. Las buenas actuaciones del joven elenco -que se divierte en la década pérdida- y una correcta utilización de los efectos especiales -desde el punto de vista del entretenimiento cinematográfico del género fantástico de superhéroes actual- conforman un film que pone el acento nuevamente en las ideas de la aceptación de lo diferente y de uno mismo, la búsqueda de la bondad y el respecto por el prójimo, en lugar de empantanarse en enfrentamientos interminables e historias anodinas como a las que nos tienen acostumbrados este tipo de producciones.
Por Martín Chiavarino