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CRÍTICAS - CINE

Zaneta (Cesta Ven)

(República Checa, 2014)

Dirección y Guión: Petr Vaclav. Elenco: Klaudia Dudová, David Istok, Mária Ferencová-Zajacová, Milán Cifra, Natalie Hlaváčová, Sarah Makulová, Premysl Bures. Producción: Milos Lochman, Ene Macola, Karel Chvojka. Distribución: CineTren. Duración: 103 Minutos.

El sustrato de la exclusión

El tercer largometraje del realizador checo Petr Vaclav narra la historia de una joven gitana de la etnia romaní en medio de las demostraciones de xenofobia, exclusión social y la nostalgia de las épocas comunistas en República Checa. Zaneta (Klaudia Dudová), una madre joven que vive con su marido, su bebé y su hermana, busca trabajo en la industria textil pero sufre el rechazo por su doble condición de gitana y madre. A su esposo tampoco le va mucho mejor y la pareja comienza a tener serios contratiempos cuando él se inclina por decisiones delictivas como atajo ante la imposibilidad de proveer a su familia con un trabajo legal.

Vaclav indaga con su obra en las historias y en las familias gitanas romaníes recorriendo los barrios que habitan, el lenguaje que usan y los valores que profesan para encontrar en la marginalidad, los indicios y las huellas de una política de marginación. En medio del racismo, las estigmatizaciones y el odio, Zaneta y su familia intentan buscar una salida a los condicionamientos sociales de su cultura y la segregación social y laboral que sufren mientras viven en la miseria y ahogados por las deudas.

Zaneta (Cesla Ven, 2014) es una mirada aguda sobre las cuestiones sociales gitanas en República Checa y la situación política y cultural del país de Europa central. El film funciona así como una propuesta de cine social basada principalmente en la actuación de la protagonista, Klaudia Dudová, que sostiene la mayoría de las escenas con una mezcla de calidez inocente y hosquedad, producto de las difíciles condiciones sociales que la rodean.

El film propone sin demasiados prolegómenos ni ambages una mirada amplia sobre las políticas xenófobas y los intereses corporativos de los políticos reaccionarios que las detentan. Alrededor de la vida de Zaneta se dan cita diversos personajes, una vecina prostituta, un padre débil y abatido, la belicosa nueva familia del padre, una simpática amiga del trabajo y los estrafalarios hermanos de su esposo en un crisol de relaciones que dan cuenta del espíritu gitano romaní.

Vaclav relata con estas herramientas a partir de la figura de la joven Zaneta, la espiral viciosa que se cierne sobre unas condiciones sociales paupérrimas que cierran puertas en lugar de abrirlas. Siguiendo los pasos de la nueva estética realista social, en la que se destacan exponentes como Ken Loach (It’s a free world, 2007) o los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne (Deux jours, une nuit, 2014), la película propone un cuestionamiento de las contradicciones sociales, que aunque por momentos obvias, no dejan de ser necesarias, valientes e interesantes.

El film llega tras su exitosa reposición en la Tercera edición del festival Al Este del Plata y su premiación en la primera edición del mismo festival en 2014. Ya sea con estrenos como  La Lección (Urok, 2014), el opus búlgaro dirigido por Kristina Grozeva y Petar Valchanov, o con películas como Ilegitim (2016) que solo se pudo ver hasta ahora en la última edición del BAFICI y en la primera edición del festival de cine rumano en Buenos Aires. El cine de Europa del Este llega con gran fuerza para ofrecer una nueva visión social sobre un mundo que cada día necesita más que los trabajadores se unan y luchen por sus derechos en contra de aquellos que buscan cercenarlos.

calificacion_3

 Martín Chiavarino

 

Zaneta no cuenta una historia sino que construye un mundo: el de la comunidad gitana en la República Checa. No hay una sola línea de diálogo que no sirva para iluminar algún problema, para exhibir prejuicios o para criticar la falta de trabajo. El guión suaviza cualquier pico dramático y lo que al principio se perfila como el eje central de la trama -un intento de robo y asesinato- se vuelve una anécdota más sobre una existencia plana. Sin embargo, o quizás gracias a esta estructura horizontal, el film del checo Petr Václav brilla por sus texturas y sus instantes. Da a entender que lo que se ve es apenas un fragmento de algo que sigue más allá, no en otras pantallas sino en la escenografía de la realidad política y social.

Fiel a la tradición neorrealista, Vaclav trabaja con actores no profesionales. Cuando un cineasta que pertenece a la mayoría étnica de su país retrata a una minoría, el desafío siempre es procesar la distancia entre el director y sus dirigidos, entre quien observa desde afuera y quienes sufren la marginalidad desde adentro, y no reproducir las desigualdades que los separan. A la hora de abordar esta distancia, Vaclav optó por acercarse a sus intérpretes a través de planos-contraplanos y diálogos más o menos convencionales y expositivos. Su puesta en escena es simple y transparente, para que los aspectos formales del film no compitan con la gestualidad de los actores, particularmente la de Klaudia Dudová en el rol de Zaneta, que comunica en cada silencio y cada mirada. Hacia el final, se siente como si se conociera realmente a los personajes, como si se los hubiera acompañado durante años.

Pero esto genera una falsa sensación de familiaridad, casi reconfortante, que le hace difícil al espectador cuestionar su propio rol. En ese sentido, es más interesante y radical lo que propone La libertad (2001) de Lisandro Alonso, en la que no hay ni familiaridad ni reconocimiento: se ve el esfuerzo diario de un leñador pampeano desde lejos, casi como a una colonia de hormigas en algún programa de la BBC. Podría acusarse a Alonso, no sin razón, de deshumanizar al protagonista o -como se dijo antes- reproducir desigualdades, pero también es cierto que las vuelve evidentes y, por lo tanto, un elemento que molesta y no se pierde de vista, como sí ocurre en la película de Vaclav.

Por otro lado, si bien el guión de Zaneta parece no tener columna vertebral por su horizontalidad anecdótica, está construido justamente para que cada momento diga algo sobre cómo viven los personajes. Es una estructura tan aparentemente libre como auténticamente rígida. Y en este restringido espacio narrativo, los actores pierden autonomía y capacidad expresiva. Como alternativa, podría proponerse el contraejemplo de Vergüenza y respeto (2015), documental argentino sobre una familia gitana en el Gran Buenos Aires, en el que los protagonistas, durante largas entrevistas en sus casas, muestran y defienden su estilo de vida, comparten ideas políticamente incorrectas y se presentan a sí mismos más que ser representados por otros.

calificacion_3

Guido Pellegrini| @beaucine

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