Críticas de lo nuevo de Jarmusch y Almodóvar, que participaron en la Competencia Oficial.
Paterson, de Jim Jarmusch (Estados Unidos, 2016)
Ghost bulldog
Paterson es la ciudad más grande de New Jersey, que no solo se destaca por ser una de las mayores productoras de seda, sino de poetas como Williams Carlos Williams, autor cuyo compilado de poemas fue publicado con el mismo nombre de la ciudad.
Jarmusch retrata desde el urbanismo y también desde ese lugar poético que Williams deja libre, y de ahí en más se detiene para indagar sobre la vida del joven chofer de transporte público de apellido Paterson (Adam Driver), quien, como admirador de la obra de Williams, comienza a escribir sus propios trabajos, aunque distinto sea su impulso para publicar.
La confluencia del arte en cualquiera de sus expresiones siempre ha estado presente en la obra de Jarmusch. Aquí la prosa adquiere un apartado especial. A medida que Paterson idea sus composiciones, los textos son impresos sobre los fragmentos de film. También presentes el jazz, el diseño textil y esos submundos que Jarmusch bien retrata: los bares.
Paterson es un tipo simplón, tranquilo; convive con una novia que compone diseños en su hogar, utilizando colores opuestos como el blanco y negro. Algo así también son ellos, muy distintos. Y hay un tercer integrante, su perro.
El registro de Paterson dista de Only Lovers Left Alive, la anterior película del director, y se acerca más al costumbrismo de Ghost Dog: Way of the Samurai y Broken Flowers. El film transcurre en el lapso de una semana, en cierta manera con idea de mostrar la cotidianidad sin atisbos de conflictos sorpresivos, salvo la destrucción del libro de notas donde Paterson dejaba impresos sus poemas, a cargo de un pequeño depredador constituido por un Nellie, el bulldog francés que fue recordado en la gala de presentación del film tras fallecer antes de llegar a presenciar el estreno mundial.
Julieta, de Pedro Almodovar (España, 2016)
Un Almodóvar en muletas
Los films de Pedro Almodóvar siempre se han destacado por el color y el melodrama psicológico, sexual y excesivo. Este no es el caso de Julieta, ya que estamos ante una especie de Almodóvar a media máquina, con velocidad reducida aunque correcto.
Julieta sigue el drama de una madre que es abandonada por su hija de tan solo 18 años tras un accidente que cambió la vida de ambas. Varias subcapas de la trama van apareciendo en el transcurso del relato, algo a lo que nos tiene acostumbrados el español respecto de su manera de narrar. Así, sucesos que inicialmente no tienen explicación, luego solos van acomodándose y encontrando su causa.
Quizás hablamos de un Almodóvar más adulto y, como muchas veces se destaca, un tanto fatigado.
Por el lado argentino, Darío Grandinetti tiene una pequeña participación, muy fuera de tono con el resto del cast, y la “chica Almodóvar” Rossy de Palma apenas aparece como un plus.
Julieta en cierta manera viene a demostrar que el director puede crear un film desprejuiciado, en el que se nota su marca personal como en todos sus opus, pero muy alejado de la exaltación de sus mejores obras.
José Luis De Lorenzo
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