Dramaturgia y dirección: Gustavo Lista. Asistencia de dirección: Sebastián Iglesias. Diseño de iluminación: Gustavo Lista. Diseño de vestuario: Sandra Szwaecberg. Asesoramiento de Escenografía: Vanesa Abramovich. Producción: Karina Sotelo. Diseño y dibujos: ED. Elenco: Cecilia Cósero, Federico Marrale Prensa: Tehagolaprensa.
Almas muertas
El teatro es a la vez imaginación y confrontación del cuerpo del actor con la realidad de la sala y la inquisidora mirada del espectador. La Piel de la Manzana busca a través de esta contradicción construir una historia sobre un amor sesgado por la violencia.
Flora es una mujer de un carácter dominante e irascible que vive una relación de amor platónico con Bruno, quien la ama dócilmente. Las suplicas y artilugios suicidas que Bruno utiliza para obtener una palabra de cariño no tienen ningún efecto en la inescrupulosa Flora. En esta situación de amor no correspondido, los sentimientos van cobrando dureza y los diálogos se tiñen de amargura en un desarrollo narrativo en el que prima el encono verbal. La imposibilidad del amor surge de la falta de carácter de Bruno y la necesidad de Flora de una personalidad arrolladora que la someta, lo cual reproduciría el círculo vicioso de la violencia que solo engendra más violencia hasta la destrucción, pero en el fondo de tanta angustia se esconde algo que los personajes se ocultan y vuelve imposible el surgimiento o la consolidación del amor y del cariño, volviendo la relación en un enfrentamiento. Mientras la posibilidad del amor se hace cada vez más lejana las almas muertas que Flora colecciona en sus pañuelos comienzan a susurrar al espectador que algo indecible ha ocurrido y los personajes solo se aproximan inexorablemente hacía esa escollera que los destruirá.
Con buenas actuaciones de Cecilia Cósero y Federico Marrale, La Piel de la Manzana abre la búsqueda del amor a la metáfora de la necesidad de la piel como conductor de las sensaciones y de la carne como fuente última del placer. Poniendo a la violencia como el parámetro el amor se debate dentro de esa violencia sexual de la que el ser humano nunca puede escapar, colocando a las almas muertas de los pañuelos como la única posibilidad de control sobre la sexualidad a partir de la eliminación del cuerpo terrenal y el encadenamiento de la esencia humana.
La iluminación a través de los tubos de colores propone una habitación abierta a una ciudad de neón luminiscente en la que la degradación y la violencia son parte esencial de la vida urbana. La escenografía coloca a los cuerpos frente al espectador, interpelando su propia relación con la violencia sexual con las almas encerradas en un altar, junto a la pureza de las manzanas con su perfecta figura.
La manzana simboliza un refinamiento efímero que se va mancillando por la violencia que los seres ejercen unos sobre otros. La virtud y la inocencia se pierden y comienza a formarse una capa de dureza que nos vuelve impenetrables al amor que se despliega desesperado.
En La Piel de la Manzana el amor es puesto a prueba y atacado como concepto y sentimiento para indagar en su esencia a partir de su fortaleza, su debilidad y su capacidad o imposibilidad de superar los traumas y la violencia que el cuerpo ejerce sobre la psique y el espíritu humano. Solo queda realizar la apuesta y esperar, o tal vez, intervenir.
Teatro: El lobo Estepario. Medrano 484
Entrada: General: 120 pesos. Estudiantes y jubilados: 100 pesos
Funciones: Jueves 21 hs.
Por: Martín Chiavarino