A Sala Llena

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CRÍTICAS

Cronología de las bestias

Sobre bestias y tumbas

En el living de una casa familiar de pueblo chico, una mujer adulta descubre a un joven escondido detrás de un sillón quien resulta ser su sobrino desaparecido hace más de diez años. El joven tiene miedo, se encuentra harapiento y porta un arma de fuego. Su madre y su primo no dudan en reconocerlo como tal. Sin dudas se trata de Beltrán, el hijo, el sobrino y el primo que desde que se lo tragó la tierra cuando todavía era un niño no hizo más que ensanchar las sombras de una familia que quedó demolida ante tanta oscuridad.

Así se dispara la trama de Cronología de las bestias, la obra escrita y dirigida por Lautaro Perotti que desde el primer minuto apuesta a persuadir al público presente para que reconstruyan los hechos al tiempo que las bestias van mostrando sus garras. De este modo, el ordenamiento narrativo no lineal salpicado de raccontos sumado a una escenografía que delimita las dicotomías del adentro y el afuera; la luz y la oscuridad; lo dicho y lo omitido; el nosotros y los otros colocara a los espectadores rápidamente en clima.

Sin importar demasiado si existen fotos en los portarretratos, nombres en trofeos o cicatrices en la piel que den cuenta del pasado, los miembros de esta familia se escudarán en la autoconvicción de una mentira como modo de supervivencia. Cuando la cruda realidad supera a la ficción y no hay cuento ni rezo que valga cada personaje deberá idear sus propios mecanismos de defensa.

Así es como Olinda (la madre) interpretada por la elocuente Silvina Sabater, se distraerá dando clases en la universidad cercana al pueblo; la inquieta tía Celia (Adriana Ferrer) pasará sus días tejiendo siempre la misma prenda para abrigar a los suyos; en tanto el amenazante primo César (Julián Krakov) ocupará el lugar vacante del “hombre protector de la familia”. Por su parte, Juan Manuel Casavelos interpretará a un cura apocado que intentará transmitir calma resguardado en sus vestiduras eclesiásticas.

Beltrán (Andrés Ciavaglia) en la figura del (des)aparecido ocupará un rol fundamental para mantener el contraste dramático en toda la obra. Es el chivo expiatorio del clan bestial, irrumpe en la monotonía del hogar y sacude sus pisos. Vestido de metáfora de la desaparición forzada de personas Beltrán encarnará a uno y a todos los cuerpos que en su ineludible desnudez se visten con los chalecos de la indiferencia social, la complicidad y el olvido.

Teatro: Timbre 4 – México 3554

Funciones: Viernes 21.30 hs y domingo 19.15 hs

Entradas: 200$

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Victoria Castro | @victoriajcastro

Dramaturgia y dirección: Lautaro Perotti. Diseño de iluminación y escenografía: Eduardo Pérez Winter. Asistente de iluminación y escenografía: Mauro Gianera. Fotografía: Sol Schiller. Vestuario: Cinthia Guerra.  Asistentes de dirección: María García de Oteyza y Emilia Rebottaro. Producción ejecutiva: Pedro Ferreyra. Actúan: Silvina Sabater, Andrés Ciavaglia Adriana Ferrer,  Julián Krakov , Juan Manuel Casavelos.  Prensa: Marisol Cambre.

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