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Cine

Parthenope. Los amores de Nápoles

“¿Qué tiene que pasar para que un hombre te vea?

Te mire… muy al final entendí (…)” (Y .R.Z.)

¿Cómo acercarnos a la obra de Paolo Sorrentino donde, en sus mejores momentos, el erotismo cala más hondo que cualquier teoría? Esquivando en principio el aburrimiento hacia las reiteraciones. Así también lo hacen muchos de sus protagonistas y, a fin de cuentas, todos cuando somos amantes.

En Parthenope (2024), quien da nombre a la película seduce su alrededor con inocencia, curiosidad y con sus hallazgos. Parthenope (Celeste Dalla Porta) nace en el mar, cita antropólogos con soltura, “gusta de todo y no sabe nada”. Ella interpreta a la mujer, la ciudad y el mito. Sandrino (Dario Aita), por su parte, contempla su alrededor; se aleja de la fila de hombres apasionados y vagabundos en la filmografía del napolitano. Y Raimondo, hermano de la sirena y amigo de Sandrino, es una versión joven, por lo tanto más extrema, de los Pisapia de L’uomo in piú (2001).

La historia recorre cuatro décadas de estos y otros personajes. Como hacía Visconti el siglo pasado, la presencia de las estatuas simboliza la manera humana de enfrentar el deterioro del tiempo. Para balancear, el erotismo primero pone en escena el deseo por preguntar y luego, en nuestra mirada, la paciencia por formular la inquietud.

“Ustedes jóvenes quieren respuestas, pero no saben formular preguntas”, le indicará el profesor Marotta a Parthenope en una evaluación oral. Antes de esto y luego también, como en L’amico della famiglia (2007) y La grande bellezza (2013); poco a poco miramos como lo hace un amante: olvidando momentáneamente la historia, la política y la técnica tras cualquier intriga.

Acá la belleza, sentida como un modo de atraer la memoria cultural, surge desde todos sus ángulos, ritmos y consecuencias. Lo primero es ejemplar en su estética: el uso de la música, los desplazamientos de cámara, los cortes abruptos. El segundo y tercer elemento hacen sentir su erótica¹. En medio de su filmografía de tres décadas, Parthenope destaca porque finalmente la mujer acapara todos los matices de su protagonismo.

Ella lleva el origen de la sirena, de la ciudad, de la profesión, del oficio, del rol y la culpa familiares. Por encima de todo, consigue sobrevivir a quienes se cansan de buscar las preguntas pertinentes. Dalla Porta da cuerpo a todas estas multiplicidades. Su mirada ingenua se contrarresta con la voluptuosidad de su cabellera y sus gestos. Las sonrisas y la voluntad que ella le ofrece a su personaje la hacen prometedora aun como actriz dentro de la trama, según le dicen Lidia Rocca y Greta Cool, guiños al cine clásico. A la par, su mirada embelesa los razonamientos de los profesores con respuestas o preguntas que van más allá del ingenio.

El boceto del John Cheever interpretado por Gary Oldman defrauda más. Con toda la simpatía y la entrega bufona del actor, aun sabiendo que Paolo gusta poner la lupa de la decadencia en personajes como este; ¿hacía falta rodear en escena al autor estadounidense detantas botellas, y ni consumar su homoerotismo? La respuesta es afirmativa cuando recordamos que el deseo siempre está más en la espera que en el reencuentro. Ni el triángulo amoroso de los protagonistas será tal porque quien va a ser nuestro sujeto del deseo es ella, con cada una de sus vueltas. En ella nos miramos supuestamente quietos, un tanto carentes de intimidad. Ojalá estuviéramos amarrados al asiento como Odiseo, mientras la sirena nos embruja con estas imágenes en movimiento.

¹ “¿Qué hacer? Una solución es posible: la estética […] Intenta mantener un discurso que no se enuncia en nombre de la Ley y/o de la Violencia, cuya instancia no sea política, ni religiosa, ni científica; que sea de algún modo el resto y el suplemento de todos sus enunciados. ¿Cómo llamaremos este discurso? Erótica, sin duda, porque tiene que ver con el goce; o quizá incluso estética, si planteamos someter poco a poco esta vieja categoría a una ligera torsión que la alejará de su fondo regresivo, idealista, y la acercará al cuerpo, a la deriva”. Barthes por Barthes

2 Los diarios y las cartas de Cheever muestran también su bisexualidad y su uso diario de alcohol, desde la mañana. Por encima de esto, la destreza de narrar la complicidad de lo íntimo prima en su escritura.

(Italia, Francia, 2024)

Guion, dirección: Paolo Sorrentino. Elenco: Dario Aita, Celeste Dalla Porta, Stefania Sandrelli, Gary Oldman. Producción: Lorenzo Mieli, Ardavan Safaee, Paolo Sorrentino, Anthony Vaccarello. Duración: 137 minutos.

 

1 comentario en “Parthenope. Los amores de Nápoles”

  1. Pelicula obvia, de poca imaginación. Para seducir es necesesario algo de verisimilitud, no alcanza con poses. Me recordo todo el tiempo el cruce en el examen universitario “su respuesta no sirve porque solo busca causar efecto”

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