Miércoles 5 de noviembre.
El BARS, como todos los festivales, para el espectador es una apuesta, una lotería. Uno debe agarrar la grilla y hacer tatetí en lugar de pedir recomendaciones. La magia está en meterse a ver cualquier película porque todas nos dejarán algo. Sin embargo, esto no quiere decir que cuando salgamos no podamos cuestionar lo que vimos, así como no estamos obligados a aplaudir cual focas todo lo que pasa ante nuestros ojos.
El BARS, sigue compañeros, y ese solo hecho es una buena noticia.
Time Lapse (Estados Unidos, 2014)
Un poco como homenaje y bastante más como choreo al episodio “A Most Unusual Camera”, de la gigante Dimensión Desconocida, Time Lapse propone un thriller fantástico mal actuado en el que unos personajes infumables encuentran una cámara que saca fotos del futuro. Si a ese manual de clasicismo llamado Volver al Futuro podíamos llegar a cuestionarlo (aunque sin sentido, claro) desde la física y la racionalidad, no sé qué deberíamos hacer con esta payasada en donde las líneas de tiempo están pésimamente representadas. Los primeros veinte minutos prometen y queda la sensación de que podría haber sido un corto fabuloso, pero la premisa se estira, los personajes (dos chicos y una chica) dan un poco de vergüenza ajena y las resoluciones tratan de aportar información pero confunden. Uno sabe que viene al BARS a ver alguna que otra trasheada pero eso no quita que haya bodoques con limitada materia gris. Time Lapse debería haber estado en la competencia bizarra y no en la internacional, o en una competencia paralela de robos mal hechos. Se ubica primero entre el estilo de las películas para tele del canal Syfy y el espíritu de Tumba al Ras de la Tierra, de Danny Boyle, pero se termina estancando en una historia de amor acartonada con diálogos horribles de telenovela.
Projet M (Canadá. 2014)
Que una película de bajo presupuesto como Projet M (salió algo así como 200mil dólares) tenga el cuidado visual que tiene y las habilidades técnicas que demuestra, es realmente para aplaudir. Sin embargo -y por suerte- las películas no son sólo superficie y técnica. Y es ahí, donde tiene que demostrar algo de profundidad (o al menos todo lo contrario), donde la película se cae. No hay contemplación surreal, no hay horror espacial y ni hay un milisegundo de humor o de autoparodia. Entonces todo se reduce a una nave linda y bien hecha con un grupo de personajes que terminan tirando unos diálogos dignos de un infante muy optimista. La mano viene así, cuatro astronautas deben pasar mil días en el espacio para poner en marcha la conquista de Europa, luna de Júpiter. El regreso a la tierra se complica y surgen los conflictos. Por desgracia, la tensión que se cocina lentamente es descomprimida por unos flashbacks tibios que nos dan un background de los personajes que no necesitamos. La cursilería de esos momentos del pasado va de la mano con los diálogos ridículos del desenlace. Una película chiquita que nos vende ideas grandotas, trilladas y aburridas. En la independencia debería estar la vanguardia, la apuesta, los márgenes, no las copias narrativas y discursivas del establishment.