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CRÍTICAS - CINE

2 ó 3 cosas que yo sé de ella (2 ou 3 choses que je sais d’elle)

2 ó 3 cosas que yo sé de ella es el precedente, la firma contundente de Godard al díptico pre-Mayo francés, es decir, a La chinoise y Week-end. La marca estilística pero también el bisturí político e ideológico de aquel creador en estado puro, refiriéndose al mundo (hola obsesión otra vez: Vietnam) y a su propio país, disertando en primera persona desde el off sobre Charles De Gaulle, supuestamente “modernizado” desde sus prédicas y decisiones, y auscultando con profundidad en la clase obrera, el poder consumista y la mujer como objeto frente al mundo de los hombres.

En efecto, Godard, quien ya se había inclinado por el film-reportaje en la anterior Masculino – Femenino, describe en estas dos o tres cosas (que es París como marco referencial) a la sociedad de la época, preinformando los días de mayo que se vendrían pero más que nada actualizando un discurso lejos de la cinefilia y la cita al cine y a la literatura con aire juguetón de tiempo atrás.

Godard toma como pretexto la vida de Juliette Janson (Marina Vlady), casada, con dos hijos y prostituta ante la necesidad de dinero. Juliette mira a cámara, cuenta su historia, pero también se convierte en su doble “real”: la misma Marina Vlady es diseccionada por la cámara de JLG. Cine-reportaje, cinéma-verité, cine-documental o falso documental. No importa: la hora y media de 2 ó 3 cosas que yo sé de ella representan un Godard en estado de gracia entremezclando lo público con lo privado, la ficción con el documental, el film-entrevista con su voz en off aguda comunicando datos sobre aquel estado de las cosas de ese París sesentista antes del estallido del 68.

Godard mira con pesimismo ese estado de las cosas pero no se sujeta a un único tema; en efecto, salta de un ítem a otro como su personal arquitectura cinematográfica, repleta de saltos espacio temporales, sustracción o entrada impensada de la música, voces que afirman cuestiones sobre aspectos cotidianos o en relación a un mundo global y cortes efímeros entre toma y toma que refieren al mundo de la publicidad (un matiz estético ya bocetado en la anterior Made in USA).  

Juliette es el personaje central pero podría haber sido cualquiera de las otras mujeres que aparecen en la película, de características diferentes, pero con el mismo objetivo: decidirse por la prostitución frente a una economía devaluada y a un mundo viril preocupado por los informes procedentes de Saigón a través de transmisiones radiales. Esa mirada sobre lo político fusionada a lo cotidiano funciona como una continuación de El soldadito, Los carabineros y Alphaville (acá desde la metáfora). Es que JLG siempre hizo política con las imágenes, desde lo subliminal hasta lo más directo (en ese sentido, faltaría poco tiempo para “el surgimiento” del Grupo Dziga Vertov).

Una cuestión menor pero tal vez de importancia trasluce en 2 ó 3 cosas que yo sé de ella en relación al Godard de los inicios. Me refiero a la alegría y desparpajo, también a la tristeza desde el primer plano caracterizaba a Naná, la prostituta de Vivir su vida, la Juana de Arco de la Nouvelle Vague, encarnada por la imborrable Anna Karina. Acá JLG corrobora que ya no estaba para bromas e invocaciones cinéfilas: su Juliette Janson (o Marina Vlady), a los pocos minutos, afirma su tipología de personaje ideológico futuro cercano.

(Francia, 1967)

Guion, dirección: Jean-Luc Godard. Elenco: Joseph Gehrard, Marina Vlady, Anny Duperey, Roger Montsoret, Raoul Lévy, Juliet Berto, Claude Miller. Duración: 87 minutos.

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