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[24] BAFICI | Catálogo para una familia

[24] BAFICI | Catálogo para una familia

Como muchos de los documentales contemporáneos, la primera película como director del joven pero ya muy experimentado montajista Iair Michel Attías, propone un relato en primera persona con revelaciones familiares. Un ejemplo más de algo que poríamos llamar cine del yo, aunque otros llaman documental autobiográfico, un sub-género que genera fascinación en algunos y fastidio en otros. Está claro que una filiación en una clasificación determinada, que por otro lado es muy abierta y dinámica, no debería predisponer juicios en contra ni a favor de una película. Es una obviedad enorme que hay documentales autobiográficos buenos y también malos, interesantes y aburridos, originales y perezosos. Pero por alguna razón, como también pasa en la literatura, luego de una ola de muchas películas valiosas y con muy buena recepción que construyen su relato documental a partir de un yo fuerte y omnipresente, vino una reacción defensiva contra la primera persona, una reacción que pide que los documentales se remitan solamente a su objeto y que los directores abandonen su presencia explícita como enunciadores. Yo tuve y sigo teniendo una actitud receptiva positiva frente a la abundancia del yo en el documental, en sus diversas formas. En todo caso, lo que hace falta que pensemos es, en cada caso, si esa presencia autobiográfica es pertinente o no. La verdad es que en la gran mayoría de los casos lo es. Suele ser más sincera la presencia de la primera persona en casi todos los documentales autobiográficos que su ocultamiento en documentales presentados como objetivos en los que no se sabe desde dónde observa el director. 

La presencia del yo pone al director en un triple rol simultáneo: narrador, director y personaje. La eficacia del documental estará determinada por la relación que se establezca entre esos tres roles identificaos con una misma persona. En el caso de esta película, se trata de un narrador discreto (en el sentido que no quiere imponer su voz o simula no imponerla), un director dúctil y virtuoso que maneja con soltura múltiples recursos visuales y narrativos, y un personaje que es consciente que tiene que evitar ponerse en primer plano porque el verdadero protagonista de la película es su abuelo, el escultor Jorge Michel. La película maneja un equilibrio perfecto entre el retrato de un personaje evasivo pero apasionante y el propio viaje del director para develar secretos familiares, en los que está implicada además la búsqueda y recuperación de una obra artística construida a lo largo de muchos años pero perdida por razones que tardan en entenderse.

Iair Michel Attías logra contar todas las historias (la suya, la de su abuelo y la de la obra extraviada) sin perder nunca el pulso narrativo, como si finalmente estuviera contando una sola historia. Pero hay algo más, porque en los intersticios se cuela también la historia de una época del país en la que el arte y la creatividad (incluso la vinculada al diseño industrial o la publicidad) alcanzó niveles de libertad y belleza que provocan envidia. No es difícil relacionar esto con algo que también aparece entre líneas en Clorindo Testa, la película de Mariano Llinás, también exhibida en este Bafici, o en “Del cielo a casa”, la muestra que actualmente se puede visitar en el Malba. El Instituto Di Tella, centro y corazón de ese universo estético al que me refiero, tiene ya su gran libro, El Di Tella, de Fernando García. Catálogo para una familia me hizo recordar, aunque solo toque lateralmente la experiencia del Di Tella, que el cine argentino todavía le debe una película. 

(Argentina, 2023)

Guion, dirección: Iair Michel Attias. Duración: 84 minutos.

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