ATRAPA AL PEZ DESENFOCADO
Un joven actor, devenido director, se instala en un departamento en la costa con una actriz y un colega productor para acometer la empresa más desatinada de todas: filmar una película. De qué se trata la película, el director no sabe: tiene algunas ideas, que ha descartado porque se parecían demasiado a otras de películas que ya había visto. El sueño del director es el mismo que tienen tantos otros: hacer una película que no se parezca a nada.
No me atrevo a suponer que las ambiciones de Hong Sang-soo (ostensiblemente más prolífico que el director de su ficción, y una de las presencias más emblemáticas de la programación del BAFICI) coincidan con las de su personaje. Pero hay algo bastante único -que oscila entre la tomada de pelo y cierto desafío estético- en sentar a una sala a ver una película (mayormente) fuera de foco. El escueto avance de in water que se puso en circulación poco antes del estreno ya anticipaba la propuesta, pero es en la experiencia de la sala que la decisión adopta un abanico de sentidos que movilizan reflexiones en torno a la forma, a la vez que rehúyen cualquier tipo de intelectualización sobre la materia. in water no es, para nada, una película intelectual: al contrario, es una invitación a des-aprender que nos pone a prueba (de manera cordial, simpática, juguetona) y se pregunta cuántos formalismos podemos sacarle a una película, y qué podemos encontrar cuando intentamos desmontar sus andamiajes.
Conforme transcurren los días y las escuetas comidas que paga su bolsillo, el director cae presa de las ansiedades típicas de quien quiere filmar y busca excusas para hacerlo: metáforas elementales con respecto a la vida de la playa, elaboraciones psicologistas de sus personajes cotidianos, algún manotazo a los recuerdos de su infancia; algo que permita justificar la dilapidación de sus ahorros en arrastrar a un equipo para algo que nadie sabe bien qué es. Hay en esto, sin embargo, una feliz reivindicación del estado de un rodaje, muchas veces más importante que el rodaje en sí. En una escena, el director habla por teléfono mientras contempla un cardumen de peces en el río y viene rápidamente a la cabeza Atrapa al pez dorado y la metáfora que acuña en él David Lynch: hay algo que espera a ser descubierto, o que surge de la propia situación de búsqueda. Pero es una búsqueda que implica, necesariamente, un desaprender: quizás allí resida una lectura posible de esas imágenes de foco frecuentemente blando y ocasionalmente ausente, que remiten a la impericia técnica del principiante pero también a la mirada del que se sumerge, a contornos que se empañan bajo el agua.
No en vano Hong Sang-soo ha elegido el mar, aquel infinito semillero de posibilidades, como destino y horizonte.
(Corea del Sur, 2023)
Guion, dirección: Hong Sang-soo. Duración: 61 minutos.