Sábado 29 de noviembre.
Llegamos al día clave del festival: el de la entrega de premios, que se llevó a cabo en la
Ceremonia de Clausura.
Conducido por Federica Pais, como en la Apertura, el evento comenzó apenas entrada la noche. Primero se entregaron los premios no oficiales, y pronto llegaron los de competencias Argentina, Latinoamericana e Internacional. El Astor de Oro fue para la película turca Come to my Voice. El director Hüseyin Karabey subió a recibir el premio y dijo unas palabras, donde destacó la inspiración que presenta Argentina como país que se sobrepuso a una crisis (refiriéndose a la de 2001, año en el que Karabey también participó en el festival). El Astor de Plata le correspondió al francés Mathieu Amalric, por La Chambre Bleue. En la Competencia Argentina, el premio mayor fue para Su Realidad, de Mariano Galperín.
Aquí, la lista completa de ganadores:
Competencia Internacional
Astor de Plata al Mejor Director: Mathieu Amalric, por La Chambre Bleue (Francia)
Astor de Plata al Mejor Guion: Le Meraviglie, de Alice Rohrwacher (Italia)
Astor de Plata al Mejor Actor: Park Jungbum, por Alive, de Park Jungbum (Corea del Sur)
Astor de Plata a la Mejor Actriz: Negar Javaherian, por Melbourne, de Nima Javidi (Irán)
Mención Especial a la Fotografía: Cavalo Dinheiro, de Pedro Costa (Brasil)
Competencia Latinoamericana
Mejor Largometraje: Branco Sai preto Fica, de Adirley Queirós (Brasil)
Mejor Cortometraje: Naranjas, de Iván D. Gaona (Colombia)
Competencia Argentina
Mejor Largometraje: Su Realidad, de Mariano Galperin
Premio “Estímulo” INCAA, Complemento en especies por el valor de $100.000 para campaña de lanzamiento y Screening Industrial en la próxima edición de Ventana Sur
Proceso completo de post-producción en DCP para un largometraje, otorgado por CINECOLOR
Mención Especial: Salud Rural, de Darío Doria
Mejor Director de Largometraje: Adrián Biniez, por El 5 de Talleres
Premio INCAA
$50.000.-
Mejor Cortometraje: Zombies, de Sebastián Dietsch
Premio LAHAYE POST consta del proceso completo de postproducción en DCP para un largometraje.
INCAA TV – Consiste en la opción de adquirir los derechos de televisación de la película premiada en el canal, ofreciéndole a los films premiados la posibilidad de estar en una pantalla televisiva.
Mejor Director de Cortometraje: Gastón Siriczman, por Nueve Segundos
Premio INCAA
$ 15.000.-
Work In Progress
Mejor Proyecto
Soley, de Manuel Abramovich
Proceso de postproducción completo en DCP para un largometraje, otorgado por CINECOLOR, dos semanas de Mezcla y estudio, otorgado por EL CONO DEL SILENCIO, producción y edición creativa de tráiler, promo de tv y spot de radio, otorgado por CINEMA 7 FILMS y traducción y subtitulado al inglés, francés y portugués, otorgado por AMERICA TAV
1ra Mención Especial: Veredas, de Fernando Cricenti
2da Mención Especial: Madre de los Dioses, de Pablo Agüero
A continuación, más críticas:
Su Realidad, de Mariano Galperín (Argentina, 2014 – Comp. Arg.), por Matías Orta
Daniel Melingo es un ícono del rock argentino. Tocó con Charly García y en Los Abuelos de la Nada, fue co-fundador de Los Twist. Y cuando dejó el rock por el tango, siguió demostrando la enormidad de su talento.
En Su Realidad, el director Mariano Galperín lo filma e interactúa con él durante una gira europea (los shows son únicos, repletos de delirio y buen gusto) y también en momentos cotidianos estando en su casa, tocando con y para su familia.
Pero lejos de quedarse en el formato documental, hay escenas ficcionalizadas que incluyen a amigos del músico y a encarnaciones de artistas como Guillaume Apollinaire. Imposible no mencionar un viaje en tren donde Melingo y su banda entonan “Canción para mi muerte”, de Sui Generis, al ritmo de la Marcha Peronista. Surrealista, sin duda, y si algo abunda son las referencias al surrealismo (en el título ya hay un juego de palabras al respecto), y también a la poesía, al teatro. Una auténtica celebración artística.
Su Realidad funciona como una experiencia indispensable para vivir junto a un artista legendario, y con una pasión y unas energías que se mantienen como desde la primera hora.
Birdman (The Unexpected Virtue of Ignorance), de Alejandro González Iñárritu (Estados Unidos, 2014 – Autores), por Jose Luis De Lorenzo
Soy Batman, corrección, Birdman…
Este film fue concebido inexplicablemente por Alejandro González Iñárritu, un director que personalmente no banco, al igual que muchos otros. En Birdman algo se fue de sus manos, tal vez producto de la conjunción con un nuevo grupo de guionistas, el tratar distintas temáticas o el hecho de no caer reiterativamente en el golpe bajo, como en otros de sus proyectos.
Aquí Iñárritu, con salvedades, construye un personaje fascinante, el de Riggan (Michael Keaton). La película juega con el parecido evidente entre Birdman y Batman: superhéroe de acción, con secuelas varias, y un actor detrás olvidado luego de haber llegado al pico de su carrera gracias a este personaje. Al igual que en la realidad, el personaje de Birdman/ Batman se comió al del actor Riggan/ Keaton, y esta es una de las premisas más interesantes que tiene el film para mostrar y desarrollar.
Atrás quedan otras posturas, o lo que Iñárritu tiene para decir sobre el cine actual. Que Broadway está en decadencia no es novedad, que se busca a actores de Hollywood para encarar roles allí y así atraer a mayor cantidad de adinerados turistas para ver las obras tampoco. Ahora bien, la crítica sobre justamente la crítica profesional, y que actualmente el cine postmoderno, si vemos la taquilla anual, está constituida mayoritariamente por películas de superhéroes tampoco es mentira. Habría que hacer un largo análisis sobre estas cuestiones, si es lo que preferimos o lo que nos toca lamentablemente aceptar. El cine de superhéroes se ha constituido como un nuevo género dentro de la cinematografía mundial; films que, a través de un personaje disfrazado, sirven para desarrollar otros temas implícitamente, explícitamente o tocando bajito.
El ensamble de Birdman, si bien está integrado por un grupo de actores magníficos, siento que está muy desaprovechado. Con destellos fugaces, la pelea de egos entre Keaton y Norton es muy cómica, la participación de Watts también pasa desapercibida, así como las inverosímiles situaciones en las que se ve involucrada Stone.
El final del film, cosa que no contaremos, en cierta manera contradice lo que Iñárritu imprime en todo el largo, lamentablemente. Y es así como deseo al menos quedarme con el recuerdo de lo bueno de este film, que no es poco: el regreso de un muy buen actor a un protagónico principal, al que se animó a componer como si fuese su propia vida la que se estaba retratando. Con todas estas salvedades, estamos ante un film que parece no haber sido dirigido por el propio director. Una rareza, por demás disfrutable.
Tokyo Tribe, de Sion Sono (Japón, 2014 – Hora Cero), por Elena Marina D’Aquila
Caracortada meets Springbreakers y Kill Bill en el último opus del realizador más festivo y artificioso en su puesta, que comienza con un elaborado plano secuencia dado por un scratch que nos sumergirá por el resto del metraje en una vorágine de estilización desmesuradamente hermosa, secuencias al ritmo de hip hop japonés que no dará tregua en ningún momento.
Objetos, destellos de luces por doquier, coreografías impresionantes, excesos de todo tipo y personajes de las diferentes tribus de Tokyo, convergen en un universo similar al de un suburbio apocalíptico y carpenteriano salido de Rescate en Los Angeles.
El cineasta japonés demuestra aquí una megalomanía comparable a la que puede verse en El Lobo de Wall Street, en la que el espectador se sube a una montaña rusa que no se detendrá, sino que seguirá acelerando cada vez más hasta dejarnos mareados –pero extasiados de felicidad- con una secuencia final que concluye en una batalla de baile gore y entre patada y piña, asistimos a un duelo entre dos personajes por definir quién tiene el miembro más grande; aquel que gane, será el jefe de todas las tribus. No caben dudas que dentro del cine japonés actual, Sion Sono es definitivamente el que la tiene más larga.
El Resto del Mundo, de Pablo Chavarría Gutiérrez (México, 2014 – Comp. Lat.), por Ernesto Gerez
Alejandro charla con Kiara, su hijita de siete años, como si hablara con un amigo; se llevan bien, desayunan algo seguramente picante, venden artesanías, y su historia cotidiana es lo más agradable e interesante de El Resto del Mundo. Sobre todo por Kiara, por cómo expresa su costado infante mientras a la vez maneja diez puntos la relación con su viejo, casi como una persona adulta que ya cuestionó y perdonó, o nunca hizo falta. Pero el director Chavarría Gutiérrez nos saca del registro documental que predomina en la primera parte para meternos en su propia historia y en unos climas en los que experimenta tanto con las imágenes como con los sonidos. El cambio de registro constante nos saca del foco genial de la relación Alejandro-Kiara, nos deja con ganas de seguir un poco más su historia; pero no podemos pedirle a Gutiérrez que haga lo que nosotros queremos. Sus climas hipnóticos por momentos funcionan y por otros se estiran demasiado, sin embargo nunca pierden ese toque personal y chido de búsqueda y anticonformismo.
Spring, de Justin Benson y Aaron Moorhead (Estados Unidos, 2014 – Hora Cero), por J.L.D.L.
Hace un par de años, Criatura de la Noche (Let the Right One In) abrió la disfrutable sección Hora Cero del Festival Internacional de Mar del Plata. Hoy, Spring, con una premisa similar, deslumbró en una trasnoche esperada por cinéfilos y amantes del horror.
Spring trata sobre un joven que está transitando la angustia de haber estado cuidando a su madre en las últimas etapas de un cáncer, a tan solo meses de haber perdido a su padre. Huérfano y luego de un traspié en un bar que lo pone a merced de persecuciones violentas, decide tirar todo por la borda y alejarse de la rutina. Un nuevo despertar, viaje a Italia y un flamante grupo de amigos. La vida de Evan ((Lou Taylor Pucci) comienza a dar un giro. Allí conoce a Louise, una morocha infartante que en medio de un grupo de turistas divisa a Evan, y tras un extenso coqueteo, ambos comienzan una relación amorosa.
Hasta acá el film no traspasa el género de comedia romántica. Una vez trascendida la tercera parte del metraje, se dirige hacia otros caminos muy similares a los de Let the Right One In. Similares situaciones, de tener que bancarse lo desconocido, aceptarlo y ver si se puede convivir con ello.
La propuesta no deja de ser interesante y el romance sobrepasa a los pequeños rezagos de horror y mística que la película tiene para ofrecer. Como un tour de force, la primavera (spring) llega al igual que la puesta del sol (sunset) a lo Linklater, para poder desarrollar así una velada romántica entre dos seres distintos, que se conocen, enamoran y pasan un ínfimo tiempo juntos.