La artista inglesa Mica Levi se hizo un nombre en el panorama indie a finales de la década del 2000 con su proyecto de pop vanguardista Micachu, el que se ganó el oído de personas como Björk o Matthew Herbert gracias a su disco debut Jewelry. Aunque quizás su verdadero breakthrough ocurrió en 2014, cuando fue comisionada para musicalizar la película Under the Skin, y dos años después para Jackie. Ambos trabajos fueron aclamados por las críticas y la última llegó a recibir una nominación a los Oscars.
Antes de esto último, sin embargo, entra en escena su amiga de la adolescencia, la londinense Tirzah Mastin. Juntas lanzaron dos EPs, I’m Not Dancing (2013) y No Romance (2014). Tirzah cantaba con una voz dulce, suave y poco tradicional sobre bases de música pop producidas por Mica, que era tan bailable como abstracta e impredecible.
Entre el lanzamiento de esos EPs y su disco debut, Devotion, Tirzah prestó su voz a temas del pionero del trip hop Tricky o el maestro del EDM Baauer. Y en lo personal, hace poco tiempo tuvo una hija con el productor Kwake. Esto influenció el proceso creativo del álbum, el que está mucho más estructurado y desarrollado a nivel lírico. La mayoría de los temas son sobre amor y las canciones tienen una atmósfera íntima, comparadas a sus trabajos previos, que estaban más destinados a la pista de baile.
La producción de Levi también toma un giro hacia lo ambient. Esta es más cercana al sonido de la banda sonora de las películas en las que trabajó que del pop caótico de sus otras colaboraciones, sobre todo en “Fine Again” y “Affection”, donde el acompañamiento musical minimalista inesperado hace recordar a compositores como Meredith Monk.
El disco en sí es música R&B en su punto más experimental. Está muy cerca a lo que haría gente como FKA twigs, Klein, Sampha, Kelela o Jessie Ware al principio de su carrera, pero sin embargo mantiene algo que lo hace único. Temas como “Gladly” o la canción que da nombre al álbum, “Devotion” (una colaboración con Coby Sey), tienen tintes de soul psicodélico.
© Tomás Gauna, 2018 | @iamvulnicura
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