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36º MDQ FILM FEST | Mar del Plata a lo lejos (09)

36º MDQ FILM FEST | Mar del Plata a lo lejos (09)

Extraño el Jurado Joven. La pasé bien haciendo de tutor. De eso me di cuenta esta mañana, cuando no tuve la cita diaria a las once. Otra de las películas que me recomendaron los jóvenes críticos fue Azor, del suizo-argentino Andreas Fontana, coescrita con Mariano Llinás. El director declara en el catálogo: “Si uno mira a un banquero en Suiza, con su corbata y su traje, uno ve simplemente a un burócrata. Pero un banquero que viaja y se une a una dictadura es un agente encubierto que participa en una forma de colonización despiadada, voraz e insaciable.” Efectivamente, el protagonista de Azor es un banquero suizo, el impasible Ivan de Wiel, muy bien interpretado por el actor belga Fabrizio Rongione, que llega con su mujer a la argentina en 1980 para reemplazar a su socio René Keys, que parece haber huido del país precipitadamente.

La película va revelando muy lentamente su trama mientras Fontana filma con parsimonia las reuniones del banquero y su mujer con diplomáticos, colaboradores, parientes lejanos y clientes del banco que operaban con Keys pero ahora no están muy decididos a continuar con de Wiel, quien empieza a verse acosado por el fantasma de su predecesor, un tipo carismático, embrollón, audaz, que lo hace sentir en condiciones de inferioridad (incluso, hay una insinuación de que Keys tuvo algo con su mujer). La relación entre Keys y de Wiel recuerda a la que mantienen el megalómano Orson Welles y el acomplejado Joseph Cotten en El tercer hombre y también a la de Kurtz y Willard en Apocalypse Now. El trabajo de los enviados del banco es manejar los negocios de distintos personajes de la burguesía local (incluyendo un obispo y algunos militares), lo que incluye, entre otras cosas, sacar del país el dinero de sus clientes. Quiénes son estos, cuál es la naturaleza exacta de las operaciones, son misterios que se irán develando lentamente, como también la razón por la cual Keys se escapó (si es que se escapó y no está muerto o escondido).

De Wiel se ve atrapado en un ambiente de secretos, insinuaciones y peligros nunca formulados claramente. Su personaje es muy formal y aunque su mujer lo empuja a ser más valiente, es de un carácter apocado. Su meta es tener éxito, con su propio estilo donde lo tenía Keys, al que algunos consideraban un amigo y otros un intrigante peligroso y poco confiable. Durante su estadía en Buenos Aires, de Wiel trata de entender lo que está pasando (alguien le dice que la amenaza mayor que pende sobre ellos no viene de la guerrilla sino de las altas esferas del poder, donde hay gente que ha tomado el país como un coto de caza privado). 

Los clientes del banco no son muchos: un militar retirado que quiere ser político (inspirado probablemente en Massera), un estanciero quebrado porque su hija está desaparecida, un arzobispo jugador y otros personajes de la oligarquía argentina o aspirantes a integrarla por medio de su relación con el gobierno militar. La película acompaña al personaje que quiere escapar de la sombra de su demasiado ostensible socio comportándose con más clase, más discreción y más humildad pero intentando, como le recuerda su mujer, no dejar que la cobardía lo vuelva mediocre, como le enseñó su padre que también era un banquero suizo. En toda la película no hay una palabra altisonante ni una escena violenta, sino un clima pautado por un miedo difuso, la existencia de secretos y el hastío de cierta clase alta, que se esfuerza en hablar en francés con el extranjero, mientras el silencio oculta los temores y las operaciones comerciales. Entre sus interlocutores hay matices y diferencias: algunos son grandes patanes, otros tienen un matiz siniestro, hasta hay alguno que escapa de la sordidez general. Y, en general, las mujeres son más abiertas y más inteligentes, empezando por la del protagonista. 

Todo esto hace de Azor un caso curioso: una película contra los banqueros suizos en la que el espectador es invitado a acompañar en sus actividades al banquero suizo. Un película que se pretende de denuncia pero pone al espectador, un poco arteramente, en el lugar del denunciado. Parafraseando a Godard, que decía que una película de guerra era una película a favor de la guerra aunque pretendiera lo contrario, una película que acompaña a un banquero suizo es una película en favor de la banca suiza. Después de todo, uno sabe que los banqueros suizos movieron siempre dinero ilegal: de los evasores de impuestos, de los mafiosos, de los terroristas, de los dictadores, de los narcos. Fontana y Llinás tratan de evitar la trampa en la que su propia obra los coloca mediante una serie de estrategias. Una de ellas es declararla como una película combativa o anticolonialista porque de Wiel se ocupa del dinero de la dictadura argentina, como si este fuese más sucio que el muchos de los clientes del banco. Otra es insertar cada tanto alguna referencia a la represión de las Juntas, como la detención en la calle de una pareja o como la alusión que hace el obispo en relación a la “limpieza del país”. La tercera, seguramente la más efectiva, es la trama de la película, que logra construir una intriga que desemboca en un desenlace inesperado. Pero allí se expone también el problema ético de Azor, que se regodea en la discreta simpatía de su protagonista, que coquetea con su quehacer y con los ambientes en los que se mueve pero no se hace cargo de que si el banquero es cómplice de lo más oscuro de la dictadura y el espectador es cómplice del banquero, es el film el primer cómplice por haber convertido lo siniestro en un juego de salón, en un thriller amable sobre un personaje que quiere hacer bien su trabajo y por eso termina (no es menor el detalle) rebajándose a tratar con elementos de otra clase social. Es como si Fontana y Llinás pudieran perdonarle todo a de Wiel menos el mezclarse con la chusma y hacer aquello a lo que ni Keys se atrevía. El horror, el horror, diría Brando. Es posible que Azor se el primer film clasista-anticolonialista. 

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

1 comentario en “36º MDQ FILM FEST | Mar del Plata a lo lejos (09)”

  1. GILDA CONTRERAS

    Quintín, estoy recién incursionando en tus comentarios. Nunca te había leído. Me ha gustado lo que escribes y creo que tengo mucho que aprender con tus textos.
    Muchas gracias 😊

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