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38º MDQ FILM FEST | Ubu

38º MDQ FILM FEST | Ubu

UBU REY Y EL REINO DEL REVÉS

Influído por Nietzsche, Heidegger y Freud, Michel Foucault en su ensayo titulado Las palabras y las cosas (1966), desarrolló una importante crítica al concepto de progreso de la cultura, al considerar que el discurso de cada época se articula alrededor de un “paradigma” determinado, y que por lo tanto resulta incomparable con el discurso de las demás. Del mismo modo, no podría apelarse a un sujeto de conocimiento (el hombre) que fuese esencialmente el mismo para toda la historia, pues la estructura que le permite concebir el mundo y a sí mismo en cada momento, y que se puede identificar, con el lenguaje, lo reinventa de acuerdo a las circunstancias de la época.

Las heteropías inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la “sintaxis” y no sólo que construye las frases, sino también las palabras y las cosas. Por ello, según Foucault, las utopías permiten las fábulas y los discursos: y secan el propósito, y detienen las palabras en sí mismas, desafían, desde su raíz, toda posibilidad de gramática; desatan los mitos y envuelven en esterilidad el lirismo de las frases.

Alfred Jarry en Ubu, logra antes que llegara la era de la semántica, semiótica y la fenomenología desarticular el lenguaje, ridiculizar las estructuras políticas y económicas de ese siglo XIX  llamado el siglo de la industrialización. Las nuevas ideas del anterior siglo habían sentado las bases para las revoluciones burguesas, revoluciones que se explayarían por el mundo mediante el imperialismo y buscarían alianzas con el movimiento obrero, al que le cederían el sufragio universal. En filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las corrientes de pensamiento contemporáneas: positivismo, idealismo absoluto, el materialismo dialéctico, nihilismo y nacionalismo. A finales de este siglo surgieron  revolucionando las artes la cinematografía y la animación… El “Ubú”, de Alfred Jarry, estrenada el 10 de diciembre de 1896 en el Théâtre de L’Oeuvre, París, sintetiza todo ese “descalabro” que se había producido en el siglo que le tocó vivir.  “Ubú” juega tanto con las palabras como con las cosas  que simbolizan esas palabras, y las deforma en un juego de permanente desarticulación. 

El film Ubu, adaptación de la obra de Alfred Jarry, precursor del teatro del absurdo, realizada por el portugués  Pablo Abreu, en un estético blanco y negro y un formato 4:3, en el cual se permite tangencialmente realizar una aproximación  visual a la versión de Macbeth de Joel Coen con Denzel Washington, retrata casi fielmente el texto de Jarry .

El Ubu (Miguel Loureiro) de Abreu muestra cómo la patria mítica de un tirano, una región precisa cuyo solo nombre constituye para Occidente una gran reserva de utopías y destrucción de los mitos, se destruye por la ambición de poder. Pero a su vez cambia hasta la forma de y como ejercer el poder.

Ubu  en clave de Abreu se identifica con el expresionismo alemán nacido a principios del siglo XX, que abarcó campos como los del arte, la literatura, la danza, el cine, el teatro y la fotografía, entre otros. A diferencia del impresionismo de carácter naturalista y positivista,  que trataba de ser una copia lo más exacta posible de la realidad, el expresionismo la deforma, la exagera y pone el acento en fragmentos yuxtapuestos -unos idénticos, otros diferentes- creando una semejanza que hace las cosas visibles, que necesitan sin embargo, para que vean la luz sacarlas de su más profunda invisibilidad.

“Ubú”, ex rey de Aragón y gran doctor en patafísica, vive una realidad ficticia que él mismo creó, instigado por su mujer, decide asesinar al rey Venceslao, con la ayuda del capitán Bordura y su ejército, instalando una terrible tiranía. Pelelao, hijo del antiguo rey, logra escapar de la matanza de su familia, acudiendo al apoyo del zar de Rusia, quien le concede el control de un ejército para poder recuperar su corona.

Ubu de Abreu se emparenta en ciertos encuadres con El gabinete del Doctor Caligari de Robert Wiene y escrita por Hans Janowitz y Carl Mayer, estrenada en 1920. Abreu le dio un estilo visual oscuro y retorcido, instalado en los castillos abandonados que existen en Portugal, que simulan “una Polonia abstracta”.  Esa concepción le permitió crear una escenografía natural perfecta para trabajar sobre líneas curvas y oblicuas, estructuras y ambientes que se inclinan y giran en ángulos inusuales. Abreu realiza un gran trabajo con la iluminación. Planos a contraluz y un juego de sombras dotan al film de una gran belleza visual, creando una atmósfera de terror, asegurada por un sonido atemorizante y anunciador de una inminente tormenta. Una banda sonora que en escalas de tonos agudos y bajos acompañará  casi todo el film.

El tema en general es el desestabilizado contraste entre la cordura y la locura, la percepción de la realidad, y la dualidad de la naturaleza humana. La exclamación “¡MERDE!” da comienzo a la obra, dejando al descubierto el personaje de Ubú, como la representación de lo grotesco y lo humanamente innoble del poder político. 

En Ubu, se presenta por primera vez un antihéroe emblemático, dejando desvelada la sublimación de la tiranía y ambición sin límites, al mostrar  un personaje cruel y cobarde. El desarrollo de la historia y las características de Ubú dejan en evidencia una satírica- parodia de la obra “Macbeth de William Shakespeare. 

Ubú es infame, abyecto, barrigudo, escatológico, farsante, ladrón, provocador y dictador; un tipo con el propósito vital de “hacer fortuna, matar a todo el mundo y darse a la fuga”, según su propia confesión. Papá Ubú, como lo llaman su mujer y los súbitos resulta ser un protagonista semejante a los políticos que circulan por el mundo en la actualidad.

Ciertos paratextos  de Jarry y de Abreu, enmarcan y justifican un intento radicalmente innovador, y postulan una poética, una dramaturgia, una retórica de lo enorme y de lo horrible presididas por la aspiración a la universalidad a través de la deslocalización y la destemporalización. 

Ubu tiene influencias de los teatros orientales, del circo y del vaudeville de los cuales provienen los particulares movimientos y desplazamientos, así como la revalorización del papel del cuerpo. Se trata, con toda evidencia, de un humor carnavalesco, según Mijaíl Bajtín. Ubú recuerda las “saturnalias romanas” y las “fiestas de locos” del medioevo provocando automáticamente el rechazo a su tiranía. Es consustancial a la concepción del personaje, por ejemplo, el peso de la caricatura, que a fuerza de hipérbole dibuja un personaje extraño, bufonesco. 

Ubu es inversión del antitexto, subrayado -en este caso-, por la exageración de las escenas del film. En ese sentido el film recupera el discurso marginal, para re-teatralizar a la plebe ciega que sigue a quien tiene mando, haciendo de la escena el lugar de una toma de conciencia inevitable de lo artificial sin rostro que proponía Jarry y para colocar en un  plano de importancia un ejército de autómatas, que Ubú, como en el Flautista de Hamelin,  llevará al precipicio.  

(Portugal, 2023)

Dirección: Pablo Abreu. Guion: Pablo Abreu, André Gil Mata. Elenco: Miguel Loureiro, Isabel Abreu, Dinarte Branco. Producción: Filipa Reis. Duración: 89 minutos.

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