Una de las visitas internacionales interesantes al Festival Internacional de Mar del Plata fue la de Toby Poser, directora y productora perteneciente a la Familia Adams. Un trío compuesto por John y Zelda Adams (padre e hija), además de mamá Toby, quien llegó en calidad de jurado en la Competencia Argentina y para presentar Where the Devil Roams, su más reciente producción.
Tras Hellbender (también presentada hace un par de ediciones en el Festival), los Adams redoblan la apuesta de un terror más fangoso y menos complaciente, incluso para un público más conservador sobre el género. La historia se remite a algún momento de la Gran Depresión estadounidense, con un grupo de personajes circunscriptos a una feria, uno de los entretenimientos más populares, hasta la llegada del cine. Justo en el momento de mayor crisis de los feriantes es que se posa esta nueva aventura, en la que prevalece el gore y -a diferencia de la película anterior de ellos- un dispositivo lúdico más transparente. El subgénero “horror carnival” nunca sorteó los pantanos de la marginalidad, pero eso no es un problema para esta familia ávida de contar historias con los recursos que tienen a mano. Es sabido que interpretan a sus propios personajes, realizan la dirección de fotografía, se ocupan del arte, hacen los efectos especiales y hasta componen la música, entre otros trabajos.
Después de un inicio terriblemente tétrico en Where the Devil Roams, los Adams se divierten con algunos tropos del terror y dejan librados a la imaginación cierto momentos menos convencionales, en términos narrativos. El final -quizá lo más shockeante de la película- propone una mirada poética sobre la trascendencia y la mutación a otro nivel. Where the Devil Roams está contada con la seriedad más divertida, en donde pueda advertirse algo de impericia técnica lo que gana es el entusiasmo, para luego tomarse revancha en la escena siguiente. Podredumbre, body horror y mucho rock anacrónico florecen en una película realizada por el grupo menos paradigmático del terror, hoy.
A diferencia de Hellbender la nueva película de ustedes es más lúdica, ¿cómo se relacionan con eso?
Nos encanta decir que la diversión es nuestra “moneda”. Si no nos estamos divirtiendo, simplemente no vale la pena hacer nada. Creo que algunas personas no quieren ir a la cama enojadas, nosotros no queremos hacer una película enojados. Para el caso de Where the Devil Roams, pensamos en que a nosotros nos gustan los carnavales, particularmente los que están muy sucios, donde podés estar un poco inseguro y de los que no sabés si vas a volver entero a tu casa. Disfrutamos tener esta familia de personajes coloridos y también inadaptados dentro del carnaval.
Precisamente sobre las ferias y los carnavales, ¿cómo llegaron a enlazar ese mundo con la historia que pretendían contar? ¿Crees que hay alguna conexión entre las ferias y la Historia de Estados Unidos?
Creo que pensamos en nosotros mismos primero; como forasteros un tanto marginales e inadaptados. No encajamos en la mayoría de los paradigmas cinematográficos, eso se siente muy natural para nosotros. Queríamos elegir a amigos nuestros para los personajes, algunos trabajan en Coney Island en Nueva York en un museo de exhibición, y queríamos darle la bienvenida al cine. También tenemos otros amigos que son músicos y cantantes de rock, que encajaban perfecto porque todos somos estos locos artistas inadaptados. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, yo diría que la historia que se cuenta es la historia de la Depresión y la de los carnavales invisibles en aquella época, porque estaban siendo reemplazados por el cine sonoro, las películas en blanco y negro. Nosotros queríamos jugar con eso, obviamente con la combinación de colores. Pero fue más la Depresión, estábamos interesados en impregnar a nuestros personajes en esa área porque todos estaban luchando tanto en un tiempo que era rico cinematográficamente. Son personajes con hambre, pobres y desesperados.
¿Cómo surgió la idea de la putrefacción y el pacto con el diablo?
Zelda tuvo la idea de cambiar a blanco y negro, y luego nos dimos cuenta que perfectamente era una metáfora para nuestros personajes que estaban decayendo física y espiritualmente. Así es que simplemente sangramos el color de la película, mientras se estaban pudriendo. Luego lo del diablo; a nosotros nos encanta jugar con nuestras propias mitologías, y nos intrigó la idea del diablo como ángel caído. Un ser que va y que viene a la Tierra, pero debe disfrazarse como un indigente para que este Dios brillante no lo vea. Entonces, en cierto modo, el diablo es protagonista o antagonista dependiendo del personaje.
¿Cómo concibieron el plano final tan particular de la película?
John y yo tenemos 50 y tantos años, creemos que es importante retratar a las personas de nuestra edad, que tienen cuerpos como los nuestros. Por eso queríamos que nuestros personajes estuvieran desnudos la primera y la última vez que aparecen en la película. ¿Cómo se nos ocurrió ese final? Toda esta película es sobre una familia tratando de sobrevivir también. Es Eve (mi personaje) la que busca la unión, y hay un nivel de trascendencia al final bajo sus términos, pero estos personajes también deben pagar por lo que hicieron. Es así que su dolor la ha traído a este lugar. El final, sin revelar demasiado, se trata de una unión definitiva, esto no es una cuestión de género ni tampoco de monstruosidad. Se trata de trascendencia, belleza, gracia, renacimiento, regeneración y encontramos esto de una forma muy hermosa y positiva, por eso lo hicimos a través de una canción con mi cara sonriendo. Llegó de esta manera el final y lo sentimos muy bien.
