Viaje a los Pueblos Fumigados, de Fernando Pino Solanas (Argentina, 2018) Berlinale Special.
Nadie puede decir que Fernando Pino Solanas no le pone el cuerpo a su cine. Toda la idea documental del director, desde La Hora de los Hornos (1968) hasta Tierra Sublevada: Oro Negro (2011), consiste en mostrar la denuncia de los oprimidos, tanto de manera sutil como redundante.
En Viaje a los Pueblos Fumigados (2018), esa intención es la que hace que no estemos ante otro documental sobre el medio ambiente. El film no nos aterroriza sobre lo que comemos; no nos anuncia -estadísticas y papers científicos mediante- que ya no podemos hacer nada por el mundo. Solanas, recorriendo pueblos y localidades de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, relata su historia partiendo de las propias víctimas de la fumigación. Logramos ver el costo humano del uso de agro tóxicos y pesticidas en la plantación desmedida de soja y otros cultivos. La premisa, a través de todo el documental, es mostrar cómo el mal ya está hecho, y pocos se han preocupado siquiera en nombrarlo.
Desde entrevistar a los damnificados hasta someterse él mismo a un estudio para saber cuántos componentes tóxicos guarda en su cuerpo, no se puede dejar de ver el compromiso de Solanas con el tema en cuestión, como sucede en todos sus documentales previos. Más allá de exhibir su activismo constantemente, siendo cuasi protagonista, logra una imagen saturada del desamparo rural, dando cuenta de lo extremo del asunto, reforzando y chocando por momentos. Su manera de exponer sin filtro la miseria y la muerte de los desprotegidos implica una destreza testimonial. Uno siente que está ahí, observando de primera mano.
© Marina Ceppi, 2018 | @marceppi
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