A Sala Llena

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FESTIVALES

7° FESAALP – Crónica N°7

Cobertura exclusiva desde La Plata, por Oscar Carlos Jalife

La séptima y anteúltima jornada del FESAALP considero que fue la más heterogénea de las varias, de las ocho que tuvieron lugar a lo largo del festival; anteúltimo día de competencia de cortos, último día de competencia de largometrajes y madrugada de “Pantalla Abierta, demencial sección que gravita de festival en festival, con mucho éxito; potencial objeto de culto.

Entre los cortometrajes, lo más destacable, tanto por su cuidado trabajo artístico y composición visual en general como por la sutileza de su guión, fue el ficcional La Mula Terca y el Control Remoto (Hélio Villela Nunes, 2010).

En cuanto a la “Competencia de Largos”, tuvieron lugar las proyecciones de dos films de ficción: Las Malas Intenciones (Rosario García Montero, 2011) y Sal (Diego Rougier, 2011). La primera consiste en una competente y cuidada película, con un interesante pulso narrativo que destaca no solo un guión realizado con esmero, sino también que pone de manifiesto la buena labor de García Montero, directora consciente de sus fuerzas y debilidades, reforzando y azogando las primeras de manera que se vean reflejadas en todos los departamentos técnicos del film, y minimizando al máximo las segundas. También destaca la buena interpretación de Fantima Buntix, encarnando a la joven y enigmática progatonista, Cayetana de los Heros.

El siguiente largometraje fue la esperada Sal. A sala llena, se proyectó esta suerte de western chileno, ópera prima del argentino Diego Rougier. A través de una fotografía excelsa, dadora de pictórica belleza a los desiertos sudamericanos, y evocadora del más puro y nostálgico respeto por los duelos de Leone y los atardeceres de Ford, se narra una historia que tiene en el orden de la maduración personal y la búsqueda de la valentía sus principales temas. Pero, si bien todo su faceta estética raya en gran nivel (una banda sonora deudora, como no podía ser de otra manera, del gran Morricone – aunque, a la larga, tiende a ser repetitiva-), sus personajes secundarios son bastante planos y los actores que los interpretan le hacen honor a tal llanura (menos Javiera Contador; no digo que no actúe increíblemente mal y su registro sea menos que monocorde, solo digo que no es, para nada, plana). Debo liberar de esta, no quema, pero sí pequeña fogata, a Sergio Hernández y su Viejo Vizcacha; pero no lo salvo del todo, sino que dejo que se queme, al menos, las plantas de los pies. Y todo esto porque Hernández lo hace muy bien frente a las cámaras; llena su cara de todo tipo de matices interpretativos. El problema en que su personaje se llama Viejo Vizcacha, y solo se parece a este en el nombre, las canas, su rancho destruido (aunque este tiene techo y el literario no) y su sentenciosa opinión de las mujeres. Supongo que Rougier quería honrar (por decirlo de alguna manera) a José Hernández, y no tuvo en cuenta que tenía la pólvora mojada; este Vizcacha no es de los que escupen en los asados, ni roba vacas, ni es muy avaro, ni contempla las infinitas estrellas del velo de la noche, y deja de lado las canalladas en pos de un espíritu noble. No contiene la esencia de ese gaucho que aconsejaba por las noches inspirado por el alcohol, sino que es un maniquí, una mera máscara del gaucho del Martín Fierro. Con esto no quiero decir que el personaje sea malo; no lo es; al contrario, es un personaje sólido, creíble y que da la posibilidad de múltiples registros actorales, de los cuales e vale con mucha inteligencia y oficio Sergio Hernández. Si el personaje hubiera tenido otro nombre… Prosiguiendo, donde también hace aguas el film es en su guión, pero no mucha (la suficiente como para aliviar los pies del Viejo Vizcacha): Tiene un buen ritmo narrativo, resulta muy entretenido y plantea de buena manera casi todos los temas que trata; el casi no es gratuito. Le hallo una fisura durante el tercer acto y, muy especialmente, en el tema referido al honor de sus personajes, especialmente de uno que muere cuidando y manteniendo todo el honor que llena su persona. El problema viene cuando ese mismo personaje ya había perdido el honor rato antes de la manera más vil, y ese acto no lo redime de ninguna manera. Pese a esto, Sal, es una película muy rica para analizarla y estas divagantes líneas no alcanzan para contemplar todo el panorama, y por ello los remito a la crítica de Rodolfo Weisskirch. Aquí el enlace.

Por último, la jornada cerró en el Hostel Frankville con la sección paralela “Pantalla Abierta. Bizarro espacio organizado por UNCIPAR y FESAALP, que desfila todos los años por distintos festivales. Conducida por Nico Vetromile y el paradojal Mr. Miguelius, la sección propone horas de diversión a costa de los cortos más extraños (y peores) que circulan por el medio audiovisual local y aquellos que no lograron entrar en la competencia del festival. Música, abucheos, elementos de cotillón, un enérgico y divertido ambiente, y el tan vanagloriado FF le dieron un excelente broche a la anteúltima noche del FESAALP.

Para el último día toca una muestra homenaje a Raymundo Gleyzer, la décima y final muestra de los cortos en competencia y la ulterior entrega de premios.

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