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CRÍTICAS - CINE

La Noche del Demonio 2

La Noche del Demonio 2 (Insidious: Chapter 2, Estados Unidos, 2013)

Dirección: James Wan. Guión: Leigh Whannell. Elenco: Patrick Wilson, Rose Byrne, Barbara Hershey, Ty Simpkins, Andrew Astor, Lin Shaye, Leigh Whannell, Angus Sampson. Producción: Jason Blum y Oren Peli. Distribuidora: UIP. Duración: 106 minutos.

Cuando se estrenó La Noche del Demonio, quedó claro que habría una secuela. Por un lado, la película fue un éxito que asustó al público y le dio alegrías (sobre todo, financieras) a sus responsables. Por otro lado, contaba con un final muy abierto, que preparó a los fanáticos para nuevos sustos. Hoy llega el “capítulo 2” de esta historia, donde podremos saber cómo sigue el calvario de los protagonistas.

Luego de sobrevivir a aquel episodio de espiritismo que les permitió combatir al demonio que invadió sus vidas, Josh Lambert (Patrick Wilson) se muda con su familia a casa de Lorraine (Barbara Hershey), su madre, con la idea de dejar atrás el terrible pasado y retomar sus vidas. Pero luego de aquella experiencia sobrenatural, Josh ya no es el mismo. De hecho, algo muy oscuro y letal ocupa su cuerpo. Renai (Rose Byrne), su esposa, deberá proteger a los niños de la familia, en tanto que Lorraine hará lo imposible por detener al monstruo que se apoderó de su hijo.

A diferencia de la primera parte, esta continuación no repite el esquema de la casa embrujada, estilo Poltergeist (aunque hay algunas presencias fantasmales y cosas que funcionan de repente) sino que va más por el lado del terror psicológico y de la investigación policial, e incluye escenas en el mundo de los muertos y giros argumentales que le dan sentido a sucesos que vimos en el film anterior. En gran parte, funciona como una mezcla de El Resplandor y de otro clásico del género que no conviene revelar, llevada con mucho oficio por el ya especialista en el tema James Wan. El director malayo sabe utilizar los recursos para generar suspenso y horror, y también se las ingenia para aliviar la tensión con algunas salidas humorísticas, principalmente por parte de los parapsicólogos encarnados por Leigh Whannell (una vez más, también guionista del film y film compañero de Wan desde sus comienzos con El Juego del Miedo) y Angus Sampson. Jamás llega al nivel que venía de alcanzar en la aterradora El Conjuro, pero igual sigue siendo un film pequeño y sólido como el capítulo 1.

Patrick Wilson tiene más trabajo que la vez anterior, debido a que interpreta a dos personajes: Josh y un ser perverso, que se va apoderando de su cuerpo. En los últimos tramos de la película demuestra que podría ser un muy decente Jack Torrance en alguna nueva versión de la novela de Stephen King llevada al cine por Stanley Kubrik. Rose Byrne repite su rol de la sufriente pero batalladora Renai. En tanto, Barbara Hershey ahora la juega de detective, siempre otorgándole seriedad y credibilidad a su papel.

Con poco, La Noche del Demonio 2 supera a la uno y se las arregla para asustar e impactar lo suficiente como para enloquecer al público. En este momento, Wan se alejó de los espectros malvados y está dirigiendo Rápido y Furioso 7; sin embargo, pese a sus dichos sobre su retiro del género de terror, seguro volverá para un tercer y escalofriante capítulo de esta saga.

 

Por Matías Orta

Desde el más allá…

Apenas unas semanas luego del estreno de El Conjuro (The Conjuring, 2013), hoy James Wan nos entrega su tercera película consecutiva centrada en presencias sobrenaturales. Reproduciendo el camino de perfeccionamiento formal que atravesó su primera trilogía, aquella compuesta por las maravillosas El Juego del Miedo (Saw, 2004), El Silencio de la Muerte (Dead Silence, 2007) y Sentencia de Muerte (Death Sentence, 2007), en esta ocasión el malayo aplica su perspicacia a La Noche del Demonio 2 (Insidious: Chapter 2, 2013), consiguiendo la proeza de construir una secuela superior a la original y alzándose con el mejor opus de su obra reciente, esa que le ha ganado tantos elogios a nivel global.

La trama comienza en el mismo punto donde finalizó el capítulo anterior, con la entidad maligna alojada en el cuerpo de Josh Lambert (Patrick Wilson) y la familia del susodicho desconociendo la situación. A partir de allí, el film paulatinamente ofrece dos frentes narrativos que -por supuesto- se encontrarán en un desenlace a pura pirotecnia: por un lado tenemos la investigación acerca de la identidad del espectro causante del martirio, y por el otro está el típico “deja vu” de toda continuación que se precie de tal, sustentado en puertas movedizas, sonidos extraños, conductas espeluznantes por parte de los personajes y una amplia gama de bellos electrodomésticos con un funcionamiento por demás “irregular”.

Si bien las referencias a clásicos de la talla de Poltergeist (1982), El Resplandor (The Shining, 1980) y hasta Los Cazafantasmas (Ghostbusters, 1984) siguen estando presentes, a esta altura debemos aclarar que Wan ha creado una estructura propia, por completo autónoma de cualquier cita y portadora de una lógica artesanal que llama poderosamente la atención en el contexto cinematográfico contemporáneo, caracterizado por “clones al por mayor”. Junto a su guionista histórico Leigh Whannell, con quien forma un dúo desde la proverbial El Juego del Miedo, el realizador ha dado pruebas suficientes de su cariño para con las producciones de ambientes sofocantes, desarrollo sutil y detalles muy macabros.

¿Quién hubiese previsto que este clasicista concienzudo, ante todo un conocedor de las potencialidades del género, se transformaría en uno de los baluartes más exitosos del terror industrial? Al combinar con sabiduría una escenificación minimalista, estereotipos relativamente rejuvenecidos, una fotografía cuidadosa, actuaciones correctas y algún que otro giro inesperado, La Noche del Demonio 2 dosifica en su justa medida previsibilidad y novedad en la línea de aquellos diletantes del artificio vinculado a la clase B más prodigiosa, una matriz que tuvo su auge en décadas pasadas y que en nuestra coyuntura pocos recuerdan. Por suerte el “más allá” de Wan cumple y dignifica desde su humildad…

Por Emiliano Fernández

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