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CRÍTICAS - CINE

Espejito, Espejito (Mirror, Mirror)

Espejito, Espejito (Mirrror, Mirror, Estados Unidos, 2012)

Dirección: Tarsem Singh. Guión: Melisa Wallack, Jason Keller. Elenco: Julia Roberts, Lily Collins, Nathan Lane, Mare Winningham, Michael Lerner, Sean Bean. Producción: Bernie Goldmann, Ryan Kavanaugh, Bret Ratner. Distribuidora: Energía Entusiasta. Duración: 106 minutos.

Síndrome de Estocolmo

Se podría abordar Espejito, Espejito a partir de la creciente relación de Hollywood con la reversión de los cuentos de hadas. En los últimos años, a partir de una importante carencia de ideas que afecta a la industria cinematográfica, los productores se ven en la necesidad de establecer estilos modernos (o a lo sumo paródicos) a estructuras clásicas. Ya no alcanza con la esencia misma que promueve el material literario; ahora deben impregnarse recursos que sean propicios para el siglo XXI. Ya no se compra un discurso tan irreal, por lo que las películas deben bajar de su pedestal extremadamente fantástico para colocarse a la altura del público. Un público que -sacando al sector infantil, que todavía conserva una natural capacidad de asombro- pide una vuelta de tuerca a lo que ya conocen.

Si se toman en cuenta estos detalles, Espejito, Espejito resulta un producto extraño. Claramente es una película que se quedó a mitad de camino. No se sabe que título le corresponde: el del homenaje, la adaptación exacta o la parodia. Hay un tratamiento exacto con ciertos personajes, acciones y hasta temáticas relacionadas con el tradicional cuento de hadas. Pero al mismo tiempo, la necesidad de desprenderse y recorrer nuevos terrenos. Claro, el relato seguirá las aventuras de Blancanieves, pero ubicado en un contexto social e histórico diferente. En este sentido, si se tuviese que ubicar la historia podría anclararse en el reinado de Maria Antonieta, esta vez interpretada por Julia Roberts. A su vez, los enanos, como también lo retratan algunas adaptaciones, son ladrones que desterrados del pueblo, se dedican a robar a quienes crucen por su bosque. En esta versión, se le pretende dar a la protagonista una dimensión social que nunca termina de convencer. Hubiese sido un buen elemento político en una historia que exigía, es cierto, una renovación temática. Sin embargo, lo que se observa es un hibrido entre las múltiples versiones del cuento original de los hermanos Grimm y la visión contemporanea.

En este sentido, el trabajo de Tarsem Singh es udoso. Al mismo tiempo que necesita respirar nuevos recursos, no puede despegarse del material que lo precede, tanto en la versión literaria como en la cinematográfica. De este modo, parece haber dos películas diferentes que chocan entre si: la primera, atada a las convenciones estéticas y narrativas del cuento; y la segunda, la que quiere impregnar un espíritu más abarcativo y novedoso. Sin embargo, si se toman otras reversiones como Por Siempre Cenicienta, Encantada o Enredados, se observa que la necesidad de cambiar ciertas reglas están justificadas por el estilo que las caracteriza. Estas tres películas tienen la fuerza necesaria para modificar el material, o al menos reirse en su homenaje. Espejito, Espejito es fallida en ese punto, porque si bien tiene momentos interesantes, no consigue una identidad propia. No sabe si tomarse en serio o no ciertos aspectos del cuento. Incluso, el trabajo del director, especialista en la creación de escenarios visualmente impactantes,  queda por debajo de lo esperado (lo único que se asemeja a su cine es un universo paraleo en donde la reina se introduce cuando le habla al espejo). Es cierto que los efectos especiales para crear escenarios, a esta altura, no molestan aunque si son demasiado falsos en algunos casos. Pero que un aspecto clave como el vesturario esté carente de gracia y originalidad, es un detalle más que preocupante.

Y si el film consigue avanzar a pesar de estos problemas es porque recoleta beneficios en el camino. En las actuaciones, en el carisma de algunos personajes y en un sentido de la narrativa admirable, Espejito, Espejito, consigue desprenderse de sus múltiples problemas. Problemas que no son tan propios, sino que encuentran su raíz en la mediocridad del cine actual.

El film escapa a las convenciones pero sabe que las necesita, que no puede vivir sin ellas. Peligrosamente, otra versión de Blancanieves se acerca con un estilo todavía más radical, exponiendo a los personajes a una suerte de batalla en el medioevo. Es, al menos, notoria la reflexión sobre el conflicto del cine mainstream actual: al exprimir los recursos brindados por las remakes, las secuelas y precuelas, se está buscando ayuda en el cajón de la literatura. El verdadero problema surge cuando Hollywood -en su afán de volverse el Doctor Frankenstein- pretende alterar su naturaleza.

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