MUERTO EN TRÁNSITO
Santiago Esteves no espera ni un segundo para arrastrarte a esa atmósfera donde cada sonido, cada barro y cada gesto, pesan más que las palabras. Desde ese primer plano, dentro de la ruta salvaje, los tambores y las luces de la ambulancia en la noche, la película funciona como un cuerpo que respira: sentís el viento en la piel, la intensidad de la autopista, el vacío por llenar. El manejo sensorial es su gancho más poderoso. No te explica por qué se desconfía, te lo hace sentir.
Los renacidos, el nuevo largometraje policial de Santiago Esteves con Pedro Fontaine, Marco Antonio Caponi y Oscar de la Fuente, cuenta la historia de dos hermanos y de cómo viven los riesgos de un negocio oscuro: fingir la muerte de personas para cruzarlas por la frontera. En ese margen entre la vida y la desaparición se mueve toda la película.
Los personajes, con el peso de un pasado compartido, se vuelven a reencontrar dentro de un grupo de delincuentes. La película nos permite, a nosotros como espectadores, unir hilos entre las señales: una piña, un cuaderno, una pregunta, un médico y otro recién salido de cana.
No sabemos todo de ellos, pero lo que se calla pesa. La película se construye sobre ese silencio; entendemos a los personajes más por lo que hacen que por lo que dicen. Justamente por eso, las actuaciones llenas de subtexto y conflicto, con el trabajo tan intenso de Pedro Fontaine y Marco Antonio Caponi, se sienten clave para construir y entender una historia así de compleja. La relación de los hermanos es justamente el núcleo de la película: ellos mismos son el peligro del que deberán sobrevivir.
Se vuelve personal, porque dentro de la sala sentís que las preocupaciones son, al mismo tiempo, responsabilidad tuya. Como toda buena obra (en palabras de David Bordwell), mantiene una “transparencia narrativa”, donde las formas cinematográficas (montaje, iluminación, encuadre, etc.) cuentan la historia de modo que el espectador “no nota la mediación”. El estilo visual y rítmico intensifica la percepción del público. El manejo del suspense se apoya en silencios largos y en personajes constantemente en riesgo. No hay relleno ni tiempos muertos: incluso en la quietud, algo se está gestando. Tu intriga es participante clave de la experiencia.
La fotografía y composición de imagen es, simplemente, hermosa y funcional. El juego de tiempos se resuelve visualmente: los saltos al pasado vienen como momentos específicos, mientras que el presente se enfría en planos largos y despejados. El viaje entre calidez y frialdad refuerza la idea de tensión y de lo que queda por reconstruir.
Al mismo tiempo que vamos construyendo la historia en relación al pasado de los hermanos, debemos concentrarnos en el operativo actual: un contador enterrado (Federico Liss), vivo bajo tierra, con narcos respirandole en la nuca. Si sobrevive, lo trasladan hacia Chile.
Este concepto de “renacer” está estrictamente ligado a querer escapar y comenzar una nueva vida en otro lugar. Se muestra un contraste claro entre cada personaje y sus objetivos; están las personas que huyen ante una situación desbordante y las que ahora deben encargarse de sus consecuencias. Sin olvidar que, en este caso, hay plata y un trato amenazante en el medio.
Los renacidos, te saca de la comodidad moral y se atreve a utilizar la confianza como riesgo y recurso. Transmite ideas potentes sobre la supervivencia y la importancia del egoísmo. La careta aparece tanto en lo literal (actitudes que protegen) como en lo simbólico: quién somos cuando se pone en juego nuestra vida.
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(España, 2025)
Guion, dirección: Santiago Esteves. Elenco: Pedro Fontaine, Marco Antonio Caponi, Óscar de la Fuente, Daniel Antivilo, Juan Ignacio cane. Producción: Sergio Adrià, Santiago Esteves, Nicolás Grosso, Marianne Mayer-Beckh, Carles Torras. Duración: 88 minutos.








