La tercera edición del festival llegó a su fin, pero aún pueden leer nuestras últimas críticas.
Como una Novia sin Sexo, de Lucas Santa Ana (Argentina, 2016 – Cuenta Conmigo)
Hace exactamente 20 años, en noviembre de 1996, Daniel, Santiago y Adrián van a pasar unos días de vacaciones a un camping en la costa argentina llamado Mar Dorado. El lugar elegido proviene de haber pasado muchos años allí durante su infancia. En el camino encuentran a Julieta, que rápidamente se unirá a la partida, y comienzan a generarse una serie de conflictos en el grupo de amigos.
Un relato altamente verosímil que sabe reconstruir muy bien a cada uno de los personajes, y todo lo que sucede en la dinámica grupal, cuando tres varones deciden veranear juntos en medio de la nada. No faltan las típicas bromas homofóbicas entre ellos, la cámara que intenta filmar todo lo que sucede, las distintas subjetividades entre cada uno de los integrantes y los diferentes vínculos que se arman entre ellos.
Interesante ambientación de los ‘90 sin excesos pero con los detalles que nos conducen directamente a esos años, como el teléfono público, los cassettes, o el precio de las mercaderías en el almacén. En un momento, alguno de los chicos reflexiona que el sexo arruina las relaciones, por eso la amistad sería un vínculo más puro e irrompible, pero el deseo sexual comienza a circular entre algunos de los protagonistas, con el riesgo de romper los lazos conjuntamente con la confusión y miedo al rechazo que en esos años era mucho más tabú que ahora.
La fuerza del film se basa en la agilidad narrativa, que entretiene de principio a fin, un sólido guión mantiene expectante todo el relato, alternando entre momentos dramáticos y cómicos muy empáticos. También es destacable el trabajo actoral de los 4 intérpretes: Javier de Pietro, Agustín Pardella, Marcos Ribas y Luana Pascual, quienes logran personajes ricos en matices y subjetividades.
Daniel tiene bien claro su deseo, Santiago aparece confundido y atormentado, Adrián colgado tratando de lidiar con una crisis familiar del cual parece haber escapado y Julieta se suma para romper con el homo vinculo de los muchachos y denunciar lo que nadie se atreve a hablar.
Comedia dramática con un formato clásico pero sin dejar de ser fresca y original con un abordaje sobre la amistad, el deseo, los lazos y la diversidad que celebra nuevas historias y relatos en el cine nacional.
Theo y Hugo en el Mismo Barco/París 05.59, de Olivier Ducastel y Jacques Martineau (Francia, 2016 – La Piel que Habito)
Theo y Hugo tienen un flechazo en medio de una orgía dentro de un club de sexo. Una primera parte del film donde la pulsión sexual aparece sin velos y la cámara va recorriendo el circuito libidinal para que el encuentro entre los dos protagonistas se vaya dando en el recorrido del deseo. Con fuerte pregnancia fotográfica del rojo y el azul, como esa mezcla entre lo ardiente del pornoerotismo y la frialdad de encuentros absolutamente furtivos.
Deciden salir del lugar juntos y recorrer las calles de París nocturna en bicicletas, un travelling a alta velocidad sigue a los muchachos en la travesía desde una bella escena. Inmediatamente un punto de giro le da intensidad a la trama y el conflicto no tarda en aparecer. El problema es que, luego de unos minutos de esta crisis, el relato sufre un cambio de registro que no puede sostenerse con lo que ofrece la película en la primera parte.
Una especie de amor romántico que nos remite a Antes del Amanecer (Before Sunrise, 1993), versión gay y parisina pero lejos de la genialidad de la obra de Linklater. Situaciones forzadas, diálogos impostados y pobreza narrativa, con algunas situaciones que no agregan nada al desarrollo del film.
Lo pulsional se vuelve espiritual y lo erótico sensiblero. Una obra narrada en tiempo real, con tantas vueltas de tuerca y registros que pierde fuerza y se hunde en sus debilidades.
Strike a Pose, de Ester Gould y Reijer Zwaan (Holanda / Bélgica, 2016 – La Piel que Habito)
El 1990, Madonna lanza su mega éxito Vogue, con lo cual publica un aviso convocando a bailarines para formar parte del video, la gira y el documental A la Cama con Madonna (Madonna: Truth or Dare, 1991). Siete jóvenes y desconocidos bailarines son de la partida. Todos gays, menos uno. Así se lanza la polémica gira de la Reina del Pop, que se centraba en la libertad de expresión, la orientación sexual y la concientización del Sida.
El documental reconstruye qué fue de la vida de estos muchachos que de la nada se toparon con una repentina y furtiva popularidad, pero después deberán lidiar con el olvido, los excesos, el Sida y los prejuicios sociales.
Con entrevistas de la actualidad y muchas imágenes de archivos de los tiempos en que eran bailarines de la diva, la película va descubriendo secretos que guardaban ellos mismos, como frustraciones, miedos y un recorrido de como cambió la sociedad en relación a la homosexualidad, y como en aquel momento ellos quedaron expuestos sin tantos recursos psíquicos y sociales para enfrentar esa visibilización que quiso hacer Madonna de la diversidad sexual.
Los directores logran un reencuentro del grupo, excepto Gabriel que falleció por causas del HIV, una reunión que sirvió para que cada uno pueda tramitar algunas cuestiones pendientes y volver a pasar por el corazón aquellas épocas donde hicieron bailar a medio mundo con Vogue.
Emiliano Román