Sábado 2 de septiembre.
Durante una semana, el norte argentino concentrará lo más destacado del cine nacional y de la región, gracias a la cuarta edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas 2017. Una edición que evidencia las muestras de crecimiento, tanto por su programación como por la calidad de las charlas, los talleres y el nivel de difusión: cada sector de la provincia incluye banners del festival.
Por la noche se realizó la apertura, que contó con la visita de personalidades como la bailarina Mora Godoy y Graciela Borges, madrina de la iniciativa Cinemobil, que permite acercar las películas a cada rincón de la provincia. Asimismo, hicieron acto de presencia autoridades de la gobernación de Jujuy.
La presentación fue breve y estuvo a cargo de los directores, Marcelo Pont y Daniel Desaloms, ambos de buen humor, ambos apasionados por el cine. Si bien el festival tuvo un comienzo muy de perfil bajó, pronto –en palabras de Desaloms- “se convirtió en uno de los tres festivales internacionales más importantes de la Argentina”. También hubo agradecimientos para todos los involucrados en la iniciativa, aunque sus nombres no sean tan visibles.
A continuación fue proyectado el film de apertura: Mala Junta (2017), con una temática muy cercana a lo que sucede en la actualidad.
Mala Junta, de Claudia Huaiquimilla (Chile, 2016 – Competencia Ficción), por Matías Orta
El cine sabe dar grandes historias de amistad. Los Inútiles (I vitelloni, 1953) de Federico Fellini, y Cuenta Conmigo (Stand by Me, 1986) son ejemplos paradigmáticos, aunque siempre surgen nuevos exponentes, en cada rincón del mundo. La producción chilena Mala Junta (2016) le aporta mucho más a esta suerte de subgénero.
Tano (Andrew Bargsted) es un adolescente duro, conflictivo, al punto de que la madre lo manda a vivir con el padre, que reside en el sur chileno, a la precordillera de San Jose de la Mariquina, lejos de los vicios de Santiago. Ambos llevaban años sin verse, y deben construir la relación desde cero. En ese entorno nuevo para él, donde parece no haber nada más que bosques, y ante la potencial amenaza de ir a un centro para menores si sigue causando problemas, conoce a Cheo (Eliseo Fernández), un joven mapuche de su edad; un muchacho de pocas palabras, que nunca deja de ser molestado por sus compañeros de colegio. De a poco, ambos se volverán amigos, compartiendo paseos por los alrededores, risas. Las personalidades diferentes de ambos se complementan de modo ideal. Pero son tiempos turbulentos, y pronto ocurre el asesinato de un líder mapuche con el que ellos y su familia tenían gran relación. La tensión irá en aumento, lo que pondrá a prueba a Tano, Cheo y sus familias.
La debutante Claudia Huaiquimilla construye un relato intimista, apoyado en las actuaciones, destacándose las de los jóvenes Andrew Bargsted y Eliseo Fernández; la buena química entre ambos, más la labor de Francisco Pérez-Bannen como el padre de Tano, llevan adelante el film. El estilo de cámara en mano, lejos de ser un capricho, permite que el espectador acompañe a los personajes, que se sienta estar ahí junto a ellos. Además, esta búsqueda estética le aporta un nervio exacto a las escenas de violencia, como el robo del comienzo y el ataque de la policía a los mapuches.
Si bien la amistad, el bullying y la relación padre e hijo son los temas principales, la directora va introduciendo de a poco la cuestión vinculada a los padecimientos del pueblo mapuche en Chile. Este aspecto de la película cobra importancia en los últimos cuarenta minutos, otorgándole una riqueza extra, muy real.
Mala Junta es un film honesto, sensible, tierno cuando corresponde y fuerte en los momentos precisos. Sin duda, Claudia Huaiquimilla es una cineasta a tener en cuenta.