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[20] BAFICI | Historia y cine

[20] BAFICI | Historia y cine

En el libro El 18 brumario de Luis Bonaparte, Carlos Marx enunciaba una famosa frase: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.

En la selección de títulos que componen esta edición del Bafici, podría decirse, también la historia se representa dos veces: una como tragedia y otra como cine.

La primera asociación que se me ocurrió cuando vi Esto no es un golpe, de Sergio Wolf, fue con el famoso cuadro de Rene Magritte Esto no es una pipa, donde aparece una gran pipa con esa frase debajo. Luego pensé dos interpretaciones posibles: En primer lugar, Lo que sucedió en la semana santa del 87 nunca fue un golpe. Fue más bien un alzamiento, un push para limitar las responsabilidades de la escala máxima castrense ante los crímenes cometidos por la dictadura.

La otra interpretación tenía que ver con una especie de aviso: esto no es un golpe, esto es cine, lo que estás viendo es un encuadre ficcional de aquel hecho, con el villano de turno encarnado por el guasón Aldo Rico (tan detestable como empático). A Rico se enfrenta el héroe Alfonsín, quien llega volando como si fuera un Superman que no le teme al verde militar/Kryptonita del Campo de Mayo. Puesto que el mal y el bien, tanto en los comics como en el cine, juegan una simetría, ambos tienen a su vez dos pares de subalternos. En un rincón, los esbirros del villano interpretados por Enrique Venturino y Gustavo Breide; en el otro, los chicos maravilla interpretados por Jesús Rodríguez y Leopoldo Moreau.

Esto no es un golpe pone el debate en la diferencia entre una política de estado, necesaria para fundar y mantener el Estado de Derecho, y una política de gobierno, focalizándose en una problemática y un segmento específicos de la población. Para Wolf, Alfonsín encarna lo primero, y por eso el film acarrea una urgencia política conceptual.

Si Wolf emplea la forma periodística ficcional para retratar los hechos históricos, Algo quema, de Mauricio Ovando, asume la estructura de una home movie. El director es nieto del General Ovando, durante cuya presidencia en Bolivia fue apresado y fusilado el Che Guevara. El film tensa las relaciones privado/público con respecto a la figura del polémico presidente, terminando con una confesión catártica. Lo que quema es lo que no se dice, la verdad que se oculta como trauma familiar.

La narración se construye por medio de viejas filmaciones familiares e institucionales, donde se ve tanto la figura del padre amoroso y familiar como la del estadista. Cuando Freud define lo siniestro, afirma que lo que más horror nos da es aquello familiar que se vuelve desconocido, y consecuentemente, monstruoso. El abuelo tierno y amoroso de la intimidad familiar es a su vez el astuto mandatario de facto sospechado de matar al presidente Barrientos (murió en un dudoso accidente aéreo), y partícipe en el asesinato del Che.

The Image You Missed, de Donald Foreman, también bucea en las aguas de lo familiar, lo histórico y lo político. El director es hijo del fallecido documentalista Arthur MacCaig, y la película nos muestra tanto las viejas filmaciones de su padre sobre el conflicto de Irlanda del Norte como las del propio Foreman sobre su propio desarrollo como cineasta. El relato discurre a través de una voz en off que no solo busca establecer un punto de vista propio sino que también procura recuperar y entender aquel de un padre con el que se está distanciado. El tono es de una nostalgia liviana y persistente.  Se habla de un padre perdido y de un período, sin recurrir a la épica.

El corolario posee valor documental y emocional, y nos recuerda El (im)posible olvido, de Andrés Habegger, por esa voluntad de unir mediante el cine lo que la vida separó (divorcio y distancia en Foreman, secuestro y desaparición en Habbeger). Ambas se proponen hallar en el pasado los medios para que el presente cobre mayor sentido.

Filmar para Foreman es una forma de recordar y evitar el olvido; aunque no piense ni filme como el propio padre, la herencia no estaría en lo ideológico sino en la forma de dejar testimonio sobre la existencia. El acto de registrar sería un acto alter-tópico (otro-lugar) y alter-crónico (otro-tiempo), donde el pasado y el presente se contactan y los muertos se relacionan con los vivos. El cine es una forma de eternidad a 24 fotogramas por segundo.

En Teatro de guerra Lola Arias recurre a la pura exterioridad para contarnos la Guerra de Malvinas a partir de verdaderos combatientes (tres argentinos y tres ingleses), quienes representan sus propias vivencias en las islas allá por 1982. El resultado es un producto inteligente que si bien no escapa a las preguntas más escabrosas, procede utilizando un estilo que mezcla lo confesional con cierto humor solapado. El trabajo de Arias quita espesor a un drama nacional histórico, ya de por sí trágico.

Arias actúa formalmente como si Lars von Trier se hubiera abocado, desde su Dogma 95, a reproducir una situación histórica. Merced a una austeridad limite, en lugares viejos o abandonados, la artista logra una película despojada, donde nada del entorno nos distrae de lo que se está contando y representando.

Teatro de guerra busca en lo performativo una nueva manera de conectar con el hecho verídico;  para ello se vale de recursos lúdicos (que a veces están en el límite de lo ridículo, como el beso de las caretas de Galtieri y Thatcher). Más que de teatro filmado, se trata de poner en diálogo distintas formas del arte para construir, con cierta eficacia, nuevas alternativas de interpelar lo real. La experimentación aquí nos habla de la posibilidad que las artes poseen para poder interactuar y edificar una manera menos convencional y más efectiva de ilustrar hechos relevantes.

Ese es el hilo conductor de los cuatro films vistos en este Bafici. Films que van del diario íntimo a los diversos registros de lo familiar, del documental con estructura de ficción hasta la más ecléctica experimentación. Remarcando que lo histórico halla en el cine quien lo reescriba y  actualice; eso sí, con el pasado siempre en tiempo presente.

© Luis Alberto Zas, 2018 | @zasito

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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